Domingo 22
de Abril de 2018
"Europa se salvará solo si los niños comienzan a
nacer de nuevo. Hemos perdido los lazos con las tradiciones y estamos
destinados a desaparecer", según las recientes palabras de Eugenio
Mazzarella, filósofo y exdiputado del Partido Demócrata de Italia.
Sputnik
Italia ha hablado
con Gianluca Marletta, ensayista y autor de los libros 'La fábrica de la
manipulación' y 'Unisex', que versan sobre la crisis de identidad que vive
Europa.
"Paradójicamente, parece que la Europa de hoy
está comprometida con la negación de todos sus valores. Ninguna civilización
puede prosperar y, lo que es más importante, continuar existiendo si se basa en
principios tan contradictorios como la sociedad occidental actual",
lamenta Marletta.
A su juicio, ningún cambio se produce de manera
espontánea. En Occidente, ya desde 1950-60, fuerzas influyentes comenzaron a
promover la destrucción de los valores tradicionales.
Por un lado, les convenía crear un 'hombre sin
personalidad', liberado de interferencias tales como la familia, la religión y
las fuertes relaciones sociales, convertido en un 'cliente ideal' —una
persona que vive por y para el consumo—.
Por otro lado, el individualismo extremo y la falta de
orientación en la cultura y la ideología occidentales condujeron al hecho de
que los ciudadanos sean fáciles de influir, ya que no tienen núcleo moral
estable.
"Estos cambios han tenido lugar gracias a la
revolución cultural programada: el culto a las drogas en los años 60 y 70, la
revolución sexual y, más recientemente, la revolución de identidad",
destaca.
Marletta recuerda que, durante las últimas décadas, la
cultura y los medios de comunicación occidentales comenzaron a atacar la idea
del 'macho' y el concepto de masculinidad. Por un lado, es la influencia del
feminismo de la década de los 70, que criminalizaba el ser hombre y dejó el
concepto asociado a connotaciones negativas.
De ahí la idea de la 'feminización' de la sociedad en
la lengua, el aspecto, las maneras, la eliminación de los roles tradicionales
de hombres y mujeres. Todo esto condujo al colapso demográfico que se ve
claramente en Europa.
"Occidente hoy ya está 'clínicamente muerto'.
Después de haber perdido su identidad espiritual y cultural, bajo la influencia
de una crisis sin precedentes, está cayendo en un agujero demográfico.
De no
cambiar de estrategia, se corre el riesgo de ser colonizado por los foráneos
más jóvenes, vitales y prolíficos", concluye el escritor.
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