29 de Mayo
de 2019
María Luisa Ramos Urzagaste
Los alimentos, el agua
y la energía son factores esenciales para la vida, por tanto, quien los
controle tendrá poder en el mundo. Así lo entienden las corporaciones
transnacionales, que no cesan en desplegar sus garras y para ello usan todos
los medios a su alcance.
La tecnología
transgénica es un instrumento eficaz de las transnacionales para mantener bajo
dominio importantes sectores de la economía. Estas corporaciones están
protegidas por el sistema internacional de patentes y no son responsables por
la contaminación ni los daños que ocasionan.
En ese entendido, un
país que se pretenda 'soberano' tendrá que evitar que la seguridad alimentaria,
la salud y el medio ambiente caigan bajo control de esos intereses mezquinos y
ajenos.
El problema surge
cuando los gobiernos optan por defender y promover objetivos particulares o de
grupos, que van en contra de la ruta del bien común, olvidando que fueron
elegidos para proteger a la población en su conjunto, en especial a los más
necesitados.
Más que un coctel de
genes
Los transgénicos u
organismos genéticamente modificados son seres vivos, plantas o animales que
han sido manipulados mediante ingeniería genética, a los que se ha introducido
varios genes de otras especies.
La soja transgénica,
por ejemplo, contiene un gen de otra planta que le otorga resistencia a la
sequía, un gen del 'bacillusthuringiensis', para que resista a ciertas plagas,
un gen de la bacteria 'streptomycesviridochromogenes' para resistir al
herbicida glufosinato de amonio y para generar resistencia al
glifosato se le ha introducido un gen de la bacteria 'agrobacteriumtumefaciens'.
Esto es apenas una
parte de la historia. Se puede agregar, solo como 'curiosidad', que la
tecnología transgénica utiliza por ejemplo partes de adenovirus, retrovirus,
que se caracterizan por alta agresividad, que cumplen diferentes funciones en
el nuevo organismo, entre ellas el de transportar los genes mencionados líneas
arriba.
Por tanto, no se trata
de simple semillas, lo correcto es decir que la semilla transgénica es en
realidad un paquete tecnológico. Esta tecnología implica además el uso de
agroquímicos altamente tóxicos, que mata otras plantas, excepto la transgénica,
por ser resistente a esas sustancias.
El colosal 'lobby' de
las corporaciones
La difusión de la
tecnología transgénica en el mundo se debe a que las corporaciones realizan un
intenso 'lobby' en gobiernos, universidades, sindicatos, centros de
investigación y organizaciones no gubernamentales y así logran su autorización
en cada país, pues así lo exige la normativa internacional.
Compran conciencias,
juegan con la ignorancia de funcionarios públicos irresponsables, que
desconocen los riesgos y que tampoco se interesan en saberlo y la mayoría de
los países no cuenta con normativas adecuadas.
Peor aún, algunas
autorizaciones se realizan en base a información que las propias empresas
privadas proporcionan y no se evalúa todo el paquete tecnológico, sino que se
limitan apenas a observar rendimientos de cultivos transgénicos frente a
cultivos convencionales.
El glifosato, factor
sustancial para provocar cáncer
En febrero pasado, la
empresa argentina Bioseres presentó en dicho país la soja
HB4, tolerante a la sequía, al glifosato, y al glufosinato de amonio.
Dicho así suena
interesante, si es que no supiésemos que se trata de un coctel de nuevos genes
en las semillas, cuyo comportamiento nadie ha podido demostrar que sea estable
en el tiempo y, por tanto, inocuos.
Como dicen por ahí,
las corporaciones 'juegan a ser Dios' manipulando información genética sin
medir consecuencias futuras y sumado a eso, el uso obligado de agroquímicos
altamente peligrosos.
Mientras que la
Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC, por su sigla
en inglés, dependiente de la Organización Mundial de la Salud) ha clasificado el glifosato como
"probable carcinogénico para humanos"; la empresa Bayer, que compró a Monsanto,
productora del glifosato o Roundup, lo niega rotundamente.
Se cuentan por miles
las demandas contra Monsanto-Bayer, por los daños que ha ocasionado el
glifosato.
El jardinero Dewayne
Johnson, con cáncer terminal, ganó a Monsanto una demanda por 289 millones de
dólares. La juez a cargo del juicio afirmó que encontraron que el
glifosato sí representó un peligro sustancial y que había pruebas claras de que
la empresa había actuado con mala fe.
Un jurado en Estados
Unidos determinó que un herbicida
basado en glifosato fue "un factor sustancial" en la aparición de
cáncer en Edwin Hardeman, un hombre de 70 años de edad, residente en el condado
de Sonoma. Por otro lado, un jurado en California determinó que Bayer
debe pagar 2.000 millones de dólares a una pareja pues el herbicida Roundup les
provocó cáncer.
No solo cáncer, sino
espionaje y experimentos nazis
Bayer, que es dueña de
Monsanto productora de glifosato, se vio obligada a presentar disculpas porque
su filial investigó ilegalmente a dos
centenares de políticos, periodistas y científicos franceses para conocer sus
posturas con respecto a los transgénicos y el herbicida glifosato.
Pero la historia de
Bayer además se ve salpicada por hechos ocurridos durante el Holocausto bajo la
dirección del sádico nazi Josef Mengele en el campo de concentración de
Auschwitz.
Eva MozesKor, una
sobreviviente del Holocausto, acusó hace algunos años al poderoso laboratorio
alemán no solo de haber fabricado los productos que terminaron finalmente con
la vida de su hermana, sino también de haber pagado a funcionarios del régimen
nazi para participar en los terribles experimentos e investigaciones.
Eva MozesKor y su hermana melliza
Miriam tenían apenas 9 años cuando Mengele les inyectó una serie de
productos químicos supuestamente fabricados por Bayer como parte de los
experimentos genéticos que realizó con un total de 1.500 mellizos.
Intereses
empresariales: agroquímicos, anticancerígenos y libros
La empresa Bioceres,
dueña de la tecnología transgénica llamada HB4, cuenta entre sus accionistas a
Gustavo Grobocopatel y Hugo Sigman.
Grobocopatel es
presidente del grupo empresarial Los Grobo con eje en la producción y
exportación agroindustrial alimentaria en el continente sudamericano. Es el
primer productor de trigo en Argentina y el segundo de soja, no por nada ha
recibido el mote de 'Rey de la Soja'.
Por cierto, es el
propio multimillonario quien se ocupa de relatar las
"bondades" del glifosato. El grupo Los Grobo factura más de 1.000 millones
de dólares al año.
El empresario Hugo
Sigman tiene negocios que abarcan a las industrias
farmacéutica, agroforestal, cultural, vacunas y productos biotecnológicos para
uso humano y veterinario, tratamientos para el cáncer, editan libros y producen
hasta películas.
¿Biodiésel y alimento
para ganado?
El negocio transnacional
agropecuario ahora convierte alimentos en combustible, lo cual tiene ribetes
antiéticos pues con tantas necesidades de alimentos en la región
latinoamericana y en el mundo, se destinan millones de hectáreas para producir
"alimento para chatarra".
Técnicamente esos
cultivos para agrocombustibles —mal llamado biodiésel—, no serían aptos para
consumo humano ni animal.
En el caso de la soja
transgénica, luego de extraer los aceites para el agrocombustible, se generan varios subproductos
como los pellets y la glicerina. El peligro es que esos subproductos podrían
ser utilizados como alimentos para rumiantes.
La lecitina, que es
otro subproducto de la soja se usa en aplicaciones como bebidas, margarinas, y
aderezos, entre otras. Es decir que el riesgo de que esos cocteles de genes y
agroquímicos que inicialmente eran 'solo' para biodiesel lleguen a tu mesa, es
alto.
Lamentablemente esta
historia no es nueva, pues ya hubo casos en que se usó como 'conejillo de
indias' a poblaciones vulnerables, alimentándolas con ayuda
alimentaria donada, compuesta por transgénicos no aptos para consumo humano.
Dado que el
agronegocio conforma encadenamientos productivos, no debe descartarse que con
la soja transgénica para biodiésel busquen "matar dos pájaros de un
tiro" y producir además alimentos para ganado y así sostener el negocio de
exportación de carne.
Mentiras y deslinde de
responsabilidades
Hubo un tiempo en que
la propaganda transgénica prometía acabar con el hambre en el mundo, pero esa
mentira no pudo sostenerse.
Está más que
demostrado que los transgénicos exacerban los problemas ambientales, por el
alto uso de agroquímicos.
Los monocultivos que
además son en gran escala, promueven la deforestación descomunal, que
contribuye al cambio climático.
¿Quién asume las
consecuencias del uso de los agroquímicos como el glifosato o el glufosinato de
amonio en la salud de la población que consume esos productos o está expuesta a
las fumigaciones?
La tecnología
transgénica y sus métodos actuales no ha demostrado ser segura. No olvidemos
que se manipula información genética de bacterias y virus altamente invasivos,
que luego van a parar a nuestros organismos.
La lista de riesgos y
dudas es interminable. ¿Entonces por qué promover su uso y consumo si no ha
demostrado ser una tecnología inocua?
El Estado debe
proteger
El 'lobby' del
agronegocio es colosal y el ciudadano común se halla indefenso ante tanto
poder, y por ello la responsabilidad de los gobernantes de proteger a sus
habitantes es mayor cada día.
Es el Estado, el
Gobierno quien debe regular y poner freno a los intereses mezquinos e
irresponsables cuando tecnologías peligrosas e inciertas ponen en riesgo la
salud, el medioambiente y la economía de los ciudadanos.
Un mecanismo
importante es el llamado Principio de Precaución adoptado por las Naciones
Unidas. Este principio permite a los países adoptar medidas protectoras ante
los riesgos y dudas. Eso implica contenerse y no autorizarlos.
¿O será que quienes se
encuentran eventualmente en funciones de responsabilidad gubernamental estarán
en capacidad de asumir sus responsabilidades a futuro, sobre sus decisiones de
hoy?.
*********************************************************************************
Artículo publicado en: http://www.elespiadigital.com/index.php/noticias/seguridad/25309-el-coctel-de-genes-que-nos-envenena
*********************************************************************************