lunes, 12 de junio de 2017

El nuevo Orden Mediático Mundial



En sólo meses, el contenido de los medios de difusión nacionales e internacionales ha sufrido un profundo cambio en Occidente. Estamos siendo testigos del nacimiento de una “Entente” cuyos verdaderos iniciadores y objetivos reales aún se desconocen pero cuyas consecuencias directas contra la democracia ya son palpables.

 Red Voltaire | Damasco (Siria) | 7 de marzo de 2017 


Occidente está atravesando una crisis sistémica sin precedente: poderosas fuerzas están orientando poco a poco a todos los medios de difusión en una dirección única. Simultáneamente, el contenido de los medios se transforma. El año pasado todavía mostraban cierta lógica y tendencia a la objetividad. 

Y se aportaban mutuamente la contradicción en una sana emulación. Ahora actúan como manada, basan su coherencia en la manipulación de emociones y arremeten con saña contra las personas a las que denuncian.

La idea de una Entente de los medios de difusión es la prolongación del experimento del International Consortium for Investigative Journalism (ICIJ) («Consorcio Internacional para el Periodismo de Investigación»), un ente que no reúne medios de difusión sino sólo periodistas a título individual y que se hizo célebre publicando información robada en la contabilidad de dos oficinas de abogados de las Islas Vírgenes Británicas, el gabinete PricewaterhouseCoopers (PwC), el banco HSBC y la oficina panameña Mossack Fonseca.

Si bien algunas sacaron a la luz verdaderos delitos de alguna que otra personalidad occidental, esas revelaciones fueron utilizadas principalmente para desacreditar a dirigentes chinos y rusos. Lo más importante es que, con el pretexto de contribuir a la lucha contra la corrupción, la violación de la confidencialidad de abogados y bancos perjudicó gravemente a miles de clientes honestos sin suscitar reacción alguna de parte de la opinión pública.

Desde hace alrededor de 40 años puede verse un reagrupamiento paulatino de los medios de difusión en trusts internacionales. Hoy en día, más de dos terceras partes de la prensa occidental pertenece a sólo 14 grupos (21st Century Fox, Bertelsmann, CBS Corporation, Comcast, Hearst Corporation, Lagardère Group, News Corp, Organizações Globo, Sony, Televisa, The Walt Disney Company, Time Warner, Viacom y Vivendi). En este momento, la alianza montada entre Google Media Lab y First Draft está creando vínculos entre esos grupos, que ya se hallaban en posición dominante.
En esa Entente mediática están además las 3 principales agencias de prensa del planeta –Associated Press (AP), la Agence France-Presse (AFP) y Reuters–, lo cual le garantiza una posición hegemónica en materia de información. Es evidente que se trata de un caso de «entendimiento ilícito» [1]. Pero su objetivo no es uniformizar precios sino uniformizar las mentes, imponer un pensamiento ya dominante.

Puede observarse que todos los miembros –sin excepción– de la Entente de Google ya han venido presentando, durante los últimos 6 años, una visión unívoca de lo que sucede en el Medio Oriente ampliado. Pero no existía entre ellos ninguna forma de concertación previa… o no se conocía. Es interesante ver que en esa Entente también se encuentran 5 de las 6 televisiones internacionales que participaron en el equipo de propaganda de la OTAN (Al-Jazeera, BBC, CNN, France24, Sky, sólo parece faltar Al-Arabiya).

En Estados Unidos, Francia y Alemania, Google y First Draft (expresión del inglés que significa «primer borrador» o «version uno») han reunido bajo su tutela medios localmente presentes en esos países y medios de alcance internacional, supuestamente para “verificar” la veracidad de ciertos argumentos. Además de que se desconoce quién se esconde detrás de First Draft y qué intereses han llevado una firma comercial especializada en informática a asumir el financiamiento de esta iniciativa, lo cierto es que el resultado no tiene mucho que ver con un regreso a la objetividad.

En primer lugar porque las imputaciones que esos entes “verifican” no se seleccionan en función de su importancia en el debate: se seleccionan porque las mencionan individuos a quienes esta Entente quiere denunciar. Esas verificaciones supuestamente deberían acercarnos a la verdad, pero no es así: lo que hacen es tratar de convencer al ciudadano de que los medios de la Entente son honestos y que las personas que los denuncian no lo son. El objetivo no es una mejor comprensión del mundo sino destruir la reputación de los individuos “incómodos”.

En segundo lugar porque una regla no escrita de esta Entente de medios es que se verifican solamente las afirmaciones de fuentes exteriores a esa Entente… pero sus miembros no se critican entre sí. 

Lo que buscan es reforzar la idea de que el mundo se divide en dos bandos: «nosotros», –que decimos la verdad– y «los otros» –obligatoriamente mentirosos. Esta manera de proceder viola el principio del pluralismo, elemento básico de la democracia, y abre el camino a la imposición de una sociedad totalitaria. Pero eso no es nada nuevo porque ya vimos su aplicación en la cobertura de las primaveras árabes y de las guerras contra Libia y Siria. La diferencia es que ahora se aplica, por vez primera, a una corriente occidental de pensamiento.

Y, finalmente, porque las imputaciones que esa Entente califica de «falsas» nunca serán vistas como errores, siempre serán consideradas como mentiras. O sea, se trata a priori de atribuir a «los otros» intenciones maquiavélicas, para desacreditarlos. Con ello se viola la presunción de inocencia, principio básico de la justicia.

Por todas esas razones, el funcionamiento del Consorcio Internacional para el Periodismo de Investigación y el de la Entente creada por Google y First Draft contradicen la Carta de Munich de la Organización Internacional de Periodistas (OIP), concretamente los artículos 2, 4, 5 y 9, de su título II.

No por casualidad vemos cómo avanzan acciones judiciales descabelladas precisamente contra los mismos que ya son blanco de la Entente de medios de difusión. En Estados Unidos desenterraron la ley Logan para utilizarla contra el equipo de Donald Trump, un texto que nunca llegó a aplicarse desde su adopción, hace 2 siglos. En Francia, han recurrido a la ley Jolibois contra los tweets políticos de Marine Le Pen, un texto que la jurisprudencia había limitado a la difusión (por demás posible bajo ciertas condiciones) de algunas revistas ultrapornográficas. La erradicación del principio de presunción de inocencia, en los casos de los individuos a eliminar, permite llevarlos al banquillo de los acusados con cualquier pretexto jurídico. Es importante observar que las acusaciones que se esgrimen recurriendo a esas leyes contra el equipo de Trump (en Estados Unidos) y contra Marine Le Pen (en Francia), podrían servir también contra muchas otras personalidades… pero nadie lo hace.
Por otro lado, la ciudadanía ya no reacciona cuando es la Entente mediática quien divulga acusaciones falsas. Por ejemplo, en Estados Unidos ese ente inventó que los servicios secretos rusos tenían un expediente comprometedor sobre Donald Trump y que lo estaban chantajeando. En Francia, esa misma Entente inventó que es posible emplear ficticiamente a una asistente parlamentaria, delito que atribuyó a Francois Fillon… candidato “incómodo” a la presidencia.

En Estados Unidos, los miembros, grandes o pequeños, de la Entente mediática están arremetiendo contra el presidente. Sus informaciones provienen de las intercepciones telefónicas que la administración Obama ordenó indebidamente contra el equipo de Trump. Todo eso demuestra que existe una coordinación entre la Entente mediática y los magistrados que utilizan las alegaciones que esta divulga para bloquear la acción gubernamental de la actual administración. Se trata, indiscutiblemente, de un sistema mafioso.

Los medios estadounidenses y franceses están atacando implacablemente a dos candidatos a la presidencia de Francia: Francois Fillon y Marine Le Pen. Al problema general de la Entente mediática se agrega en este caso la impresión errónea de que ambos blancos son víctimas de una conjura franco-francesa, cuando en realidad las órdenes vienen de Estados Unidos. Los franceses están comprobando que sus medios emiten información sesgada, creen –erróneamente– que se trata de una campaña contra la derecha y buscan –también erróneamente– a los manipuladores en su propio país.

En Alemania, esta Entente todavía no resulta efectiva, sólo debería serlo durante las elecciones legislativas.

En tiempos del Watergate, ciertos medios dijeron ser un «Cuarto Poder», después del poder ejecutivo, el legislativo y el judicial. Afirmaron que la prensa ejercía sobre el gobierno una función de control en nombre del Pueblo. Ni siquiera entraremos a mencionar aquí el hecho que lo que en aquel momento se imputó al presidente Nixon fue haber ordenado interceptar los teléfonos del partido de oposición, lo mismo que ha hecho Obama. Hoy se sabe que «Garganta Profunda», la fuente del escándalo del Watergate, lejos de ser un denunciante ciudadano –los españoles dirían un “alertador”– era nada más y nada menos que Mark Felt, alto responsable del FBI que incluso se había convertido en número 2 de esa agencia federal a finales de los años 1960. El manejo de aquel escándalo en realidad fue parte de la lucha entre una facción de la administración y la Casa Blanca y los electores fueron simplemente manipulados por ambos bandos a la vez.

Aceptar la idea del «Cuarto Poder» sería reconocer a los 14 trusts que poseen la gran mayoría de los medios de prensa occidentales la misma legitimidad que al conjunto de la ciudadanía. Sería confirmar el reemplazo de la democracia por una oligarquía.

Queda un punto por aclarar. ¿Cómo elije la Entente mediática los blancos de sus ataques? Lo único que Donald Trump, Francois Fillon y Marine Le Pen tienen en común es que quieren reanudar los contactos con Rusia y luchar a su lado contra la matriz del yihadismo, que es la Hermandad Musulmana. Aunque Francois Fillon ya fue primer ministro de un gobierno que estuvo implicado en esos acontecimientos, los tres encarnan la corriente de pensamiento que contradice la versión dominante sobre las primaveras árabes y sobre las guerras contra Libia y Siria.

[1] En francés, entente illicite. Nota del Traductor.

Red Voltaire

Voltaire, edición Internacional 

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domingo, 4 de junio de 2017

LONDRES 3 DE JUNIO DE 2017, LA MASACRE CONTINUA...

Es terrible que vayas por la calle y que unos seres drogados con Captagon te atropellen porque sí, te acuchillen porque sí, te ametrallen porque sí o te pongan una bomba porque sí.

Ayer 3 de junio tres pobres desgraciados usados mentalmente y drogados por sus asesinos entrenadores, que viven entre nosotros aquí en Occidente, mataron indiscriminadamente a 6 ciudadanos inocentes e hirieron a unas docenas más en Londres.

Es la historia  negra que se repite una y otra vez, cada vez con mayor frecuencia en los propios paises de sus instigadores.

Hay que repetir una vez mas la barbarie expresada por estos promotores del terror que todos sabemos por quién están pagados: la élite sionista y los paises controlados por ellos como EE.UU., Israel, Arabia Saudita y casi todos los paises europeos que sometidos por la OTAN ayudan como corderos a esta nefasta mafia.

Si añadimos la desinformación añadida por los medios de comunicación controlados mayoritariamente por ellos, observamos como además de asustar a sus poblaciones para que se vuelvan más dóciles e implantar sus dictados económicos y de poder, crean una opinión totalmente plagada de islamofobia. Recalcan siempre machaconamente el grito "ALA ES GRANDE" mientras asesinan. Esta es la forma de echar auténtica mierda (Són líderes de la fabricación mundial de este producto fecal) sobre lo que significa el Islam con su profunda filosofía pacifista y humana.

Nadie en la prensa occidental es capaz de decir esto: ¡SEÑORES! ¡EL ISLAM NO ASESINA! 
"Es evidente que a los asesinos no les gusta el Islam, pero al Islam le gustan todavía menos los asesinos".
"Terrorismo  e Islam son incompatibles"
 ¿Por qué no son capaces de desvincular lo uno de lo otro? Simplemente porque a los amos de la prensa no les interesa hacerlo. Mas bién les interesa emponzoñar... lo único que saben hacer.

ES POR ESTO QUE PARA NO REPETIR SIMPRE LA MISMA HISTORIA EN LOS ARTICULOS DE MI BLOG os pongo este artículo de los verdaderos hijos del Islam para darles esa voz que se les niega de forma abrumadora en los medios:

 
Los silencios de la prensa cuando las víctimas son musulmanes

La realidad es que el terrorismo no forma parte del islam
02/06/2017 - Autor: Ángel Álvarez Hernández - Fuente: Webislam 

   
La prensa occidental no deja de enterrar en el olvido los cadáveres de musulmanes. Los atentados terroristas de DAESH solo son noticia relevante cuando se cometen en occidente. Si el atentado es en Oriente Medio, la prensa occidental apenas hace una reseña de los hechos. Los grandes medios de comunicación y las grandes Agencias de Información internacionales, no han dejado de confundir e incluso identificar al terrorismo como el islam, llamándolo radical, islamista, integrista o extremista. La realidad es que el terrorismo no forma parte del islam, y los criminales que lo practican vulneran constantemente los dichos del Profeta, (PyB) y el Sagrado Corán, (que la mayoría de los periodistas no se molestan ni en conocer). Nada hay más contrario a la sharia y a la yihad que un terrorista suicida.  No existe una guerra entre occidente y oriente, ni entre islam y cristianismo. Una guerra así sería una creación artificial y el paraíso para los traficantes de armas y las entidades financieras más sucias, tal y como el Papa Francisco denunció en Sarajevo, cuando declaró:

“Quien habla de paz y favorece la guerra (…) es un hipócrita”

Es necesario que los medios de comunicación visibilicen a los musulmanes que condenan el terrorismo y se oponen al mismo jugándose su propia vida. Algo que no se hace, salvo poner alguna declaración de manera fugaz.

Para la prensa española apenas es noticia la islamofobia. De esta manera, al no visibilizarse la islamofobia parece que no existiera. Si el ciudadano medio no ve los incidentes islamófobos que sufre la comunidad musulmana y solo ve los atentados terroristas que se realizan en su nombre, por fanáticos y delincuentes, es lógico que se sienta amenazado.

El asesinato en Portland de dos hombres que intentaron apaciguar a un supremacista blanco que estaba insultando a dos chicas musulmanas, (una de ellas con hiyab), ha pasado casi desapercibido en la prensa española y europea. También ha pasado casi desapercibida la condena a tres años de prisión del agresor islamófobo que pateó el vientre a una mujer musulmana embarazada que perdió a sus gemelos. Los atentados terroristas en Turquía, Siria o cualquier otra parte de Oriente Medio se ofrecen como algo trágico y rutinario.

La prensa apenas se hizo eco cuando un grupo terrorista asesinó a 68 niños y mujeres que viajan en autobuses en un intercambio de civiles en Siria. El asesinato por un terrorista suicida de 22 niños y adolescentes ha vertido ríos de tinta y horas en los medios de comunicación de masas. Todas las victimas deberían ser tratadas igual, pero al no hacerse esto, se está cayendo en un agravio comparativo muy lamentable.

Esta política mediática está fomentando la islamofobia y dando una visión distorsionada del islam y los musulmanes. No podemos referirnos a los periodistas que publican noticias sobre terrorismo como desconocedores del islam (y de la forma de actuar de los terroristas) cuando llevan décadas escribiendo sobre este problema.

En los grandes medios de comunicación aparece el dolor que generan los terroristas en occidente, las vidas que han destrozado y el sufrimiento, pero jamás, casi nunca, aparecen los enormes beneficios que generan los actos terroristas en las ventas de armas, ni una explicación lógica que aclare cómo es posible que el mal llamado Estado Islámico no haya desaparecido después de estar siendo bombardeado, “teóricamente”, por Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña y Francia, cuatro de los cinco ejércitos más fuertes del mundo. Tampoco se investiga a quién venden los terroristas el petróleo que controlan o cómo realizan la compra de armas. Desconocemos los nombres de quienes se benefician económicamente de sus crímenes.

Si nos fijamos en los autores de los atentados terroristas en occidente podemos constatar que son delincuentes, fanáticos con trastornos mentales o militares neonazis que quieren fomentar la islamofobia y la xenofobia contra los refugiados de países de mayoría musulmana. El padre de Salman Abedi (el terrorista suicida de Manchester que rezaba a voces en la calle), según la web voltairenet.org , era un ex agente libio captado por el MI6 (británico), que intentó atentar contra Gadafi y participó en la creación del Grupo Islámico Combatiente en Libia (GICL), franquicia de al-Qaeda, junto a Abdelhakim Belhadj, actual “Emir de Trípoli”, quien colaboró con la OTAN en la Guerra de Libia entre febrero y octubre del 2.011, que acabó con la destrucción del país con mayor desarrollo humano de África. Actualmente, Libia es un estado fallido desgarrado entre diferentes gobiernos y milicias que se reparten a tiros el territorio y las “zonas petroleras”.

Estamos ante un juego criminal, donde los medios de comunicación, no están haciendo su función. Estamos ante un escenario de guerra de cuarta generación donde no existen enfrentamientos directos entre países occidentales o potencias desarrolladas sino que, en la sombra, éstas apoyan los intereses económicos de corporaciones financieras que se centran en el control de negocios como el petróleo, la venta de armas y las drogas. Esta guerra de cuarta generación, entre otros elementos, se caracteriza por ser:

a) Una guerra asimétrica, que se desarrolla a través de grupos terroristas, que desestabilizan países atacando concentraciones civiles, como cines, espectáculos musicales, supermercados o zonas turísticas de gran afluencia. Ejemplo de esto son los atentados de Manchester o Madrid (11M)

b) De baja intensidad, que se desarrolla a través de la utilización de elementos políticos, sociales, económicos y psicológicos, que incluyen desde las presiones diplomáticas y económicas o las operaciones psicosociales, hasta el terrorismo y la insurgencia con objetivos selectivos. Ejemplo de ésta son las sanciones económicas a Corea del Norte o diplomáticas a países como Irán o Rusia.

c) Sucia,  con intervención del ejército, o grupos paramilitares  contra grupos políticos disidentes y opositores en un país determinado. Ejemplo de esto fue el exterminio de toda la clase intelectual o dirigente en Afganistán, o el asesinato de sindicalistas o periodistas en México o Colombia.
d) Aplicación del terrorismo de Estado, con atentados selectivos contra dirigentes de organizaciones políticas o sociales. Ejemplo conocido son los casos de Palestina.

e) La creación  de grupos fanáticos o sectas donde se utiliza el lavado de cerebro y en las que es esencial la  propaganda y la manipulación a través de las redes sociales. Páginas web, blog o videos, que son editados, y en los que aparecen crímenes, acciones militares o escenas que son recreadas en platós dedicados a filmar escenas que son difundidas por la redes sociales.

En esta guerra de cuarta generación la información juega un papel fundamental, y los medios de comunicación dan la impresión de no ejercer su labor independiente de denuncia social.

Enlaces

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