Lunes 22 de Octubre de 2018
Ayer la revista
Science publicó un artículo titulado “¿Investigación agrícola o un nuevo
sistema de armas biológicas?” en el que varios especialistas plantean sus dudas
sobre un proyecto de investigación del Pentágono (1). El programa propone
introducir alteraciones genéticas en campos de cultivos ya plantados,
utilizando virus infecciosos que se dispersarían a través de insectos. Según
los autores del artículo, estas características hacen pensar que el proyecto
tiene intención de ser utilizado de forma ofensiva y, por tanto, convertirse en
una posible arma biológica.
“El programa puede ser
claramente percibido como un esfuerzo para desarrollar agentes biológicos con
fines hostiles, lo que, de ser cierto, constituiría una violación de la
Convención sobre Armas Biológicas”, aseguran los firmantes del artículo, Guy
Reeves y Derek Caetano, del Instituo Max Planck de Biología Evolutiva, Silja
Vöneky, del Instituto de Derecho Internacional y Ética del Derecho y Christophe
Boëte, del Instituto de Ciencias de la Evolución de Montpellier.
Los científicos se
refieren al programa Insect Allies, financiado por DARPA, la Agencia de
Proyectos de Investigación Avanzada del Pentágono (2). El programa ha sido
definido por la agencia como un método para luchar contra las amenazas que
puedan afectar “al suministro de alimentos de los Estados Unidos”, “incluidos
los patógenos, la sequía, las inundaciones y las heladas”, pero especialmente
aquellas “introducidas por agentes estatales o no estatales”.
Sin embargo, los
investigadores aseguran que “el conocimiento que se obtendrá de este programa
parece muy limitado a la hora de mejorar la agricultura estadounidense o para
responder a emergencias nacionales” y advierten de que, a pesar de haber pasado
ya dos años desde su inicio, “ha habido pocas explicaciones públicas de cómo se
podrían aplicar los desarrollos derivados de la ejecución del plan a los
beneficios agrícolas anunciados”.
El proyecto tiene como
objetivo dispersar virus infecciosos genéticamente modificados que han sido
diseñados para alterar el ADN de los cultivos directamente en los campos, lo
que se conoce como ingeniería genética por transferencia horizontal y que
difiere de la modificación genética que se realiza en laboratorio de forma
controlada. “Las implicaciones regulatorias, biológicas, económicas y sociales
de la dispersión de estos agentes horizontales de alteración genética en los
sistemas ecológicos son profundas”, advierten los investigadores.
Pero lo que resulta
especialmente preocupante para los científicos es el método utilizado para
dispersar el virus, ya que DARPA obliga a utilizar insectos como medio de
distribución, en lugar de hacerlo con métodos más fáciles de controlar como la
fumigación. “Todos los beneficios hipotéticos para la agricultura podrían
probablemente alcanzarse a través de la fumigación”, afirman los
investigadores, por lo que, en su opinión, el enfoque de DARPA refleja “una
intención de desarrollar un medio de dispersión con fines ofensivos”.
En el artículo, los
científicos plantean un ejemplo a partir de la liberación de insectos
infectados con virus modificados genéticamente en un campo de maíz. Los
insectos afectarían a las plantas, que terminarían teniendo una alteración
provocada por el virus.
Los firmantes del
artículo también se quejan de la opacidad y la falta de información sobre
algunas de las partes del programa. Cualquier proyecto de este tipo a nivel
mundial tendría que pasar una serie de evaluaciones sobre las implicaciones
éticas, comerciales o de bioseguridad, sin embargo, en este caso no se conocen
los resultados de tales evaluaciones, ni si las ha habido.
“Si esto se aceptara
como la norma mundial para la financiación de proyectos que puedan llevar a
cabo investigaciones potencialmente peligrosas, las prácticas y normas que han
contribuido a mantener nuestro mundo libre del uso de armas biológicas
devastadoras durante más de 60 años podrían verse seriamente socavadas”,
concluyen los investigadores.
El
programa Insect Allies se inició en 2016, tiene una duración
programada de 4 años y actualmente cuenta con más de 27 millones de dólares en
contratos de investigación adjudicados a varios consorcios. Las plantas
objetivo del programa de experimentación son el maíz y el tomate, mientras
que las especies de insectos de dispersión incluyen saltamontes, moscas blancas
y pulgones.
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NOTA DEL AUTOR DEL BLOG:
A veces ciertos sectores
defensores de los intereses creados se escudan en que ciertas informaciones que aparecen en internet, sobre
todo cuando no les gustan, son difundidas por “conspiranóicos” como yó que con
65 años cumplidos he podido ver algunas cosas que se esconden detrás de la
cortina y debajo de algunas alfombras. En este caso el artículo que presento
está extraído de la web citada anteriormente y que como podrá observarse a lo
largo de muchos artículos publicados aquí, tengo plena confianza en sus
contenidos. Pero es que además es un argumento contra los que esgrimen que las
fuentes no son creíbles o los argumentos no son científicos. Señores, lo
publica la revista mundialmente conocida en los ámbitos científicos más serios
y de mayor solvencia del planeta. La revista SCIENCE.
Esto es para los escépticos más
recalcitrantes y sobre todo para aquellos que argumentan previo pago de alguien.