Posted julio
10, 2010 by Escuela de Salud
Voy a abrir
una sección titulada grandes timos para ir presentando una a una las grandes
mentiras que todo el mundo cree a pies juntillas. Las cosas en las que el 99%
de la población está de acuerdo que son buenas, tienen una alta probabilidad de
ser malas. Las grandes mentiras programadas para sacar mucho dinero a la gente,
se han cuidado mucho para que parezcan totalmente reales. Una mentira absurda
que se repita 1.000 veces en el telediario, pasa automáticamente a ser una
verdad absoluta.
Recomiendo a
las personas que están tomando medicamentos para bajar el colesterol que lean
detenidamente toda la información y actúen en consecuencia. Su vida está en
juego.
Primero vamos
a darnos un paseo para conocer la opinión de los científicos disidentes con la
teoría de que el colesterol alto es peligroso. A continuación una selección de comentarios
críticos vertidos por algunos científicos.
Mary Enig es una experta internacional en la
bioquímica de los lípidos, nutricionista y Editora Consultora de varias
publicaciones científicas, entre ellas del Journal of American College of
Nutrition. Además es la Presidenta de la Maryland Nutritionists
Association. Ha publicado numerosos trabajos científicos sobre alimentos,
temas relacionados con la nutrición, aceites y grasas en los alimentos, varios
capítulos en libros sobre nutrición y un libro sobre colesterol, aceites y
grasas en las dietas (90a). Su tema de investigación principal han
sido los riesgos asociados con el alto consumo de ácidos transgrasos. En una
entrevista se le consultó si las grasas saturadas provocan infartos: “La
idea de que las grasas saturadas provocan infartos es errónea, pero esa
afirmación ha sido ‘publicada’ en tantas ocasiones en las últimas tres décadas
o más que es muy difícil convencer al público de lo contrario excepto que
quieran tomarse el tiempo de leer y aprender sobre todos los factores políticos
y económicos que han generado una agenda anti- grasas saturadas”. Ver
además el trabajo publicado junto con The Oiling of America de Sally Fallon.
Michael Gurr es profesor adjunto de bioquímica
de la Facultad de Ciencias Moleculares y Biológicas de Oxford, editor en jefe
de Nutrition Research Reviews y editor de tres publicaciones científicas.
El Profesor Gurr en una larga revisión acerca de la cardio-dieta (91):
concluye: “Los argumentos y la discusión de las pruebas científicas
presentados en esta revisión no serán convincentes para ‘aquellos’ expertos que
ya hayan tomado una decisión, por los motivos que fueren, ya sean estrictamente
científicos o políticos, respecto de que los ácidos grasos son causantes de
coronariopatías. Sin embargo, espero que algunos lectores que no estuvieran al
tanto de las falencias en la hipótesis de los lípidos, se hayan convencido de
que la relación entre las grasas que consumimos y la probabilidad de morir a
causa de un infarto no es tan lineal como pretenden establecer estas
afirmaciones simplistas”.
George Mann,
es un
profesor retirado de medicina y bioquímica de la Universidad de Vanderbilt de
Tennessee. A partir de sus estudios de la tribu Masai (Ver Sección 3) descubrió
que la dieta no podía ser la causa principal del alto nivel de colesterol y de
las enfermedades coronarias. En 1977 ya había publicado en el New England
Journal of Medicine un fuerte argumento contra la cardio-dieta en el que
citaba la ausencia de una relación entre los hábitos alimentarios y el nivel de
colesterol en sangre, la falta de relación entre las tendencias de este siglo
en cuanto al consumo de grasas y la tasa de mortalidad en los Estados Unidos, y
los decepcionantes resultados de los ensayos sobre reducción del colesterol (92).
Ocho años
luego de iniciada la campaña del colesterol, Mann resumió sus críticas en Nutrition
Today (93).De acuerdo a Mann, la cardio-dieta es “la
mayor decepción científica de nuestros tiempos”. Mann es particularmente
crítico de los ensayos sobre la reducción del colesterol y declaró al respecto
que “nunca en la historia de la ciencia tantas investigaciones tan costosas
han fallado tan consistentemente”.
El Profesor
Mann también ha criticado a los directores del ensayo Lipid Research Clinics
(LRC) que sirvió de fundamento para la campaña contra el colesterol. Los
resultados sin fundamentos de este estudio no impidieron que “se jactaran de
este descubrimiento catastrófico”. Y agregó que “los directores del
Nacional Institute of Health han utilizado la publicidad de Madison Avenue para
vender este fallido estudio del mismo modo que los publicitarios venden
desodorantes. El Consenso de Bethesda no ha reconocido que el ensayo LRC, como
muchos otros anteriores, está diciendo firme y claramente ‘No, la dieta que han
utilizado no es una manera eficaz de controlar la colesterolemia o de prevenir
la coronariopatía y la droga que tan generosamente han estado probando para los
laboratorios tampoco es eficaz’”.
Las personas
que se enfrentan a tantos hechos distorsionados acerca de la dieta, el
colesterol y las enfermedades cardíacas con frecuencia me preguntan por qué
tantos científicos aceptan sin cuestionamientos la idea de la cardio-dieta.
Este es el comentario del Profesor Mann: “Por miedo a perder fondos, los
científicos que deberían alzar la voz y detener este despilfarro anticientífico
guardan sospechoso silencio, silencio que ha postergado en una generación la
solución para la enfermedad coronaria”.
El Profesor
Mann nos da algo de esperanza al final de su artículo en Nutrition Today
(93): “Aquellos que manipulan los datos no se dan cuenta de que no
puede distorsionarse permanentemente la naturaleza de las cosas, no se puede
ignorar permanentemente las verdaderas explicaciones. Inexorablemente la verdad
saldrá a la luz y quedará expuesto el engaño. A su debido tiempo se conocerá la
verdad. Esta es la bendición liberadora en esta triste secuencia”.
Michael F.
Oliver, ex
profesor y director del Wynn Institute de Investigación Metabólica de Londres,
fue uno de los primeros en demostrar que, en general, los pacientes con
patologías coronarias tenían niveles anormales de distintas grasas en sangre
con mayor frecuencia que los controles. El Profesor Oliver aún piensa que las
personas con patologías de metabolismo de colesterol heredadas, o aquellas
personas con muy alto riesgo cardiovascular pueden obtener beneficios a partir
de la disminución de los niveles de colesterol, pero en varios trabajos ha
advertido acerca de las campañas para reducir el colesterol en la población en
general: “Las dudas sobre la naturaleza promocional de estas campañas no son
populares. Quienes dudan son despreciados, aunque esto no tiene importancia.
Pero se trata de un tema muy serio si se gastan grandes sumas de dinero y se
hacen cambios importantes en el estilo de vida de las personas normales cuando
las pruebas acumuladas demuestran que la mortalidad total no se modifica o
incluso se incrementa” (94).
Una y otra
vez el profesor Oliver ha criticado a quienes piensan que el aumento de la
mortalidad por causas no médicas observada en muchos estudios es producto del
azar. Por el contrario, el piensa que la disminución del colesterol en sangre
puede ser peligrosa: “Se sabe muy poco acerca de los efectos a largo plazo
de la disminución de la concentración de colesterol en los compuestos de las
membranas celulares” (95).
Según el
Profesor Oliver nuestro organismo puede regular los intentos de reducir el
colesterol en la mayoría de los casos, pero “¿esos mecanismos homoestáticos
(regulatorios) serán eficaces en todos los pacientes, todo el tiempo y en todas
las células, en particular en las células en las cuales las funciones
biológicas se ven afectadas por otras razones? ¿Estas dudas no se despejarán
por muchos años más?” (95).
Edward R.
Pinckney es editor
de cuatro publicaciones médicas y ex co-director del JAMA, el Journal
of the American Medical Association. En 1973, junto con su esposa, publicó
un libro titulado La controversia del colesterol (The Cholesterol
Controversy) (97) que resume las inconsistencias
acerca de la idea del colesterol. El Dr. Pinckney describe todos los factores
que influencian el nivel de colesterol en sangre en las personas sanas y la
dificultad de obtener una medición confiable de los niveles de colesterol
debido a la falta de certeza de los análisis: “El nivel de colesterol en
sangre es, en el mejor de los casos, sólo una indicación aproximada de una gran
cantidad de distintas condiciones patológicas. En el peor de los casos, puede
ser más la causa del estrés y de las patologías provocadas por el estrés.
Modificar el estilo de vida como consecuencia de este análisis en particular
podría ocasionar más complicaciones que beneficios”.
Vale la pena
citar el inicio del capítulo 1 del libro de Pinckney: “El miedo a la muerte,
si es una de las tantas personas que sufren de esta preocupación morbosa, puede
haberlo transformado en una víctima de la controversia del colesterol. Si cree
que puede protegerse de la muerte provocada por un infarto modificando el nivel
de colesterol en sangre, ya sea a través de la dieta o del consumo de
medicamentos, de hecho está siguiendo un régimen que aún no tiene sustento. En
realidad ha quedado presa, como consumidor, de ciertos intereses comerciales y
grupos de la salud que están más interesados en su dinero que en su salud”.
Raymond
Reiser es un ex
profesor de bioquímica de la Universidad A&M de Texas. En 1973 criticó la
recomendaciones para el tratamiento de la hipercolesterolemia a través de la
dieta: “Las autoridades citadas por estos autores no constituyen una fuente
primaria sino que ha publicado una revisión similar a la suya. Esta práctica de
citar segundas o terceras fuentes, cada una basándose en la anterior, es la que
ha llevado a la aceptación de hecho de un fenómeno que podría no existir” (98).
En otra
cita, el Profesor Reiser sostiene (99):
“Tendríamos que ser muy audaces para tratar de persuadir a una gran franja
de la población mundial acerca de modificar sus dietas y amenazar a importantes
ramas de la agricultura y emprendimientos agrícolas con los resultados de
investigaciones basadas en el ensayo y error, sin controles y primitivas.
Ciertamente, la ciencia moderna es capaz de mejores investigaciones
cuando hay tanto en juego”.
Paul Rosch es Presidente del American
Institute of Stress, Profesor Clínico de Medicina y Psiquiatría de la
Facultad de Medicina de Nueva York, Vice-presidente Honorario de la International
Stress Management Association y Presidente de su rama estadounidense. Es
editor y subeditor de tres publicaciones médicas muy reconocidas, ha sido
integrante de los comités de muchas otras publicaciones y ha sido Presidente de
la Sociedad de Medicina Interna del Estado de Nueva York como Presidente de la International
Foundation for Biopsychosocial Development and Human Health, y ha sido
consultor experto sobre Estrés para el United States Center for Disease
Control. Durante cuarenta y cinco años ha escrito sobre el papel del estrés
en la salud y la enfermedad, con particular énfasis en las patología
cardiovascular y el cáncer. Ha aparecido en gran cantidad de programas
televisivos nacionales e internacionales como The Today Show, Good Morning
America, 60 Minutes, Nova, y presentaciones en las cadenas CBS, NBC, PBS,
BBC y CBC. Sus editoriales y comentarios han aparecido en las principales
publicaciones médicas. Además, el Profesor Rosch ha sido entrevistado y citado
en gran cantidad de los principales periódicos y revistas estadounidenses.
Como autor
del Boletín del American Institute of Stress, el Profesor Rosch ha
publicado varios artículos sobre la hipótesis del colesterol y la idea de la
cardio-dieta: “Se ha generado una cruzada masiva para ‘reducir el nivel del
colesterol’ a través de un control estricto de las grasas en la dietas,
acompañadas con un tratamiento farmacológico agresivo. Gran parte del impulso
para esta campaña surge a partir de la especulación y no de la existencia de
sólidas pruebas científicas”.
El Profesor
Rosch sostiene que el resultado es bien conocido: “El lavado de cerebro es
tan importante, que la gente cree que cuanto más bajo sea el nivel de
colesterol, seremos más sanos o viviremos por más tiempo. Y nada está más
lejano de la verdad”.
¿Cómo es
posible sostener estos argumentos año tras año? El profesor Rosch tiene varias
explicaciones: “El cartel del colesterol de la compañías farmacéuticas, los
fabricantes de alimentos con bajo contenido de lípidos, los sistemas para hacer
análisis de sangre, y otra gran cantidad de grupos con intereses financieros
han desarrollado una campaña promocional muy exitosa. Estos grupos tienen tanto
poder que han podido infiltrarse en los organismos regulatorios y
gubernamentales que normalmente nos protegen de estos dogmas sin fundamentos”.
El Profesor
Rosch además nos recuerda que los médicos en ejercicio de la profesión reciben
la mayor parte de la información de las compañías farmacéuticas. Pero a
diferencia de sus pares hace medio siglo, la mayoría de los médicos no disponen
del tiempo ni poseen la capacidad para evaluar críticamente dichos informes,
muy pocos saben algo acerca de la investigación, así como tampoco lo sabía la
generación que los formó”.
Ray Rosenman es Director retirado de
Investigación Cardiovascular en el Programa de Ciencias de la Salud de SRI
International en Menlo Park, California, y director asociado de medicina
del Mt Zion Hospital and Medical Center en San Francisco. Se ha
desempeñado como cardiólogo e investigador desde 1950. Ha publicado cuatro
libros y muchos capítulos en libros y artículos científicos sobre patologías
cardiovasculares. Su principal interés ha sido la influencia de factores
neurogénicos y psicológicos sobre los lípidos en la sangre (100),
pero también ha escrito revisiones críticas acerca de la idea de la
cardio-dieta.
Esta es la
conclusión de su revisión más reciente: “Estos datos llevan a la conclusión
de que ni la dieta, ni los lípidos séricos, o sus cambios, pueden explicar las
amplias diferencias en las tasas nacionales y regionales de coronariopatía o
los variables altibajos en la mortalidad por coronariopatía durante el siglo
XX. Esta conclusión está basada en los resultados de muchos ensayos clínicos
que no pueden aportar pruebas adecuadas acerca de que la disminución en los
niveles de colesterol, especialmente a través de una dieta, esté asociada con
una disminución significativa en la mortalidad por coronariopatía o con una
mayor longevidad. Se ha mencionado mucho que los efectos preventivos de la
dieta y los tratamientos medicamentosos han sido exagerados en los estudios,
las revisiones y otros trabajos para magnificar los resultados a favor, al
tiempo que se eliminaban los datos discordantes, muchos de cuyos ejemplos se
citan” (101).
Russell
Smith es un psicólogo
experimental estadounidense con sólidos conocimientos de fisiología, matemática
e ingeniería. Ninguna revisión realizada por quienes están a favor de la
cardio-dieta es remotamente comparable a la profundidad científica de los
libros y trabajos de Smith (102). Las conclusiones de Smith son
devastadoras para los que abogan por la cardio-dieta: “Si bien el público en
general percibe la investigación médica como el orden más alto de la precisión,
gran parte de la investigación epidemiológica es, de hecho, bastante imprecisa,
y es comprensible ya que ha sido desarrollada por individuos sin educación
formal y poco entrenamiento práctico en los métodos científicos. En
consecuencia, los estudios con frecuencia no están bien diseñados y los datos
son mal interpretados y analizados. Más aún, la parcialidad es tan común que
parece ser la norma y no la excepción. Es virtualmente imposible no reconocer
que muchos investigadores manipulan y/o interpretan los datos de modo tal que
se adapten a las hipótesis preconcebidas, más que manipular las hipótesis para
adaptarlas a los datos. Por lo tanto, gran parte de la literatura no es más que
una afrenta a la disciplina de la ciencia”.
El Dr. Smith
concluye: “La actual campaña para convencer a cada estadounidense acerca de
modificar su dieta, y en muchos casos, para que inicien un ‘tratamiento’
medicamentoso de por vida está basada en mentiras, interpretaciones erróneas
y/o exageraciones groseras de los hallazgos, y fundamentalmente, en haber
pasado por alto gran cantidad de datos que no aportan fundamento a esta
postura. No es posible que científicos objetivos sin intereses creados puedan
interpretar esta información como si tuviera sustento”.
El Dr. Smith
es conciente de que se enfrenta a instituciones sumamente poderosas: “El
poder político y financiero de NHLBI y AHA es enorme y no tiene
parangón. Y debido a que esta alianza es creíble a los ojos del público y de la
mayoría de los médicos, se ha convertido en una fuerza irresistible, capaz de
utilizar su poder y prestigio para eliminar una gran cantidad de pruebas que no
avalan esta postura e incluso desafiar la herramienta más importante de los
científicos: la lógica”.
Por supuesto
que Smith culpa en primer lugar a los científicos que han generado trabajos y
revisiones engañosas, pero al mismo tiempo agrega: “Son igualmente culpables
los editores que publican artículos sin tener en cuenta la calidad o
importancia científica. Es desalentador saber que se malgastan miles de
millones de dólares y sofisticados sistemas de investigación médica en la
persecución de molinos de viento”.
William E.
Stehbens es profesor
del Departamento de Patología de la Facultad de Medicina de Wellington y
director del Instituto Malaghan de Investigación Médica de Wellington, Nueva
Zelanda. Basado en sus propias investigaciones y en exhaustivas revisiones de
la literatura ha demostrado eficientemente muchas de las falacias de la
cardio-dieta. En una completa revisión de estudios experimentales concluyó: “Del
examen de estas pruebas y de la consideración de los criterios específicos para
la generación experimental de aterosclerosis, todo patólogo independiente y
libre de ideas preconcebidas llegaría a la conclusión de que la aterosclerosis
humana y las lesiones inducidas por el exceso de colesterol y grasas en la
dieta no constituyen la misma enfermedad” (103).
El Profesor
Stehbens también ha señalado las debilidades de los estudios epidemiológicos
que han utilizado las estadísticas de mortalidad como prueba de causalidad: “El
uso continuado e incuestionado de datos no confiables ha llevado a conclusiones
prematuras y al sacrificio de la verdad. El grado de imprecisión de
estadísticas vitales sobre la coronariopatía es de una magnitud tal que, cuando
se las superpone con otras falencias que ya han sido mencionadas, no puede
considerarse probado el concepto de un aumento o disminución epidemiológico de
enfermedad coronaria en muchos países, y las políticas sanitarias o
gubernamentales basadas en datos no confiables no tienen defensa” (104).
De acuerdo
con el Profesor Stehbens, la aterosclerosis se produce por el desgaste de las arterias
y no por el exceso de colesterol en la sangre, y tiene muy buenos argumentos
para sostener esta postura. El siguiente párrafo de su artículo publicado en
1988 (105) resume el punto de vista de Stehbens acerca de
la cardio-dieta: “Perpetuar el mito del colesterol y las supuestas medidas
de prevención están dañando la industria lechera y cárnica de muchos países,
además del potencial daño a los niveles óptimos de nutrición y a la salud de la
población en general. Es esencial ajustarse a la lógica y a los hechos
científicos estrictos. Se carecen de pruebas científicas serias acerca del
papel de las grasas en la dieta y de la hipercolesterolemia como causantes de
la aterosclerosis. El respeto y la perdurabilidad de la hipótesis de los
lípidos son inmerecidos. Los lectores deberían estar al tanto de la naturaleza
no científica de las afirmaciones utilizadas para apoyar esta hipótesis y
considerarla como algo más que un novillo vagabundo pernicioso”.
Lars Werkö; ahora retirado, era profesor de
medicina en el Hospital Sahlgren, Gothenburg, Suecia, cuando fue nombrado
director científico de la Astra Company. Más tarde se convirtió en el
director del Consejo Sueco para la Evaluación Tecnológica en la Salud, un
organismo gubernamental. El Profesor Werkö se ha opuesto a la cardio-dieta por
muchos años. En 1976 criticó el diseño de de grandes estudios epidemiológicos
dirigidos a la prevención de las enfermedades coronarias, principalmente el del
estudio Framingham.
De acuerdo
con el Profesor Werkö (107) el dogma está basado en “hechos”
cuestionables basados en esperanzas, deseos y estudios que utilizan materiales
seleccionados: “Ningún estudio ha probado nada, pero en lugar de formular
nuevas hipótesis, quienes apoyan la cardio-dieta denominan a la hipótesis
actual como la verdad más probable, y han intervenido en las vidas de las
personas porque no están dispuestos a esperar a la prueba final”.
Un reportaje
muy interesante de la revista Discovery Salud titulado:
LA INJUSTIFICABLE DEMONIZACIÓN
DEL COLESTEROL
|
El exceso de
colesterol “malo” ha pasado en apenas unas décadas de “factor de riesgo”
cardiovascular a poco menos que una enfermedad en sí misma que debe ser tratada
casi de forma crónica con fármacos para reducir o controlar su nivel en sangre.
Pero, ¿qué hay de cierto? ¿Es eso así o se trata de otra estrategia de las
multinacionales farmacéuticas para vender masivamente productos inútiles? ¿Se
justifica la actual ingesta masiva de estatinas –cuyos efectos secundarios a
largo plazo están aún por ver- o se trata de medicamentos que no previenen la
arterioesclerosis y no han servido para salvar jamás una sola vida? Pasemos a
valorarlo.
Otro
artículo no menos interesante de la misma revista que nos explica que los
medicamentos con los que se trata el colesterol, además de ser inutiles,
producen enfermedades graves de verdad.
¿CAUSAN LAS ESTATINAS
RECETADAS PARA BAJAR EL COLESTEROL LAS ENFERMEDADES NEURODEGENERATIVAS?
|
Los
médicos se encuentran cada día con más personas que manifiestan tener lapsus de
memoria y otros problemas cognitivos. Cuando se trata de ancianos lo socorrido
es decir que es “producto de la edad”, un “toque de senilidad” o, quizás,
“Alzheimer temprano”. Sin embargo, un médico norteamericano llamado Duane
Graveline, especialista en Medicina Aeroespacial, ex astronauta, cirujano de
vuelo y médico de familia durante más de 20 años afirma que buena parte de esas
situaciones pueden deberse al consumo sostenido de estatinas para disminuir el
colesterol. Henry Lorin, autor del libro El Alzheimer, resuelto, lo
corrobora asegurando que la mayor parte de los casos de Alzheimer se deben a
largos períodos de escasez de colesterol en el cerebro.
Por
último, un completo ensayo del Dr. Ravnskov publicado en
Quarterly Journal of Medicine.
Adjunto unos
fragmentos en español del artículo. Para ampliar cada punto hay que
pinchar sobre el número que precede cada párrafo.
1
El colesterol
no es un veneno mortal, sino una sustancia vital para las células de todos los
mamíferos. No hay un colesterol bueno y uno malo, sino que el estrés, la
actividad física y el cambio del peso corporal pueden afectar los niveles de
colesterol. Un nivel alto de colesterol no es peligroso en si mismo, pero puede
reflejar una desequilibrio en la salud, o puede no significar nada.
2 Se dice que un alto nivel de
colesterol promueve la arterioesclerosis y por lo tanto también las
enfermedades coronarias. Pero muchos estudios han demostrado que las personas
con bajos niveles de colesterol en sangre desarrollan arterioresclerosis tanto
como aquellos con altos niveles de colesterol.
3 Su cuerpo produce tres o cuatro
veces más colesterol del que usted come. La producción de colesterol aumenta
cuando usted come poco colesterol, y disminuye cuando come mucho. Esto explica
por qué la dieta “prudente” no puede disminuir el colesterol más que un pequeño
porcentaje, en promedio.
6 Las nuevas drogas para bajar el
colesterol, las estatinas, previenen enfermedades cardiovasculares, pero esto
se debe a otros mecanismos, no a la disminución del colesterol.
Desafortunadamente, también inducen cánceres en roedores.
7
Muchos de
estos hechos han sido presentados en publicaciones científicas y libros durante
décadas, pero raramente quienes sostienen la idea de que la dieta causa
problemas cardíacos se lo informan al público.
8 El motivo por el que el público en
general, los médicos y la mayoría de los científicos han estado equivocados es
porque las opiniones opuestas y los resultados que no concuerdan con la versión
oficial sistemáticamente se ignoran o se distorsionan en la prensa científica.
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