Un día
después de que Pedraz acusase a Manos Limpias de chantajear al Santander, webs
de ultraderecha recuperaron la historia del supuesto crimen.
Miguel
Bernad mandó al banco una nota con la denuncia en la que se acusaba a Ana
Patricia Botín de asesinar a su padre contratando a un narco.
La denuncia
de asesinato presentada en 2015 por un editor de confidenciales condenado por
extorsión fue archivada en unas semanas en la Audiencia Nacional.
08/11/2017 -
21:52h
Luis Pineda,
presidente de Ausbanc. EFE
El
pseudosindicato Manos Limpias intentó extorsionar al Banco Santander usando una
denuncia de un particular que acusaba a Ana Patricia Botín, a su madre, Paloma
O'Shea y a personal de seguridad de la entidad, de urdir el asesinato de Emilio
Botín que según el escrito habría sido ejecutado por un narco colombiano
llamado Jesús Samper Gaviria. La querella fue rápidamente archivada en la
Audiencia Nacional en 2015 por falta de pruebas pero Manos Limpias intentó
aprovechar la judicialización de la muerte de Botín para extorsionar al banco a
cambio de no personarse y ejercer de acusación en el caso.
Todo arranca
en la primavera de 2015, con una denuncia del empresario Juan Muñoz Bloise –con
intereses en el sector de la comunicación y varios diarios confidenciales– que
trataba de demostrar que la muerte del presidente del Banco Santander el 10 de
septiembre de 2014 fue en realidad un asesinato planificado por sus familiares
más directos y por el personal de seguridad del banco.
Juan Muñoz
Bloise –administrador único en sociedades vinculadas al sector de la
información como Euro 2000 Press Diario Digital, SL, Pentágono Comunicaciones
SL, Confidencial Press SL y presidente de la sociedad Ediciones del Eterno
Retorno SA– presentó a través de un notario primero ante la Fiscalía del
Tribunal Superior de Justicia de Madrid y después directamente ante la
Audiencia Nacional un abracadabrante relato de dos folios en los que señalaba
que tres individuos habían suministrado una dosis mortal de penicilina que le
causó la muerte al banquero, enfermo de diabetes.
"El
banquero cántabro no murió de un infarto legal [sic] tal y como se ha querido
hacer ver a la opinión pública sino que fue vilmente asesinado en su despacho
de la ciudad financiera del Santander, situada en el municipio de Boadilla del
Monte", arranca la denuncia, a la que ha tenido acceso eldiario.es y que
no ha tenido más recorrido en los tribunales que un par de diligencias de
trámite ordenadas por el juez Santiago Pedraz. Luego cerró definitivamente la
causa por falta de pruebas.
Tanto el
acta de defunción como las diligencias judiciales señalaron que Botín murió por
causas naturales: un infarto. Esa misma semana, antes de su muerte, había
cancelado gran parte de su agenda porque se encontraba enfermo.
Según
fuentes de aquella investigación nunca hubo caso, puesto que el denunciante no
aportó ningún indicio de sus gravísimas acusaciones. Pero la judicialización de
la muerte del banquero sirvió al pseudosindicato Manos Limpias para chantajear
al Santander. Lo apunta el propio juez Pedraz en un auto del pasado 30 de
octubre sobre la investigación que ha llevado a prisión a
Luis Pineda, presidente
de la supuesta entidad sin ánimo de lucro Ausbanc, y a Miguel Bernad,
secretario general de Manos Limpias, por sus maniobras de extorsión.
Ambos están
procesados por los delitos de estafa, extorsión, amenazas, administración
desleal, fraude en subvenciones y pertenencia a organización criminal.
A la hora de
enumerar los distintos episodios en los que Manos Limpias trató de chantajear a
empresas y entidades bancarias a cambio de no acusarles en los tribunales, el
juez de la Audiencia Nacional señala el caso del Santander: "Luis Pineda
empleó su influencia y peso en Manos Limpias para que por parte del sindicato
no se continuasen las acciones que se tenían previstas en relación a la
denuncia por el presunto asesinato de Emilio Botín, y así de aprovechar la
petición de financiación vía convenio publicitario con el Banco de
Santander".
El auto de
Pedraz se apoya sobre la documentación recabada por la Policía durante los
registros informáticos en las sedes de Ausbanc y Manos Limpias en los que
apareció la denuncia sobre el supuesto crimen. Fuentes de la investigación
sostienen además que fue el propio Miguel Bernard, el secretario general de
Manos Limpias, quien dejó en una sucursal del Santander la querella con una
nota suya para que fuese enviada a la dirección de la entidad.
La historia
del supuesto asesinato de Botín ha revivido esta semana en las redes a través
de varios diarios digitales de corte ultraconservador. El pasado 31 de octubre,
solo un día después del auto de Pedraz acusando a Manos Limpias de intentar
sacar tajada de la denuncia, La Tribuna de Cartagena ha recuperado la
historia que otras webs como Rambla Libre, que dirige Enrique de Diego, o la web del locutor César
Vidal han
amplificado durante los últimos días.
Judicialmente,
el caso está cerrado, tal y como admitió este miércoles a eldiario.es Carlos
Javier Sánchez-Seco Vivar, que representa al empresario autor de la denuncia.
Según el abogado es el "delicado estado de salud" de Juan Muñoz
Bloise, su cliente, el que impide presentar de nuevo la denuncia en un juzgado
de Móstoles, tal y como tenían previsto.
Fuentes
cercanas al empresario reconocen que su querella fue empleada por Ausbanc y
Manos Limpias para extorsionar al Santander pero niegan que ambas acciones
estuviesen coordinadas. Juan Muñoz Bloise ya fue condenado el pasado marzo, según adelantó vozpopuli, a cinco meses de prisión por un
intento de extorsión a los empresarios Juan Abelló y Ana Gamazo, dos de las
personas más acaudaladas de España. En este caso la amenaza consistía en
revelar sus supuestas implicaciones en un fraude de paraísos fiscales.
Ni el Banco
Santander ni la familia Botín han querido hacer declaraciones sobre este caso.
Mientras
tanto, un puñado de webs vinculadas a la ultraderecha acusan a medios de
comunicación, jueces e instituciones de ocultar el asesinato del primer banquero
español y el insólito thriller en el que un supuesto narco colombiano
acabó con la vida de Botín por encargo de su hija y su esposa en medio de una
guerra familiar por el control del Santander.
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