por Thierry
Meyssan
Va en
ascenso la inquietud en Latinoamérica, donde Estados Unidos y el
Reino Unido están implementando una «primavera» al estilo de
las «primaveras árabes». Por supuesto, como prácticamente
todos los latinoamericanos son cristianos, no se tratará en este caso
de sembrar la guerra enemistando a los pueblos con argumentos religiosos.
Se buscará más bien la manera de recurrir a ciertos aspectos de
las identidades locales. Pero el objetivo seguirá siendo el mismo:
no se trata de reemplazar un gobierno por otro sino de destruir
los Estados para eliminar así toda posibilidad de resistencia nacional
frente al imperialismo.
Red Voltaire | Caracas (Venezuela) | 16 de mayo de 2017
Con el
tiempo, numerosos líderes políticos del mundo entero han reinterpretado las «primaveras
árabes». Lo que al principio parecía ser una serie de
revoluciones espontáneas contra gobiernos autoritarios se ve hoy
en día como lo que realmente es: un plan anglosajón de
desestabilización de toda una región del mundo para poner en el poder a la
Hermandad Musulmana. El recuerdo de la «revuelta árabe de 1916»,
durante la cual Lawrence de Arabia sublevó la región
en contra del Imperio Otomano haciendo que los pueblos soñaran con
la libertad para acabar sometiéndolos al Imperio Británico, está ahí para
demostrarnos que Londres dispone de la experiencia necesaria para ello.
Los
anglosajones están preparando al parecer una nueva ola de pseudo revoluciones
en Latinoamérica. Todo comenzó con un decreto del entonces presidente
Barack Obama, emitido el 9 de marzo de 2015, que declaraba un estado de
emergencia ante la extraordinaria amenaza que la situación en Venezuela
supuestamente representaba para Estados Unidos. Ese documento suscitó
en todo el continente una ola de indignación que obligó al presidente
estadounidense a presentar excusas durante una cumbre regional. Obama
se excusó… pero no anuló el decreto y los preparativos para
una nueva guerra siguieron adelante.
Es
importante observar que el texto de Obama sobre Venezuela no es una
ley, como la Syrian Accountabilty Act adoptada bajo la administración de
George W. Bush, en 2003, sino un decreto presidencial. Eso implica
que el poder ejecutivo no está obligado a rendir cuentas
al legislativo sobre los preparativos que lleva a cabo
al respecto.
En el mundo
árabe en general, y en el caso de Siria en particular,
los anglosajones necesitaron 8 años para iniciar las acciones.
Pero numerosos elementos hacen pensar que necesitarán menos tiempo para
emprender un programa de destrucción en Latinoamérica.
En Brasil,
justo antes de los Juegos Olímpicos, estalló una serie de desórdenes
contra el gobierno de la presidente Dilma Rousseff. Esta última fue destituida
como resultado de un procedimiento parlamentario, legal pero totalmente
en contradicción con el espíritu de la Constitución.
El golpe
parlamentario contra Dilma Rousseff fue implementado, bajo el control del Banco
Central –cuyo segundo al mando tiene doble nacionalidad brasileña e
israelí–, por un grupo de diputados hoy metidos hasta el cuello en graves
escándalos de corrupción. Los servicios de seguridad brasileños
se mantuvieron extrañamente pasivos durante el golpe.
¿Cómo se explica eso? Con vista a los Juegos Olímpicos,
se hallaban bajo la supervisión de expertos israelíes. Actualmente, el
nuevo presidente, Michel Temer –quien tiene doble nacionalidad brasileña y
libanesa–, es objeto del más amplio rechazo popular.
La situación
no es mucho mejor en México, país ya de hecho dividido en cuatro.
El norte exhibe un fuerte crecimiento mientras que el sur está en
plena recesión. Los dirigentes políticos mexicanos han vendido Pemex, la
empresa petrolera nacional, y todas sus reservas a Estados Unidos, que
por consiguiente ya no necesita el petróleo del Medio Oriente. Sólo
el ejército parece creer aún en el concepto de patria.
En
Venezuela, la oposición ha logrado capitalizar algunos errores económicos del
gobierno para realizar unas pocas grandes manifestaciones pacíficas. Pero también
organiza simultáneamente minúsculas concentraciones extremadamente violentas
durante las cuales han sido asesinados tanto policías como manifestantes.
Creando la confusión, las agencias de prensa internacionales dan la impresión
de que ha comenzado una revolución contra los chavistas, lo cual
no tiene absolutamente nada que ver con la realidad.
O sea, los
tres principales Estados latinoamericanos están siendo desestabilizados
al mismo tiempo. Tal parece como si los neoconservadores
estadounidenses, previendo un posible restablecimiento de la paz en Siria,
estuviesen acelerando la aplicación de sus planes en Latinoamérica.
El viernes,
en una alocución transmitida por televisión, el presidente de Venezuela,
Nicolás Maduro, puso en guardia al pueblo sobre el proyecto
anglosajón de «primavera latina». El presidente Maduro citó amplia
y repetidamente los precedentes de Libia y Siria ante
una audiencia de intelectuales latinoamericanos, a quienes tuve la
oportunidad de unirme, como sirio de corazón.
Fuente
Al-Watan (Siria)
Al-Watan (Siria)
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ARTICULO
PUBLICADO EN: http://www.voltairenet.org/article196348.html
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