por Manlio
Dinucci
Según la
Federación de Científicos Estadounidenses, la probabilidad de estallido de
una guerra nuclear es en este momento similar a la que existió en tiempos
de la guerra fría. Manlio Dinucci recuerda que, olvidando sus promesas
electoralistas, Barack Obama ha reactivado la carrera armamentista
nuclear. Dinucci expone aquí el desarrollo sin precedentes del arsenal
nuclear de Estados Unidos.
Red Voltaire | Roma (Italia) | 28 de enero de 2015
La aguja del
Reloj del Apocalipsis, el simbólico índice que utiliza el Boletín de los
Científicos Atómicos para mostrar a cuántos minutos estamos de la
medianoche que sería la guerra nuclear, se ha desplazado hacia el momento
fatal: en 2012 estábamos a 5 minutos de la medianoche nuclear y
en 2015 estamos a sólo 3 minutos de ella [1], como en 1984, cuando el mundo
se hallaba en plena guerra fría.
Los grandes
medios de prensa no dijeron absolutamente nada sobre ese tema, a pesar de
que quienes están tocando la alarma son prestigiosos científicos de la
universidad de Chicago. En efecto, después de consultar a otros colegas
–entre los que se hallan 17 ganadores del Premio Nobel–, estos
respetables hombres de ciencia evalúan la posibilidad de que
se produzca una catástrofe provocada por el uso de armas atómicas ahora conjugado
con el cambio climático.
El prudente
optimismo sobre la posibilidad de mantener bajo control la carrera armamentista
nuclear se ha desvanecido ante 2 tendencias: el impetuoso desarrollo de
los programas de modernización del armamento nuclear y el sustancial
bloqueo de los mecanismos de desarme.
En primer
lugar entre los factores que provocan la reactivación de la carrera
armamentista nuclear, los científicos estadounidenses señalan el programa de «modernización»
de las fuerzas nucleares estadounidenses, cuyo costo califican de «astronómico».
Confirman
así lo que ya se había documentado anteriormente [2]: el presidente estadounidense Barack Obama –a
quien se le otorgó en 2009 el Premio Nobel de la Paz por «su visión
de un mundo libre de armas nucleares, que ha estimulado poderosamente el
desarme»– ha presentado 57 proyectos de modernización de las
instalaciones nucleares militares, por un costo estimado en 355 000
millones de dólares en 10 años. Ese programa también prevé la construcción
de 12 nuevos submarinos capaces de lanzar ataques nucleares –dotados
cada uno de 24 misiles portadores de hasta 200 ojivas
nucleares–, de otros 100 bombarderos estratégicos –armados cada uno
con unos 20 misiles o bombas nucleares– y de 400 misiles balísticos
intercontinentales basados en instalaciones terrestres –dotados cada uno
de una poderosa ojiva nuclear. Se estima que el programa completo costará
unos 1 000 millardos de dólares [3].
Por
supuesto, los científicos estadounidenses señalan que Rusia también está
modernizando sus fuerzas nucleares. Moscú confirma que esas fuerzas
realizarán en 2015 más de 100 maniobras. Según la Federación de
Científicos Estadounidenses, Estados Unidos mantiene
1 920 ojivas nucleares estratégicas listas para el lanzamiento, de un
total de 7 300, frente a 1 600 ojivas rusas, de un total de
8 000. Contabilizando las ojivas de Francia y de Gran Bretaña,
las fuerzas nucleares de la OTAN disponen de 2 370 ojivas atómicas
listas para el lanzamiento. Si agregamos las de China, Pakistán, la India,
Israel y Corea del Norte, el total de ojivas nucleares puede estimarse en
16 300, de las que 4 350 están listas para entrar en acción.
Estos son
estimaciones aproximadas por defecto ya que nadie sabe exactamente cuántas
ojivas nucleares hay en cada arsenal. Lo que sí se sabe científicamente es
que si esas ojivas llegasen a ser utilizadas, borrarían a la especie
humana de la faz del planeta. Y esta situación, ya peligrosa,
se agrava cada vez más a causa de la militarización creciente del
espacio.
Sin embargo,
una resolución en contra del despliegue de armas en el espacio exterior,
presentada por Rusia en la ONU, ha recibido los votos negativos de
Estados Unidos, Israel, Ucrania y Georgia mientras que todos los países
miembros de la Unión Europea optaron por la abstención.
La abstención
fue, por consiguiente, la opción que adoptó Italia, país donde
en franca violación del Tratado de No Proliferación Nuclear,
se almacenan entre 70 y 90 bombas atómicas estadounidenses
actualmente en fase de «modernización»; país donde por segundo
año consecutivo tuvo lugar la maniobra de guerra nuclear organizada
por la OTAN en un continente [Europa] y donde los grandes medios de prensa, que
parecen iluminarnos sobre cualquier cosa, apagan los proyectores para que
no veamos como la aguja del Reloj del Apocalipsis se acerca al momento
fatídico.
[1] “Three minutes and counting”, por Lynn Eden, Robert Rosner, Rod Ewing, Sivan Kartha, Edward
"Rocky" Kolb, Lawrence M. Krauss, Leon Lederman, Raymond T.
Pierrehumbert, M. V. Ramana, Jennifer Sims, Richard C. J. Somerville, Sharon
Squassoni, Elizabeth J. Wilson, David Titley y Ramamurti Rajaraman, Bulletin
of the Atomic Scientists, 19 de enero de 2015.
[3] 1 millardo = 1 000 millones
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