Por Thierry
Meyssan
El pueblo
sirio ha ganado 2 guerras consecutivas en 4 años. Y sin embargo sigue
sin alcanzar la paz. En Washington, los «halcones liberales» no sólo
hacen todo lo posible por prolongar la crisis sino que han imaginado
además un plan para preparar una tercera guerra. Thierry Meyssan revela
aquí cómo pretenden utilizar a su favor la conferencia de paz prevista en Moscú
para finales de enero de 2015.
Red Voltaire | Damasco (Siria) | 30 de diciembre de 2014
El general
John R. Allen, ex comandante de la fuerzas de la OTAN en Afganistán,
conspiró con el general David Petraeus para sabotear el plan de paz
en Siria durante la conferencia Ginebra 1. El presidente Barack
Obama lo puso bajo vigilancia y logró impedir su nominación a la cabeza de
la OTAN. Pero, a pesar de los cargos presentados en su contra, Allen
logró mantenerse en funciones, mientras que Petraeus se vio obligado a
dimitir de la dirección de la CIA. Convertido en comandante de la coalición
militar anti-Daesh, Allen apoya ahora las maniobras que el general Petraeus
dirige desde el Kohlberg Kravis Roberts Global Institute. Es administrador
del Center for a New American Security (CNAS), el tanque pensante de los
«halcones liberales».
En 2001,
cuando el presidente George W. Bush decidió poner a Siria en su lista de
blancos a destruir lo hizo porque con ello perseguía 3 objetivos:
·
Romper el «Eje
de la Resistencia» y favorecer la expansión de Israel.
·
Apoderarse
de sus gigantescas reservas de gas.
·
Rediseñar el
«Medio Oriente ampliado».
Los planes
de guerra fracasaron en 2005 y en 2006 y finalmente tomaron, en 2011,
la forma de «primaveras árabes»: una guerra de 4ª generación que
debía propulsar la Hermandad Musulmana al poder. Sin embargo,
al cabo de un año, el pueblo sirio salió del sopor provocado por las
manipulaciones mediáticas y reafirmó su respaldo al ejército de la
República Árabe Siria. Francia se retiró del juego después de la
liberación de Baba Amro mientras que Estados Unidos y Rusia se
repartían la región en la conferencia Ginebra 1 –en junio
de 2012. Pero, para sorpresa de todos, Israel logró echar por tierra
la mesa de negociaciones apoyándose para ello en el nuevo presidente de Francia
Francois Hollande, la secretaria de Estado Hillary Clinton y el director
de la CIA David Petraeus.
Una segunda
guerra, similar a la que Estados Unidos impuso a la Nicaragua sandinista
en los años 1980, alimentada por la importación constante de nuevos
mercenarios, ensangrentó nuevamente la región. En definitiva, esa
segunda guerra también ha fracasado, sin desembocar por ello en
una paz duradera. Al contrario, John Kerry modificó el formato de
la conferencia Ginebra 2 sólo 2 días antes de ese encuentro y
trató de convertirla en una tribuna pro-saudita.
En medio
de ese desorden se inició la tercera guerra: la de Daesh [1]. Un grupúsculo de sólo unos cientos de
yihadistas se convirtió repentinamente en un ejército de 200 000
hombres bien armados y equipados y se lanzó a la conquista de la parte
sunnita de Irak y del desierto sirio.
Hace varios
meses yo explicaba que el proyecto del Emirato Islámico coincide con el nuevo
mapa estadounidense de división del Medio Oriente, publicado en 2013
por Robin Wright en el New York Times [2]. En una especie de prolongación de
los acuerdos Sykes-Picot, el estado mayor estadounidense proyectaba una
nueva y drástica reducción del territorio de Siria. Asimismo, cuando
Estados Unidos –después de haber esperado a que el Emirato Islámico concluyera
en Irak la limpieza étnica para la que había sido creado– comenzó a
bombardear a los yihadistas, se planteaba la cuestión de saber si las
zonas liberadas del control de Daesh serían restituidas o no a Bagdad y
Damasco.
Ahora, en
momentos en que Estados Unidos se ha negado a coordinar con el
gobierno de Siria su acción militar contra el Emirato Islámico y mientras
Rusia prepara una conferencia de paz, los «halcones liberales» de
Washington han trazado nuevos objetivos.
Como el
pueblo sirio no se tragó la fábula de la «revolución» montada por
al-Jazeera y otros medios de prensa, como se ha negado a respaldar a
los Contras contra la República Árabe Siria, la operación de «cambio
de régimen» se ha hecho imposible a corto plazo. Y no queda otro
remedio que reconocer también que la nueva Constitución de la República Árabe
Siria, a pesar de sus imperfecciones, es republicana y democrática, y que
el presidente Bachar al-Assad fue reelecto por el 63% de los posibles
electores… ¡con el 88% de los votos válidos! Así que Estados Unidos no
tiene otra salida que adaptar su discurso a los hechos.
El plan de «paz»
de los «halcones liberales» consiste, por consiguiente, en alcanzar
los objetivos iniciales dividiendo Siria en dos: una zona gobernada por Damasco
y otra por los «rebeldes moderados», léase por el Pentágono.
La República gobernaría la capital y la costa del Mediterráneo mientras
que el Pentágono reinaría sobre el desierto sirio y sus reservas de gas,
o sea sobre la zona que los bombarderos del general John Allen lograsen
liberar del control del Emirato Islámico. Según sus propios documentos, los «halcones
liberales» sólo dejarían al pueblo sirio… ¡un 30% de su territorio!
El mapa del
rediseño del «Medio Oriente ampliado» publicado por Robin Wright
El principio
es muy simple. La República Árabe Siria controla actualmente todas las grandes
ciudades del país, con excepción de Raqqa y de una pequeña parte de Alepo,
pero nadie, ni el gobierno de Damasco ni los yihadistas, puede afirmar que
controla un vasto desierto. ¡Así que el Pentágono plantea que
lo que no está claramente bajo control de Damasco le pertenece
por derecho a sus mercenarios!
Eso no es
todo. Ya que los sirios eligieron a Bachar al-Assad, este último será
autorizado a mantenerse en el poder… pero no sus consejeros privados.
En efecto, todo el mundo sabe que si el Estado sirio ha logrado
resistir ante la agresión exterior es porque incluye un núcleo secreto,
difícil de identificar y, por ende, difícil de eliminar. Esa opacidad
fue instaurada por el fundador de la Siria moderna –Hafez al-Assad– para
garantizar la resistencia ante Israel. La reforma constitucional de 2012
no la eliminó sino que consagró la responsabilidad del presidente
electo ante la Nación. Si bien se puede deplorar que algunas personas
abusaran, en el pasado, de esa opacidad para usarla en beneficio propio,
también es cierto que en este momento su eliminación equivaldría a
renunciar, en definitiva, a la independencia del país.
Por
supuesto, siempre habrá quien diga que los «halcones liberales»
no pueden albergar esperanzas de realizar todo el conjunto de ese plan.
Pero lograr concretar aunque sea una centésima parte haría inevitable una nueva
guerra.
Es por eso
que Siria debe plantear como condición previa de toda nueva conferencia de
paz que la integridad territorial del país no puede ser objeto de
discusión alguna.
[1] Acrónimo árabe del autoproclamado Emirato
Islámico, conocido anteriormente como Emirato Islámico en Irak y el Levante
(EIIL) y –por razones puramente mediáticas– designado por Washington como
ISIS (Islamic State in Syria)
[2] “Imagining a Remapped
Middle East”, Robin Wright, The New
York Times Sunday Review, 28 de septiembre de 2013.
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