lunes, 13 de julio de 2015

El diktat de la Troika a Grecia es el asesinato de la democracia en Europa





El parlamento griego es la última esperanza…


 
Lunes 13 de Julio de 2015 20:15 



Cuando el primer ministro de Bélgica, Charles Michel, anunció que el Eurogrupo y Grecia han alcanzado un acuerdo sobre el programa de rescate a Grecia, un escalofrío recorrió la piel de muchos europeos. ¿Es posible que lo ocurrido en los últimos días fuera solo un sueño? ¿De qué sirve la democracia si lo expresado por todo un pueblo puede ser despreciado de esta forma? ¿Es Tsipras un traidor? ¿O es un hombre débil que como afirmaban algunos periodistas griegos estaba sumido en crisis de pánico ante el panorama de tener que salir de la UE? ¿O quizás algún tipo de “amenaza” mucho más peligrosa que no conocemos justifica lo que parece una rendición del presidente griego? 

¿Acaso Tsipras guarda alguna carta oculta?

No lo sabemos… aún. Pero la verdad, como el agua, busca el camino para salir a la superficie. La solución de la crisis actual se había alcanzado en la reunión entre el primer ministro griego Alexis Tsipras, la canciller alemana Angela Merkel, el presidente francés François Hollande y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.

Los detalles del acuerdo alcanzado entre Grecia y el Eurogrupo
Una de las claves del acuerdo alcanzado entre Grecia y el Eurogrupo sobre el programa de rescate prevé un nuevo fondo de privatizaciones por un valor de 50.000 millones de euros, a través del cual Alemania quiere garantizar el pago de la deuda. Es decir, poner a la venta en país…

En total, el volumen del tercer programa de rescate se sitúa entre 82.000 y 86.000 millones de euros, de tres años de duración. No obstante, antes de aplicarse en la práctica, la condición necesaria es que el Parlamento griego adopte para el miércoles todas las leyes sobre el programa de reformas, incluida la subida del IVA, la reforma de pensiones, la privatización de la propiedad estatal, una nueva normativa sobre la quiebra de empresas, y la garantía de independencia de la agencia nacional de estadísticas.

Tsipras tiene que presentar inmediatamente la dimisión, pues ha aceptado unas condiciones muchísimo peores que las originalmente impuestas y que dieron lugar al referéndum. Una vez desaparecido Varoufakis (ahora empezamos a comprender por qué), vuelven a aparecer los vendepatrias incapaces de gestionar su país en una situación de claudicación, exactamente igual a como si hubieran perdido una guerra. El que no se haya dado cuenta de esto sencillamente no se está enterando de nada.

Si hay que liquidar activos eso solo se puede hacer para beneficio del deudor (pues son suyos), no del acreedor. Al menos en el caso de un país soberano. China y Rusia habrían sido mucho más generosos y condescendientes que los europeos a la hora de recuperar la economía griega. De hecho un giro hacia los BRICS les liberaría inmediatamente de las deudas con los europeos. Poco puede importar el bloqueo económico que hagan a Grecia, pues sus exportaciones son ridículas y se podrían girar sin ningún problema hacia esos países. Además sería una lección histórica a los burócratas del capital, que aprenderían de golpe con un sonoro tortazo en toda la jeta. Comenzando por los alemanes, que verían quebrar sus bancos uno detrás de otro en cascada.

Varoufakis estaba jugando muy bien todas esas cartas, como demuestra el hecho de que se lo hayan querido sacar de encima antes de firmar la claudicación. Al final saldrán igual del euro, porque hoy como ayer, la deuda sigue siendo impagable,  pero parece ser que quieren hacerlo en pelotas. Nadie deja que opere una liquidación contra su patrimonio sin haber negociado primero una quita y ajustado bien las valoraciones. En caso contrario lo que se sufre es un saqueo.

Grecia ha sufrido en las últimas horas un golpe de Estado terrorista que pone a todos los europeos de rodillas. Quizás así se esperaba evitar otros tipos de golpes de Estado al estilo Maidán o similar… Pero el resultado es el mismo: un pueblo despreciado y una Europa ocupada por sus enemigos de siempre escondidos en las covachas de los bancos.

Acuerdo con sabor a derrota para Grecia: durísimas reformas a cambio de seguir en el euro y posible alivio de la deuda
Por Pablo García
Catorce horas de reunión del Eurogrupo y 17 horas de cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en la zona del euro han desembocado en un acuerdo que permite seguir a Grecia en el euro y obtener un préstamo superior a 80.000 millones de euros durante tres años a cambio de durísimos sacrificios y pocas victorias. Entre ellas sobresale la mención a la deuda pública helena. Seis meses después de su victoria electoral, Alexis Tsipras y su equipo han negociado a cara de perro desde el sábado con los demás países del euro y han acabado cediendo en casi todo lo que no querían, que es más de lo que la Troika pedía hace solo dos semanas: se recortan las pensiones, se liberaliza el mercado de trabajo, se apuesta por privatizar masivamente para financiar la deuda. Únicamente, se contempla una reestructuración de la misma como concesión a Grecia. Un acuerdo sellado con tinta germana, como prueba el que Tsipras no ofreciera, como suele, una rueda de prensa sino que hablara solo a los medios en breves declaraciones a la salida de la cumbre.

Además de la cumbre con los líderes de la zona del euro, durante las horas de reunión hubo cinco encuentros paralelos para tratar de lograr un acuerdo sobre los puntos más complicados. Tres de ellos se celebraron entre François Hollande, Angela Merkel y Donald Tusk. A otro de los encuentros bilaterales acudieron Hollande y Tsipras mientras que una tercera reunión bilateral fue la celebrada entre el ministros de finanzas galo, Michel Sapin, Wolfang Shauble y su homólogo griego Evclidis Tsakalotos. Finalmente el francés dejó al alemán y al griego en una bilateral en la que se cerraron muchas cuestiones. Durante estas reuniones paralelas, los presidentes del resto de países echaban partidas a videojuegos en el ordenador o una siestecilla rápida en los despachos, según Reuters.

El tiempo dirá si el del 13 de julio es un pacto histórico o inservible. Es el acuerdo más complicado de cuantos se han firmado desde que la crisis financiera atenaza a la Unión Europea. Obtener la estampa de los 19 líderes –en realidad 17, porque los primeros ministros esloveno y lituano abandonaron antes el edifico – ha supuesto un esfuerzo ímprobo. Varias fuentes señalan que entrada la noche hubo un intercambio de violentos exabruptos entre el primer ministro holandés Mark Rutte y su homólogo italiano Matteo Renzi, partidario de suavizar las demandas. También de gritos y recriminaciones entre Schauble y el gobernador del BCE, Mario Draghi. Atenas recibirá un tercer paquete de rescate los próximos tres años dotado de una cantidad que oscilará entre los 82.000 y 86.000 millones de euros. Y tendrá que aprobar como muy tarde el miércoles un paquete de acciones prioritarias en el Parlamento heleno, la Vouli.

Visiblemente agotados, los líderes fueron compareciendo tras anunciar el acuerdo minutos antes de la apertura de las bolsas. Los primeros fueron Donald Tusk, Jean-Claude Juncker y Jeroen Dijsselbloen. 

El polaco valoró la “confianza recuperada”. Angela Merkel, que ha liderado en todo momento a los partidarios de más austeridad, abundó en esa línea y lanzó una advertencia a Grecia. “Los periodos de gracia y plazos de devolución serán discutidos una vez se produzca una valoración exitosa del programa de reformas griego”, condicionó la canciller sobre la deuda a reestructurar. “Hay aún cuestiones abiertas”, confirmó exhausto Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo. Al final, el alivio de la deuda, la parte que aún no está concretada, marca la fina línea entre la humillación y una derrota digna para los griegos.

Del Eurogrupo, el cónclave informal que congrega a los 19 ministros de Economía y Finanzas de la zona euro, había salido mediada la tarde del domingo un documento durísimo de cuatro páginas que causó una enorme indignación en las redes sociales y en gran parte de la prensa mundial. Se aprobó 17 horas después prácticamente íntegro, excepto la referencia a la salida de Grecia del euro de forma temporal como alternativa. Un epígrafe que introdujo el ministro de Finanzas germano Wolfgang Schäuble. El presidente de Francia, François Hollande, vendió la retirada de este punto como una victoria propia, minimizando la severidad de las medidas que ahora tiene que legislar el Ejecutivo de izquierdas griego: “¡Había países que querían un Grexit y mucha gente en Alemania también, pero yo me he opuesto a esta solución!”, clamó. Conseguido el acuerdo, Hollande y Tsipras se fundieron en un abrazo.

Merkel avisó de que ahora las cosas tienen que ir “paso a paso”, puesto que primero Grecia debe aprobar por ley seis reformas prioritarias, que podrían resumirse en una subida del IVA y una reforma tributaria de calado; otra reforma –léase tijeretazo- en las pensiones; una autoridad fiscal independiente; dotar de total independencia a la oficina estadística griega; y una reforma judicial que facilite el concurso de acreedores y la trasposición de la directiva europea bancaria. Y después serán algunos parlamentos nacionales, como el Bundestag, los que ratifiquen el acuerdo.

Estas medidas servirán “para restablecer la confianza perdida en Grecia”, según el lenguaje al que recurren quienes proceden de la Troika. Una confianza que se quebró, según los socios del euro, con el desafío insólito que Tsipras lanzó hace dos semanas y consumó hace una, la convocatoria de un referéndum. Las tornas han cambiado una semana después. Si los griegos rechazaron las reformas de la Troika, ahora tragarán con otras más dolorosas.

La estrategia del primer ministro griego de luchar palmo por palmo, punto por punto, fracasó. La realpolitik no tuvo compasión con Grecia, a quien la opinión pública europea empieza a reconocer como víctima de la Troika y las instituciones. Lo que se vio el fin de semana es que Atenas carecía de aliados en la zona del euro a pesar de que Francia hizo de dique de contención. Portavoces del Gobierno heleno indicaron que sus negociadores alemanes quisieron hacerles entrar en razón: “Nos dijeron que Schäuble era invencible”.

Durante las negociaciones, Grecia se cerró en banda en torno a cuatro puntos: el Fondo Monetario Internacional debía de quedarse fuera del tercer programa de rescate a partir de 2016. No lo consiguió; pidieron eliminar el fondo de privatizaciones de activos del país: fracasaron en su intento, pero al menos lograron que éste se instale en Grecia y no en Luxemburgo; pelearon con éxito por la reestructuración de la deuda, aunque se quedan sin quitas. Y trataron de asegurarse que el BCE garantizara la liquidez a su banca insolvente y para pagar los pagos ya vencidos y que vencen ahora (1.400 millones adeuda Grecia al FMI, más de 3.000 millones debe abonar al BCE el 20 de julio). Esto último a priori parece confirmado a tenor de las declaraciones de los líderes de la UE.

Las reformas acordadas
Uno de los puntos que más conflicto ha generado durante las negociaciones ha sido la creación de un fondo para gestionar los activos que vayan a privatizarse. Este fondo tendrá su sede en Grecia pero estará bajo la supervisión de las instituciones europeas. En él se incluirán los activos susceptibles de ser privatizados y tendrá un valor de 50.000 millones aunque todavía no han especificado cómo lo lograrán ya se contemplan varias fórmulas. En él se incluirán activos de todos los sectores: desde las compañías públicas como la red eléctrica a sociedades municipales de gestión de aguas pasando por porciones de la suculenta costa griega debidamente recalificada.

Las propuestas del Eurogrupo son inclementes hasta para abordar el capítulo de la reestructuración de la deuda, la única victoria parcial de Tsipras. Concede una consideración a “posibles medidas adicionales para suavizar el pago de la deuda, incluido el asegurar que las necesidades de financiación se mantengan a un nivel sostenible si fuera necesario”, y menciona “periodos de gracia y plazos de devolución más largos”. Pero descarta cualquier quita –suspensión del pago de la deuda- y, más severo aún, el comunicado introduce “serias preocupaciones” ante la insostenibilidad de dicha deuda “debido al relajamiento de las políticas durante los últimos doce meses”, de los que Syriza lleva seis en el Gobierno. La deuda pública en realidad no ha variado demasiado desde la llegada de 
la coalición de izquierdas al poder, situándose en alrededor del 180% del PIB.

El documento de la reunión informal de ministros va engullendo reforma tras reforma. Se reclaman iniciativas “ambiciosas” en el mercado de productos, en línea con recomendaciones de la OCDE como la apertura de los comercios el domingo y un programa para liberalizar completamente negocios y productos básicos como las farmacias, la leche y el pan. La privatización de la compañía eléctrica estatal tampoco es ajena a la Troika.

Nada es ajeno a los acreedores de hecho. Las pocas medidas emprendidas por el equipo de Tsipras tras su victoria electoral se las obliga a dar marcha atrás: una “revisión de la negociación colectiva y el despido colectivo” que supone una reforma laboral en toda regla; pero también la contratación de miles de empleados públicos despedidos –como los del sector de la limpieza- y quién sabe si la apertura de la televisión pública tras su cierre. Holanda pidió revisar la apertura del ente público pasadas las cinco de la mañana del lunes, sin éxito.

El Eurogrupo ataca además cualquier atisbo de soberanía: “[Grecia] no debería de volver a políticas del pasado no compatibles con los objetivos del crecimiento sostenible”. La pérdida del poder ejecutivo por parte de las autoridades helenas queda más que patente en otros apartados. “Para normalizar completamente los métodos de trabajo con las instituciones, el Gobierno deberá consultar y acordar con las instituciones –la Troika- cualquier iniciativa legislativa en áreas relevantes y con la debida antelación en consultas públicas o parlamentarias”. Desenredando el lenguaje técnico de la Troika, esto viene a decir que Atenas tendrá que pactar con sus acreedores cualquier referendo a posteriori.

Tsipras vuelve con un fardo tan pesado que muchos especulan ya con la implosión de Syriza. Un oficial griego lo veía con ojos distintos la madrugada del lunes en Bruselas: “En Grecia todos saben que Tsipras ha negociado un acuerdo pésimo. Pero saben también que nadie como él ha plantado cara a la Troika. Yo no daría por muertos ni a Syriza ni a Tsipras”.

#EstoEsUnGolpe: ¿Por qué el acuerdo de rescate de Grecia es un 'golpe de Estado'?
El nuevo acuerdo de rescate ofrecido a Grecia, que incluye medidas como la entrega de 50.000 millones de euros de los activos públicos griegos a un fideicomiso independiente con sede en Luxemburgo, está siendo fuertemente criticado en las redes sociales. Cada vez más gente se une en Twitter a la tendencia contra la austeridad bajo el 'hashtag' #ThisIsACoup, lo que significa #EstoEsUnGolpe.

La "draconiana" lista de exigencias impuesta por los líderes de la eurozona al Gobierno griego a cambio de un rescate europeo ha provocado una reacción violenta en los medios y redes sociales contra Alemania y, en particular, su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, escribe 'The Guardian'.

La tendencia #EstoEsUnGolpe se originó a partir de un tuit de Sandro Maccarrone, profesor de física de la ciudad de Barcelona: "La propuesta del eurogrupo es un golpe de estado encubierto contra el pueblo griego". En cuestión de horas, recibió 200.000 tuits y llegó a ser el segundo 'hashtag' más importante en Twitter en todo el mundo, y el más popular en Alemania y Grecia. El 'hashtag' también contó con numerosos seguidores en Finlandia, cuyo gobierno está abierto a la idea del 'Grexit'.

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, por ejemplo, tuiteó bajo el citado 'hashtag': "Grecia quiere estar en Europa, quiere pagar deuda y negociar. Pero quiere también respeto, democracia y derechos humanos. Yo estoy con Grecia". El líder del partido español Podemos, Pablo Iglesias, también quiso dar su opinión: "Todo nuestro apoyo al pueblo griego y a su gobierno frente a los mafiosos".

Numerosos usuarios recordaron que Alemania fue víctima de duros préstamos al acabar la Primera Guerra Mundial. "Alemania aplasta a Grecia y envía un mensaje a España, Portugal e Italia", tuitearon otros. A menudo las publicaciones incluyeron fotos con el rostro del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, marcado con una esvástica o imágenes de la ocupación de Grecia por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.

La tendencia recibió importante respaldo cuando Paul Krugman, premio Nobel de Economía en 2008, la elogió en su blog de 'The New York Times': "El #ThisIsACoup es exactamente correcto", escribió el economista. "Esto va más allá de la dureza, es venganza pura, la destrucción completa de la soberanía nacional, y no hay esperanza de alivio", aseveró el prestigioso economista.

Varoufakis: “Ves figuras muy poderosas mirarte a los ojos y decirte: ‘Tienes razón, pero vamos a machacarte’”
Yanis Varoufakis ha hablado por primera vez desde que dejó su puesto como ministro de Finanzas griego. Lo ha hecho en una entrevista en la publicación NewStatesman. Una entrevista en la que hace un repaso a su experiencia personal, pero al tiempo da una mirada sobre la negociación y las fuerzas que mueven la Unión Europea, que no dejan de ser reveladoras.

“Los ‘poderes reales’ son como temías…”
En el sentido personal, Varoufakis, después de dejar su cargo, dice sentirse “liberado”. “Dormía dos horas cada día durante 5 meses… También liberado por no tener que mantener ya esta increíble presión por defender una posición que encontraba difícil de defender…”. Pero asegura que la experiencia de estos meses de extremadamente duras negociaciones con la Troika le han resultado positivas…, incluso en lo negativo.

Por ejemplo, Varoufakis hablar de lo que llama una especia de poderes ‘oscuros’… En concreto, reconoce que le gustó “la información oculta que uno consigue (al ocupar un puesto así)… que se confirmen tus peores temores… Tener “los poderes reales” hablándote directamente, y ver que son como temías…, que la situación es peor de lo que imaginabas!”. Y cuando el periodista le pregunta a qué se refiere, Varoufakis responde: “la completa falta de escrúpulos democráticos en nombre de los supuestos defensores de la democracia de Europa. El sobreentendido de la otra parte de que estamos en la misma lógica analítica… (Y aún así) tener a figuras muy poderosas mirarte a los ojos y decirte “Tienes razón en lo que dices, pero vamos a machacarte en cualquier caso”".

Una situación que le lleva a declarar que en sus discusiones no entraban nunca en conversaciones económicas, en debates… y da a entender que lo que él llama a menudo “la otra parte” no escuchaba: “tu planteas un argumento que realmente has elaborado, para asegurarte que el coherente y lógico, y lo que tienes enfrente es sólo un mirada vacía… Podría lo mismo haber cantado el himno nacional sueco”.

“Quizás los países endeudados no debiéramos tener elecciones y firmar donde nos digan”
 Las buenas palabras y la comprensión, incluso desde “los más altos niveles” del FMI, dice Varoufakis, llegaban sólo “a puerta cerrada”, nunca a la luz pública. Y centra en Schäuble, el ministro económico de Merkel, esa falta de diálogo. Según el griego, el alemán le dijo “No discuto el programa…, esto fue aceptado por los gobiernos previos y no podemos consentir que una elección cambie nada”. El argumento de Schäuble es que son 19 países en el euro y que hay elecciones todo el tiempo por lo que si se cambiara cada vez que hay un cambio de gobierno los acuerdos en la Unión no valdrían para nada.

Varoufakis confiesa que entonces le dijo: “Bien, quizás los países endeudados simplemente deberíamos dejar de celebrar elecciones”. Y el propio exministro griego ratifica irónicamente su idea: “Sí, esa sería una buena idea, aunque resulte difícil. Así es que o firmas encima del espacio en blanco o estás fuera”.

Da a entender también Varoufakis que Merkel jugaba el papel de ‘policía bueno’ frente al de Schäuble…, que ella aseguraba a Tsipras que “encontraremos una solución, no dejaré que nada malo ocupa”, mientras su colega de economía le decía a él, “o te subes al caballo, o estás muerto”.

“Desde el primer momento los otros países endeudados fueron nuestros más acérrimos enemigos”
El periodista pregunta a Varoufakis si buscaron la alianza con los otros países endeudados, y el exministro griego contesta de manera rotunda que “no, y la razón es muy simple: desde el primer momento esos países dejaron muy claro que eran los más acérrimos enemigos de nuestro gobierno… 

Y la razón es que naturalmente eso les aniquilaría políticamente, porque tendrían que responder a su población por qué no negociaron como nosotros estábamos haciendo”.

Sobre su relación con Podemos, reconoce que “siempre tuvimos una buena relación con ellos”, pero que no podían hacer nada, y que cuanto más apoyaba Podemos a Tsiriza, “más adverso se mostraba el ministro de Finanzas de ese país con nosotros”.

También da a entender Varoufakis que sólo Alemania tiene voz en Europa. Reconoce que el gobierno socialdemócrata francés, por ejemplo, en ocasiones intentaba “usar un lenguaje muy juicioso”, pero que “al final, cuando Doc Schäuble respondía y se determinaba la línea oficial, el ministro de finanzas francés acababa por doblegarse y aceptar”.

“Nuestra Eurozona es lugar muy inhóspito para la gente decente”
Sobre la salida de Grecia del euro, el llamado ‘Grexit’, Varoufakis reconoce que estuvo en la mesa desde el día uno, y que tenía un pequeño equipo de cinco personas trabajando en qué hacer en ese caso, pero al tiempo reconoce que una cosa es prepararse para la teoría y otra preparar al país para una decisión ejecutiva de ese tipo.

Se declara Varoufakis contrario al cierre de los bancos en Grecia, el ‘corralito’, que él apoyaba una respuesta ‘enérgica’ que incluiría imprimir sus propios euros, o al menos anunciar que lo iban a hacer, pero dice que llevó a cabo la implantación del ‘corralito’ cumpliendo órdenes y coordinándose con el Banco Central Europeo y el Banco de Grecia.

Por último, Varoufakis regresa al cierre de la entrevista a su idea inicial sobre las fuerzas oscuras, para dejar una frase contundente: “nuestra Eurozona es lugar muy inhóspito para la gente decente”.

Desmontando mentiras: Los griegos trabajan 671 horas más al año que los alemanes
¿Cree en el mito de que los griegos trabajan poco, se jubilan pronto y pagan menos impuestos? Los datos recién publicados por la OCDE hacen saltar por los aires los tópicos: el país europeo donde los empleados trabajan más horas es Grecia y donde menos, Alemania. La diferencia entre ambos es de 671 horas al año, lo que equivale casi a un 50%.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha divulgado un 'ranking' mundial a partir del número de horas que se trabajan por país. Contrariamente a lo que se creía hasta el momento, Grecia se sitúa en cabeza en el continente europeo con una jornada laboral de 2.042 horas anuales por empleado, reporta 'El País'.

Los países en los que menos horas al año se trabaja son principalmente los del centro y norte de Europa. En cinco estados se trabaja menos de 1.500 horas al año: Francia, Dinamarca, Noruega, Holanda y Alemania. Este último cierra la lista con solo 1.371 horas anuales de trabajo, lo que supone casi un 50% menos que Grecia.

Otros mitos relacionados con la situación en Grecia tras los años de recesión también quedan en entredicho. La cadena española La Sexta informaba recientemente de que el número de impuestos que se pagan en el país heleno es superior al de otros países europeos. Los griegos "recaudan más impuestos que en España, aproximadamente un 45% del PIB son ingresos fiscales y en España no llegan al 38%, contrariamente a lo que se piensa de que nadie en Grecia paga impuestos", explica Alejandro Inurrieta, director de la Escuela de Finanzas de Madrid.

Asimismo, Grecia destaca por sus bajas pensiones y, contrariamente a lo generalmente extendido, la edad de jubilación no es muy distinta de la de otros países europeos: según el citado experto, se da "entre los 60 y los 65 años, es flexible, en función de la pirámide de población que tenga y la situación del empleo en Grecia, que es tan mala o incluso peor que en el caso español".

Análisis ¿Por qué lo has hecho, Alexis?
Por Paco Bello
No es un buen momento para escribir, y todo lo que ahora diga va a tener poco valor para mí mismo en esta nube, pero no importa demasiado. Me encantaría decir que nos han fallado todos, que la esperanza en la política institucional ha muerto por simpatía en España, y que los políticos de Grecia no solo no han estado a la altura de su pueblo, sino que han traicionado directamente a aquellos a los que de paso han destrozado anímicamente y a nivel de confianza por generaciones, o que hemos fallado nosotros, nosotras, los y las que nunca hemos querido entrar en política de alfombras, o que los que mandan de verdad han dado el golpe de gracia a los que solo asistimos como espectadores a su tragicomedia, pese a que el drama servido no es una ficción y pese a que en cada acto nos golpean más fuerte. Pero no es, por desgracia, tan sencillo como todo eso, aunque sí sirva como base.

Esperaba, porque debo ser increíblemente ingenuo, que a lo que aspiraba el gobierno heleno de Syriza era a una expulsión controlada del euro. Y lo esperaba porque consideraba que lo que ayer resultaba inaceptable, hoy seguiría siéndolo, máxime después de convocar a tu propio pueblo a referéndum. También porque para evitar males mayores, era más sencillo vender a la población que ellos no eran los responsables del sufrimiento provocado por un ‘Grexit’ impuesto desde fuera, que cargar con lo contrario. Y también porque era mucho más factible y prudente esa salida con el apoyo de la UE que sin él. Lo que sí parecía definitivo, de una u otra forma, era que la única opción ética, e incluso pragmática, si se pensaba mínimamente en las mayorías, era recuperar la soberanía nacional, por traumático que pudiera resultar a corto o medio plazo. Aunque también debo decir que nunca me he tragado las bravuconadas del ministro alemán Schäuble respecto a su pretensión de expulsar a Grecia del euro sabiendo que, para la Alemania de Merkel, en realidad eso es un tabú, porque la Eurozona no es una opción, sino una cárcel de la que el gobierno de Alemania es el director de prisiones.

Ya se ha llegado a un acuerdo, las bolsas suben y los mamporreros del sistema financiero nos dan lecciones. No hay que ver más que a Mariano el estadista cómo se suelta en twitter.

Lo que ha aceptado Tsipras no es mucho peor, es muchísimo peor que lo que sometió a votación de su pueblo y que fue rechazado. Ahora en el Parlamento tendrá que someter a aprobación lo pactado con los buitres de la Troika y lograrlo con los votos de los PP, PSOE y Ciudadanos de Grecia (ND, PASOK y To Potami), porque además de su propio socio de gobierno (Griegos Independientes) muchos de los miembros de su propio partido votarán en contra, así como los comunistas del KKE y los nazis de Amanecer Dorado. El ministro de Trabajo, Panos Skurletis, ante el nuevo panorama, ya ha declarado que probablemente adelantarán las elecciones a este mismo otoño, aunque hasta entonces, y esto no lo ha dicho Skurletis, se forme un ‘gobierno de unidad’ junto a los partidos pro-europeos (pro-mafia).

Seguro que hay mucho visionario que ya tenía claro lo que iba a ocurrir. Yo solo tenía dudas, todas las dudas. Y es que esto que ha ocurrido abre definitivamente un cisma a nivel de opinión pública, y puede acabar de mil maneras distintas: 999 de ellas son pésimas, pero una puede ser positiva, y ninguna de ellas es la ideal para nadie, tampoco para los que se pretenden los amos del mundo.

Esto es un extracto de lo que ha escrito hace unas horas el Nobel Paul Krugman en su blog del NYT:
Supongamos que consideras a Tsipras un imbécil incompetente. Supongamos que quieres ver a Syriza fuera del poder a toda costa. Supongamos que, incluso, ves con buenos ojos la idea de empujar a esos griegos molestos fuera del euro.

Incluso si todo eso fuera cierto, esta lista de exigencias del Eurogrupo es una locura. La etiqueta de Twitter ThisIsACoup es exactamente correcta. Esto va más allá de la venganza pura, la destrucción completa de la soberanía nacional y la falta de esperanza de alivio. Probablemente pretende ser una oferta que Grecia no pueda aceptar; pero aun así, es una traición grotesca de todo lo que el proyecto europeo se suponía que representa.

No puede expresarse de otra forma, porque el panorama es meridiano. Los gobiernos Europeos dan forma al brazo ejecutor de la mayor organización criminal que ha existido. Pero eso cada día escapa a menos gente. El caso es que Tsipras ha aceptado lo inaceptable.

Y ahora, aunque a mí me costará días de incredulidad interna asumirlo, ya se puede decir. Una persona decente hubiera dimitido antes que aceptar semejante expolio económico y tan brutal condena social, o mejor, hubiera consultado a los griegos, tratándolos como adultos (que es lo que son) responsables, y esta vez sí con una pregunta que mereciera la consulta: si iban a por todas o no. Tsipras, por miedo, por coacción, por equivocación o por un paternalismo que nadie le ha pedido o por propia voluntad, ha jugado con su pueblo, un pueblo que, al menos en el caso griego, ha demostrado ser muchísimo mejor que sus gobernantes.
V
a a costar mucho reponerse, y van a sucederse infinidad de preguntas que sobrepasan el ámbito griego. Pero hoy no tendremos respuesta, aunque lo ocurrido no saldrá gratis a nadie, y la incertidumbre es la única certeza que podremos aventurar de momento. Tsipras y la UE han subido la apuesta. Si gana definitivamente la banca es lo que tendremos que ver muy pronto, y si es así, nos espera un futuro muy oscuro, mucho más que nuestro presente.

Fuente: Iniciativa Debate, Eldiario.es, RT y agencias

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