En sólo
meses, el contenido de los medios de difusión nacionales e internacionales ha
sufrido un profundo cambio en Occidente. Estamos siendo testigos del
nacimiento de una “Entente” cuyos verdaderos iniciadores y objetivos reales aún
se desconocen pero cuyas consecuencias directas contra la democracia ya
son palpables.
Red Voltaire | Damasco (Siria) | 7 de marzo de 2017
Occidente
está atravesando una crisis sistémica sin precedente: poderosas fuerzas están
orientando poco a poco a todos los medios de difusión en una dirección
única. Simultáneamente, el contenido de los medios se transforma.
El año pasado todavía mostraban cierta lógica y tendencia a la
objetividad.
Y se aportaban mutuamente la contradicción en una sana emulación.
Ahora actúan como manada, basan su coherencia en la manipulación de emociones y
arremeten con saña contra las personas a las que denuncian.
La idea de
una Entente de los medios de difusión es la prolongación del experimento
del International Consortium for Investigative Journalism (ICIJ) («Consorcio
Internacional para el Periodismo de Investigación»), un ente que
no reúne medios de difusión sino sólo periodistas a título individual y
que se hizo célebre publicando información robada en la contabilidad de
dos oficinas de abogados de las Islas Vírgenes Británicas, el gabinete
PricewaterhouseCoopers (PwC), el banco HSBC y la oficina panameña Mossack
Fonseca.
Si bien
algunas sacaron a la luz verdaderos delitos de alguna que otra personalidad
occidental, esas revelaciones fueron utilizadas principalmente para
desacreditar a dirigentes chinos y rusos. Lo más importante es que, con el
pretexto de contribuir a la lucha contra la corrupción, la violación de la
confidencialidad de abogados y bancos perjudicó gravemente a miles de clientes
honestos sin suscitar reacción alguna de parte de la opinión pública.
Desde hace
alrededor de 40 años puede verse un reagrupamiento paulatino de los
medios de difusión en trusts internacionales. Hoy en día, más de
dos terceras partes de la prensa occidental pertenece a sólo
14 grupos (21st Century Fox, Bertelsmann, CBS Corporation, Comcast,
Hearst Corporation, Lagardère Group, News Corp, Organizações Globo,
Sony, Televisa, The Walt Disney Company, Time Warner, Viacom y
Vivendi). En este momento, la alianza montada entre Google Media Lab
y First Draft está creando vínculos entre esos grupos, que ya
se hallaban en posición dominante.
En esa
Entente mediática están además las 3 principales agencias de prensa del
planeta –Associated Press (AP), la Agence France-Presse (AFP) y Reuters–,
lo cual le garantiza una posición hegemónica en materia de información.
Es evidente que se trata de un caso de «entendimiento ilícito» [1]. Pero su objetivo no es
uniformizar precios sino uniformizar las mentes, imponer un pensamiento
ya dominante.
Puede
observarse que todos los miembros –sin excepción– de la Entente de Google
ya han venido presentando, durante los últimos 6 años, una visión unívoca
de lo que sucede en el Medio Oriente ampliado. Pero no existía
entre ellos ninguna forma de concertación previa… o no se conocía.
Es interesante ver que en esa Entente también se encuentran 5 de las
6 televisiones internacionales que participaron en el equipo de propaganda
de la OTAN (Al-Jazeera, BBC, CNN, France24, Sky, sólo parece faltar
Al-Arabiya).
En Estados
Unidos, Francia y Alemania, Google y First Draft (expresión del inglés que
significa «primer borrador» o «version uno») han reunido
bajo su tutela medios localmente presentes en esos países y medios de alcance
internacional, supuestamente para “verificar” la veracidad de ciertos
argumentos. Además de que se desconoce quién se esconde detrás de
First Draft y qué intereses han llevado una firma comercial especializada
en informática a asumir el financiamiento de esta iniciativa, lo cierto es
que el resultado no tiene mucho que ver con un regreso a la
objetividad.
En primer
lugar porque las imputaciones que esos entes “verifican” no se seleccionan
en función de su importancia en el debate: se seleccionan porque las
mencionan individuos a quienes esta Entente quiere denunciar. Esas
verificaciones supuestamente deberían acercarnos a la verdad, pero no es
así: lo que hacen es tratar de convencer al ciudadano de que los medios de
la Entente son honestos y que las personas que los denuncian no lo son.
El objetivo no es una mejor comprensión del mundo sino destruir la
reputación de los individuos “incómodos”.
En segundo
lugar porque una regla no escrita de esta Entente de medios es que
se verifican solamente las afirmaciones de fuentes exteriores a esa
Entente… pero sus miembros no se critican entre sí.
Lo que buscan es reforzar la idea de que el mundo se divide en
dos bandos: «nosotros», –que decimos la verdad– y «los otros»
–obligatoriamente mentirosos. Esta manera de proceder viola el principio del
pluralismo, elemento básico de la democracia, y abre el camino a la
imposición de una sociedad totalitaria. Pero eso no es nada nuevo
porque ya vimos su aplicación en la cobertura de las primaveras árabes y
de las guerras contra Libia y Siria. La diferencia es que ahora
se aplica, por vez primera, a una corriente occidental de
pensamiento.
Y,
finalmente, porque las imputaciones que esa Entente califica de «falsas»
nunca serán vistas como errores, siempre serán consideradas como mentiras.
O sea, se trata a priori de atribuir a «los otros»
intenciones maquiavélicas, para desacreditarlos. Con ello se viola la
presunción de inocencia, principio básico de la justicia.
Por todas
esas razones, el funcionamiento del Consorcio Internacional para el Periodismo
de Investigación y el de la Entente creada por Google y First Draft
contradicen la Carta de Munich de la Organización Internacional de
Periodistas (OIP), concretamente los artículos 2, 4, 5 y 9, de su título
II.
No por
casualidad vemos cómo avanzan acciones judiciales descabelladas precisamente
contra los mismos que ya son blanco de la Entente de medios de
difusión. En Estados Unidos desenterraron la ley Logan para
utilizarla contra el equipo de Donald Trump, un texto que nunca llegó
a aplicarse desde su adopción, hace 2 siglos. En Francia,
han recurrido a la ley Jolibois contra los tweets políticos de Marine
Le Pen, un texto que la jurisprudencia había limitado a la difusión
(por demás posible bajo ciertas condiciones) de algunas revistas
ultrapornográficas. La erradicación del principio de presunción de
inocencia, en los casos de los individuos a eliminar, permite
llevarlos al banquillo de los acusados con cualquier pretexto jurídico. Es importante
observar que las acusaciones que se esgrimen recurriendo a esas leyes
contra el equipo de Trump (en Estados Unidos) y contra Marine Le Pen
(en Francia), podrían servir también contra muchas otras personalidades…
pero nadie lo hace.
Por otro
lado, la ciudadanía ya no reacciona cuando es la Entente mediática
quien divulga acusaciones falsas. Por ejemplo, en Estados Unidos ese
ente inventó que los servicios secretos rusos tenían un expediente
comprometedor sobre Donald Trump y que lo estaban chantajeando. En Francia,
esa misma Entente inventó que es posible emplear ficticiamente a una
asistente parlamentaria, delito que atribuyó a Francois Fillon… candidato
“incómodo” a la presidencia.
En Estados
Unidos, los miembros, grandes o pequeños, de la Entente mediática están
arremetiendo contra el presidente. Sus informaciones provienen de las
intercepciones telefónicas que la administración Obama ordenó indebidamente
contra el equipo de Trump. Todo eso demuestra que existe una
coordinación entre la Entente mediática y los magistrados que utilizan las
alegaciones que esta divulga para bloquear la acción gubernamental de la
actual administración. Se trata, indiscutiblemente, de un sistema mafioso.
Los medios
estadounidenses y franceses están atacando implacablemente a dos candidatos a la
presidencia de Francia: Francois Fillon y Marine Le Pen.
Al problema general de la Entente mediática se agrega en este caso la
impresión errónea de que ambos blancos son víctimas de una conjura
franco-francesa, cuando en realidad las órdenes vienen de Estados Unidos.
Los franceses están comprobando que sus medios emiten información sesgada,
creen –erróneamente– que se trata de una campaña contra la derecha y buscan
–también erróneamente– a los manipuladores en su propio país.
En Alemania,
esta Entente todavía no resulta efectiva, sólo debería serlo durante las
elecciones legislativas.
En tiempos
del Watergate, ciertos medios dijeron ser un «Cuarto Poder», después del
poder ejecutivo, el legislativo y el judicial. Afirmaron que la prensa
ejercía sobre el gobierno una función de control en nombre del Pueblo.
Ni siquiera entraremos a mencionar aquí el hecho que lo que en
aquel momento se imputó al presidente Nixon fue haber ordenado interceptar
los teléfonos del partido de oposición, lo mismo que ha hecho Obama.
Hoy se sabe que «Garganta Profunda», la fuente del escándalo
del Watergate, lejos de ser un denunciante ciudadano –los españoles dirían un
“alertador”– era nada más y nada menos que Mark Felt, alto
responsable del FBI que incluso se había convertido en número 2 de
esa agencia federal a finales de los años 1960. El manejo de aquel
escándalo en realidad fue parte de la lucha entre una facción de la
administración y la Casa Blanca y los electores fueron simplemente manipulados
por ambos bandos a la vez.
Aceptar la
idea del «Cuarto Poder» sería reconocer a los 14 trusts que poseen
la gran mayoría de los medios de prensa occidentales la misma legitimidad que
al conjunto de la ciudadanía. Sería confirmar el reemplazo de la
democracia por una oligarquía.
Queda un
punto por aclarar. ¿Cómo elije la Entente mediática los blancos de sus
ataques? Lo único que Donald Trump, Francois Fillon y Marine Le Pen
tienen en común es que quieren reanudar los contactos con Rusia y
luchar a su lado contra la matriz del yihadismo, que es la Hermandad
Musulmana. Aunque Francois Fillon ya fue primer ministro de un gobierno que
estuvo implicado en esos acontecimientos, los tres encarnan la corriente
de pensamiento que contradice la versión dominante sobre las primaveras árabes
y sobre las guerras contra Libia y Siria.
Red Voltaire
Voltaire,
edición Internacional
**********************************************************************
**********************************************************************