Por qué
Washington se siente realmente amenazado por Moscú
La “opción
Faluya” para el este de Ucrania
“Quiero
apelar al pueblo ucraniano, a las madres, los padres, las hermanas y los
abuelos. No enviéis a vuestros hijos y hermanos a esta matanza despiadada sin
sentido. Los intereses del Gobierno ucranio no son los vuestros. Os ruego:
entrad en razón. No tenéis que irrigar los campos de la cuenca del Dombás con
sangre ucraniana. No vale la pena”.
(Alexander
Zakharchenko, primer ministro de la República Popular de Donetsk).
Washington
necesita una guerra en Ucrania para lograr sus objetivos estratégicos. Es
imprescindible recalcar este punto.
EE.UU.
quiere empujar a la OTAN hasta la frontera occidental de Rusia. Quiere un
puente terrestre a Asia para diseminar bases militares estadounidenses por todo
el continente. Quiere controlar los corredores de los gaseoductos de Rusia a
Europa para monitorear los ingresos de Moscú y asegurarse de que el gas se siga
negociando en dólares. Y quiere una Rusia más débil e inestable, más propensa
al cambio de régimen, a la fragmentación y, en última instancia, al control
extranjero. Por cierto, esos objetivos no pueden lograrse por medios pacíficos,
si los combates terminaran mañana. Las sanciones se cancelarían poco después y
la economía rusa comenzaría a recuperarse. ¿Cómo se beneficiaría Washington?
No se
beneficiaría. Se debilitaría el plan más amplio de Washington de integrar China
y Rusia en el sistema económico prevaleciente, el sistema del dólar. Los
traficantes de influencias en EE.UU. se dan cuenta de que el sistema actual
tiene que expandirse o colapsar. O se mete en vereda a China y Rusia y se
les persuade de aceptar un papel subordinado en el sistema global dirigido por
EE.UU. o será el final de la hegemonía global de Washington.
Por eso las
hostilidades en el este de Ucrania han aumentado y seguirán aumentando. Por ese
motivo el Congreso de EE.UU. aprobó una ley de sanciones más duras contra Rusia
en el sector energético y ayuda letal a los militares de Ucrania. Por eso
Washington ha enviado entrenadores militares a Ucrania y se prepara para
suministrar 3.000 millones de dólares en “misiles antiblindaje, drones de
reconocimiento, Humvees blindados y radares capaces de determinar la ubicación
del fuego de cohetes y de artillería del enemigo”. Todas las acciones de
Washington se han concebido con un propósito: intensificar los combates y
agrandar el conflicto. Las fuertes pérdidas sufridas por el inexperto ejército
de Ucrania y el terrible sufrimiento de los civiles en Lugansk y Donetsk no
interesan a los planificadores estadounidenses de la guerra. Su tarea es
asegurarse de que la paz se evite a cualquier precio, porque la paz destruiría
los planes de EE.UU. de girar hacia Asia y seguir siendo la única superpotencia
del mundo. Lo que sigue es un pasaje de un artículo en WSWS:
“El objetivo
fundamental de EE.UU. y sus aliados es reducir Rusia a un estatus empobrecido y
semicolonial. Una estrategia semejante, asociada históricamente con el Consejo
de Seguridad Nacional de la administración Carter, Zbigniew Brzezinski, vuelve
a propugnarse abiertamente.
El año
pasado en un discurso en el Wilson Center, Brzezinski llamó a Washington a
suministrar a Kiev “armas diseñadas particularmente para permitir a los
ucranianos que lancen una efectiva guerra urbana de resistencia”. En línea con
las políticas recomendadas ahora en el informe por Brookings Institution y
otros think-tanks solicitando armas estadounidenses para el régimen de
Kiev, Brzezinski solicitó el suministro de “armas antitanque… armas capaces de
ser utilizadas en combates urbanos a corta distancia”.
Mientras la
estrategia descrita por Brzezinski es políticamente criminal –atrapar Rusia en
una guerra étnica urbana en Ucrania que amenazaría de muerte a millones,
si no miles de millones, de personas está perfectamente alineada con las
políticas que ha propugnado durante décadas contra Rusia.” (The US arming of Ukraine and the danger of World War
III, World Socialist Web Site)
La ayuda
militar no letal conducirá inevitablemente a ayuda militar letal, armamento
sofisticado, zonas de exclusión aérea, ayuda encubierta, contratistas
extranjeros, operaciones especiales y soldados en el terreno. Ya lo hemos visto
antes. No existe ninguna oposición popular a la guerra en EE.UU., ningún
pujante movimiento contra la guerra que pueda paralizar ciudades, ordenar una
huelga general o perturbar el statu quo. Por lo tanto no hay modo de
detener el persistente impulso hacia la guerra. Los medios y la clase política
han dado libertad de acción a Obama, la autoridad para continuar el conflicto
como considere conveniente. Eso aumenta la probabilidad de una guerra más
amplia el próximo verano, después del deshielo primaveral.
Aunque la
posibilidad de una conflagración nuclear no se puede excluir, no afectará los
planes de EE.UU. en el futuro cercano. Nadie piensa que Putin lanzará una
guerra nuclear para proteger la cuenca del Dombás, por lo tanto el valor de
disuasión de las armas no existe.
Y a
Washington tampoco le preocupan los costes. A pesar de las intervenciones
militares fallidas en Afganistán, Irak, Libia y otra media docena de países de
todo el mundo, las acciones estadounidenses siguen en alza, la inversión
extranjera en bonos del Tesoro de EE.UU. está a niveles récord, la economía
estadounidense crece a un ritmo más rápido que cualquiera de sus competidores
globales y el dólar ha aumentado un 13% contra una canasta de divisas
extranjeras desde junio pasado. EE.UU. no ha pagado nada por destruir
indiscriminadamente vastas áreas del planeta y matar a más de un millón de
personas. ¿Por qué iba a detenerse ahora?
No lo hará,
y por eso los combates en Ucrania van a escalar. WSWS dice:
El New
York Times anunció el lunes que la administración de Obama se orienta a
armar directamente el ejército ucraniano y las milicias fascistas que apoyan al
régimen respaldado por la OTAN en Kiev después de sus recientes reveses en la
ofensiva contra las fuerzas separatistas prorrusas en el este de Ucrania.
El artículo
cita un informe conjunto emitido el lunes por Brookings Institution, el Consejo
Atlántico y el Consejo de Asuntos Globales de Chicago que se entregó
al presidente Obama aconsejando a la Casa Blanca y a la OTAN sobre la mejor
manera incrementar la guerra en Ucrania…
Según el Times
los funcionarios estadounidenses se están adaptando rápidamente para apoyar las
propuestas del informe. El comandante militar de la OTAN en Europa, general
Philip M. Breedlove, el secretario de defensa Chuck Hagel, el secretario de
Estado de EE.UU. John Kerry y el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Martin
Dempsey, apoyaron en sus discusiones el armamento directo para Kiev. La
consejera nacional de seguridad Susan Rice está reconsiderando su oposición al
armamento de Kiev allanando el camino para la aprobación de Obama”. (“Washington moves toward arming Ukrainian regime“, World Socialist Web
Site)
¿Está claro
lo que sucede? La suerte ya está echada. Habrá una guerra con Rusia porque es
lo que quiere el establishment político. Es así de simple. Y mientras las
provocaciones anteriores no lograron atraer a Putin a la caldera ucraniana,
esta nueva oleada de violencia –una ofensiva primaveral– lo logrará. Putin no
se quedará inmóvil mientras los testaferros armados con armas estadounidenses y
apoyo logístico de EE.UU. conviertan la cuenca del Dombás en ruinas como
Faluya. Hará lo que haría cualquier dirigente responsable. Protegerá a su
pueblo. Eso significa guerra. (Vea aquí un informe sobre el vasto daño que la
guerra por encargo de Obama ha cometido en el este de Ucrania: “An
overview of the socio – humanitarian situation on the territory of Donetsk
People’s Republic as a consequence of military action from 17 to 23 January
2015“)
Guerra
asimétrica: caída de los precios del petróleo
Hay que
recordar que la economía rusa ya ha sido dañada por sanciones económicas,
manipulación del precio del petróleo y un ataque brutal contra el rublo. Hasta esta
semana los medios dominantes descartaron la idea de que los saudíes estaban
haciendo bajar deliberadamente los precios del petróleo para dañar a Rusia.
Decían que los saudíes estaban solamente tratando de conservar “su parte del
mercado” manteniendo los actuales niveles de producción y dejando que los
precios caigan naturalmente. Pero todo esto eran sandeces, como terminó por
admitir el martes el New York Times en un artículo titulado “Saudi Oil
Is Seen as Lever to Pry Russian Support From Syria’s Assad”. Lo que sigue es un
pasaje del artículo:
“Arabia
Saudí ha estado tratando de presionar al presidente Vladimir V. Putin de Rusia
para que abandone su apoyo al presidente Bashar al-Asad de Siria, utilizando su
dominación de los mercados petroleros globales mientras el Gobierno ruso se
tambalea bajo los efectos de la caída de los precios del petróleo…
Los
funcionarios saudíes dicen –y han dicho a EE.UU.– que piensan que tienen cierta
influencia sobre Putin gracias a su capacidad de reducir el suministro de petróleo
y posiblemente aumentar los precios… Cualquier debilitamiento del apoyo ruso a
Asad podría ser una de las primeras señales de que el reciente tumulto en el
mercado del petróleo está teniendo un impacto en el manejo de la política
global…
La influencia
de Arabia Saudí depende de la gravedad con la cual Moscú considera la
disminución de sus ingresos del petróleo. “Si están siendo afectados tan
gravemente que necesitan un acuerdo inmediato sobre el petróleo, los saudíes
están en buena posición para hacer que paguen también un precio geopolítico”,
dijo F. Gregory Gause III, un especialista en Medio Oriente en Texas A&M’s
Bush School of Government and Public Service (“Saudi
Oil Is Seen as Lever to Pry Russian Support From Syria’s Assad“ , New York Times)
¿Los saudíes
“piensan que tienen una cierta influencia sobre Putin gracias a su capacidad”
de manipular precios?
Eso lo dice
todo, ¿verdad?
Lo interesante
en este artículo es cómo entra en conflicto con informes anteriores del Times.
Por ejemplo, hace solo dos semanas, en un artículo titulado “¿Quién dominará el
mercado del petróleo?” el autor no ve ningún motivo político tras la acción
saudí. Según la narrativa, los saudíes solo temían “perder permanentemente su
parte del mercado” si reducían la producción y mantenían altos los precios.
Ahora el Times ha hecho un giro de 180 grados y se ha sumado a los
denominados “conspiranoicos” que decían que los precios se manipulaban por
motivos políticos. De hecho la repentina caída de los precios no tenía nada que
ver con presiones deflacionarias, dinámica de oferta y demanda o algunas otras
fuerzas absurdas del mercado. Era 100% política.
El ataque al
rublo también estaba motivado políticamente, aunque los detalles son mucho más
imprecisos. Existe una interesante entrevista con Alistair Crooke que vale la
pena leer si se comparte la curiosidad de cómo se aplica la “dominación de
espectro completo” del Pentágono a la guerra financiera. Según Crooke:
“…con
Ucrania, hemos entrado en una nueva era: Está teniendo lugar un sustancial
conflicto geoestratégico, pero es efectivamente una guerra geofinanciera entre
EE.UU. y Rusia. Tenemos el colapso de los precios del petróleo; tenemos las
guerras de divisas; tenemos el shorting –venta corta– maquinada del
rublo. Tenemos una guerra geofinanciera y lo que vemos como consecuencia de esa
guerra es ante todo que ha producido una estrecha alianza entre Rusia y
China.
China
comprende que Rusia constituye la primera ficha del dominó. Si Rusia cae, China
será la próxima. Esos dos Estados se mueven juntos para crear un sistema
financiero paralelo, libre del sistema financiero occidental.
……
Durante
cierto tiempo el orden internacional se ha estructurado alrededor de las
Naciones Unidas y el corpus del derecho internacional, pero Occidente ha
tendido más y más a soslayar a la ONU como institución creada para mantener el
orden internacional y en su lugar se basa en sanciones económicas para
presionar a algunos países. Tenemos un sistema financiero basado en el dólar. Y
mediante la instrumentalización de su posición de controlador de todas las
transacciones en dólares, EE.UU. ha podido dejar de lado los antiguos
instrumentos de la diplomacia y de la ONU e imponer sus objetivos.
Pero este
monopolio sobre la moneda de reserva se ha convertido cada vez más en un
instrumento unilateral de EE.UU. desplazando la acción multilateral en la
ONU. Estados Unidos exige la jurisdicción sobre cualquier transacción en
dólares que tenga lugar en cualquier sitio del mundo. Y la mayoría de los
negocios y las transacciones comerciales del mundo se hacen en dólares. Es lo
que constituye esencialmente la financiación del orden global. El orden
internacional depende más del control del Tesoro de EE.UU. y de la Reserva
Federal que, como antes, de la ONU”. (“Turkey might become hostage
to ISIL just like Pakistan did“, Today’s Zaman)
La guerra
financiera, la guerra asimétrica, la guerra de Cuarta Generación, la guerra
espacial, la guerra de la información, la guerra nuclear, la guerra por láser,
química y biológica. Estados Unidos ha expandido su arsenal mucho más allá de
la gama tradicional de armamento convencional. El objetivo, por cierto, es
preservar el orden mundial post-1991 (La disolución de la Unión Soviética) y
mantener la dominación de espectro completo. El surgimiento de un orden mundial
multipolar liderado por Moscú es la mayor amenaza a los planes de continua
dominación de Washington. El primer choque significativo entre esas dos
visiones del mundo en competencia probable tendrá lugar en algún momento de
este verano en el este de Ucrania. Que Dios nos ayude.
NOTA: Las
Fuerzas Armadas de Novorusia (NAF) han rodeado actualmente a 8.000 soldados
regulares ucranianos en Debaltsevo, en el este de Ucrania. Son muchos, aunque
los medios han excluido el asunto de los titulares (como era de esperar).
Se han
abierto corredores de evacuación para permitir que los civiles abandonen el
área. Los combates podrían estallar en cualquier momento. Actualmente podría
parecer que gran parte del ejército nazi de Kiev se podría destruir de una sola
vez. Por eso Merkel y Hollande han tomado un vuelo de emergencia a Moscú para
hablar con Putin. No están interesados en la paz. Simplemente quieren salvar al
ejército testaferro de la aniquilación.
Espero que
Putin pueda intervenir a favor de los soldados ucranianos, pero pienso que el
comandante Zakharchenko se resistirá. Si deja que esos soldados se vayan ahora,
¿qué seguridad tiene de que no volverán dentro de un mes con armamento de alto
poder suministrado por el Congreso belicista de EE.UU. y la Casa Blanca?
¿Qué
alternativa le queda realmente a Zakharchenko? Si sus camaradas mueren en
futuros combates porque dejó escapar al ejército de Kiev, ¿a quién puede culpar
si no a sí mismo?
No hay
buenas alternativas.
Mike Whitney
vive en el Estado de Washington. Colaboró en
el libro Hopeless: Barack Obama and the Politics of Illusion (AK Press).
Hopeless
también existe en una edición Kindle. Contacto: fergiewhitney@msn.com
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PUBLICADO EN: DESPERTARES
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