por Manlio Dinucci
Y sigue la
guerra por el gas. Después de haber atacado Siria y haberse repartido el gas de
ese país antes de lograr conquistarlo, los occidentales atacaron Irak
–utilizando para ello el Emirato Islámico– para cerrar el camino al gasoducto
entre Irán y Siria. Y ahora están tratando de acabar con el Hamas que es, como
las demás ramas de la Hermandad Musulmana, un aliado de Washington, pero
se opone al saqueo del gas palestino.
Red Voltaire | 18 de julio de 2014
Para
encontrar una de las causas del ataque israelí contra Gaza hay que profundizar
porque esa causa se halla exactamente a 600 metros por debajo del nivel
del mar y a 30 kilómetros de la costa de la franja de Gaza. Allí, en las
aguas territoriales palestinas, se encuentra un importante yacimiento de
gas natural, el llamado Gaza Marine, estimado en 30 000
millones de metros cúbicos y de un valor de varios miles de millones de
dólares. Según un mapa elaborado por la agencia gubernamental estadounidense U.S. Geological
Survey también existen otros yacimientos de gas y de petróleo en tierra
firme, en Gaza y en Cisjordania.
En 1999,
mediante un acuerdo firmado por Yaser Arafat, la Autoridad Palestina
confía la explotación de Gaza Marine a un consorcio conformado
por British Group y la compañía privada palestina Consolidated
Contractors, que disponen respectivamente del 60 y el 30% de las acciones. El
10% restante correspondería al Fondo de Inversiones de la Autoridad Palestina.
Se perforan 2 pozos, Gaza Marine 1 y Gaza Marine 2.
Pero nunca llegan a iniciar la producción porque Israel, que quiere todo
el gas a precios ínfimos, los bloquea.
A través del
ex primer ministro británico Tony Blair, enviado del «Cuarteto para el Medio
Oriente», se prepara un acuerdo con Israel, que priva a los palestinos
de las tres cuartas partes de los futuros ingresos del gas y pone la parte que
les toca en una cuenta internacional bajo control de Washington y Londres.
Pero,
inmediatamente después de ganar las elecciones de 2006, Hamas rechaza ese
acuerdo, calificándolo de robo, y exige su renegociación. En 2007, el actual
ministro israelí de Defensa Moshe Ya’alon declara que «el gas no podrá
extraerse sin una operación militar que ponga fin al control del
Hamas en Gaza».
En 2008,
Israel desata contra Gaza la operación «Plomo Fundido». En septiembre de
2012, la Autoridad Palestina anuncia que, a pesar de la oposición del
Hamas, ha reanudado las negociaciones con Israel sobre la cuestión del
gas. Dos meses después, la admisión de Palestina en la ONU como «Estado
observador no miembro» fortalece la posición de la Autoridad Palestina
en las negociaciones. Pero Gaza Marine sigue bloqueado,
lo cual impide que los palestinos puedan explotar la riqueza natural
existente en su territorio.
La Autoridad
Palestina se lanzó entonces por otro camino. El 23 de enero de 2014,
durante el encuentro del presidente palestino Abbas con el presidente ruso
Putin, se discutió la posibilidad de confiar a la compañía rusa Gazprom
la explotación del yacimiento de gas de las aguas de Gaza. Así
lo anuncia la agencia Itar-Tass, subrayando que Rusia y Palestina tienen
intenciones de fortalecer la cooperación bilateral en el sector energético. En
ese marco, además de la explotación del yacimiento marítimo de gas, se prevé
también la de un yacimiento de petróleo en los alrededores de la ciudad
palestina de Ramallah, en Cisjordania. Y la compañía rusa Technopromexport está
dispuesta a participar en la construcción de una termoeléctrica de una potencia
de 200 MW en la misma zona.
La formación
de un nuevo gobierno palestino de unidad nacional (Coalición de la Autoridad
Nacional Palestina y Hamás), el 2 de junio de 2014, acrecienta las
posibilidades de concretar el acuerdo entre Palestina y Rusia.
Diez días
después, el 12 de junio, se anuncia el secuestro de los 3 jóvenes
israelíes, encontrados muertos el 30 de junio, proporcionando así el casus belli
que da inicio a la operación «Margen protector» contra la franja de
Gaza. Operación que forma parte de la estrategia de Tel Aviv, que busca
apropiarse de las reservas energéticas de toda la cuenca del Levante,
incluyendo las de Palestina, las del Líbano y las de Siria.
Y también
encaja en la estrategia de Washington que, con su apoyo a Israel, trata de
garantizarse el control de todo el Medio Oriente impidiendo que Rusia vuelva a
ganar influencia en la región.
Estamos ante
una mezcla explosiva, cuyas víctimas son –otra vez– los palestinos.
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