Que
cualquier persona, común y corriente, piense que EEUU y sus aliados son los que
financian, entrenan y arman a un grupo de fanáticos yihadistas en Oriente Medio
(o que planifica y ejecuta falsas banderas en Europa) no tiene más relevancia
que la de estar en boca de un disidente de las mentiras oficiales. Que lo diga
un máximo responsable encargado de supervisar las cuentas de la OTAN es una
cuestión de Estado. Muy incómoda, aunque de fácil solución.
Yves
Chandelon, el jefe auditor de la Alianza Atlántica, fue encontrado muerto, en
“sospechosas” circunstancias, en la localidad belga de Andenne (en las Ardenas)
a 140 km de la sede de la OTAN en Bruselas y a 100 km de Lens, donde vivía. El
crimen de Chandelon podría considerarse perfectamente la tercera falsa bandera
ocurrida estos días pasados en Europa, después de la matanza de Berlín y el
asesinato del embajador ruso Andrei Karlov en Turquía. Y, en cierto modo, la
muerte de Chandelon guardaría paralelismos con el asesinato del comisario de
policía de Limoges, Hélric Fredou, después de que este descubriera las
conexiones de altas instancias francesas y el Mossad israelí e el atentado
contra la revista satírica francesa Charlie Hebdo.
La muerte de
Chandelon ha sido presentada oficialmente como un “suicidio”. Los medios
oficiales hablan de que Chandelon tenía una “deuda” con un amigo de 45.000
euros (la misma que podría tener cualquier hipotecado con un banco, sin
recurrir por ello al suicidio) y ello le habría ocasionado “depresión” (dado el
status económico del fallecido en la Alianza Atlántica esa afirmación es,
simplemente, ridícula), y de que una nota del auditor de la OTAN, a modo de
despedida, fue misteriosamente encontrada días después de su deceso. Pero pocos
se creen esta “orquestada” versión, entre ellos la propia familia del ex
auditor. Por otra parte, los medios hegemónicos atlantistas han guardado un
cuidadoso silencio sobre este oscuro crimen, relegándolo prácticamente a lo
anecdótico.
La muerte de
Chandelon nuevamente tiene el aroma a un asesinato de Estado. Newsbud, el site
de la ex informante del FBI, Sibel Edmonds, apunta irregularidades que, muy
probablemente, se les escaparon a los autores del crimen: Chandelon era zurdo y
el arma del suicidio fue encontrada en su mano derecha.
Otro hecho
que causa extrañeza es que, según informes oficiales, Chandelon poseía tres
armas de fuego registradas a su nombre, pero el arma encontrada en su mano, y
que dicen fue la que ocasionó el “suicidio”, no era de su propiedad.
Hay mas
anomalías (o chapuzas) que se suelen obviar en el caso de que un arma haya sido
“plantada” en el escenario de un crimen. Sibel Edmonds nos recuerda que si una
persona se dispara con un arma que, lógicamente, se empuña con una mano, el
retroceso haría que la pistola “volara” en lugar de quedarse en las manos de la
persona que se suicida, con los dedos empuñándola (salvo muy raras excepciones).
Pero es que, rizando el rizo del estrambote (o penosa praxis periodística)
incluso medios como el Luxemburger Wort hablaba de suicidio y de que el arma
con el que se había cometido el mismo estaba … en la guantera del coche (sic).
Entonces, según este medio, la muerte de Chandelon tenía, forzosamente, que
implicar a un asesino a sueldo.

Otra
secuencia de hechos anteriores a la muerte del auditor de la OTAN es que éste
había recibido, en los días previos, una serie de llamadas telefónicas
amenazantes y que el hijo de Chandelon, Xavier, había sido puesto sobreaviso
por su padre para que custodiara “cierta información”, en caso de que algo le
sucediera. Los familiares de Chandelon insisten, por su parte, de que el ex
auditor no se suicidó en ningún caso ya que tenía planes muy concretos a
realizar en 2017.
En
definitiva, según Edmonds, la muerte de Chandelon, ejecutada por asesinos
profesionales, estaría vinculada a los recientes asesinatos de dos diplomáticos
rusos (el embajador en Turquía, Andrei Karlov, y otro representante de alto
nivel, en Moscú, así como el reciente y sospechoso accidente automovilístico
del chofer favorito de Vladimir Putin.
Yves
Chandelon fue, al parecer, acosado intensamente en las semanas previas a su
asesinato debido a la voluntad de Chandelon de informar sobre un “enorme
agujero negro en el presupuesto muy reservado de la OTAN de donde habían
“desaparecido” fondos durante al menos cuatro décadas”. Aunque siempre hay que
ser cauteloso a la hora de validar una información alternativa lo cierto es que
lo que sigue es cuanto menos digno de ser tenida en cuenta, dada la solvencia
de sus argumentos, aunque no cite expresamente ninguna fuente que bien podría
estar muy cerca de la misma OTAN.

El site
Iris.org a través de un artículo titulado “El agujero negro de 250 mil millones de euros de la OTAN
que hizo que el jefe auditor de la OTAN, Yves Chandelon, fuese asesinado“,
nos revela lo que podría ser el verdadero “leit-motiv” del asesinato de
Chandelon. Según el autor/es del site: Chandelon era un empleado altamente
especializado en temas económicos de la OTAN y sabían en la Alianza que no
podía ser sobornado ni extorsionado (varios de esos intentos ya habían
fracasado en el pasado). Al parecer, el Sr. Chandelon estaba trabajando en los
últimos detalles de su informe de auditoría interna de la OTAN cuando fue
asesinado en su automóvil en Bonneville (Andenne), Bélgica, el 16 de diciembre
de 2016. Con toda probabilidad, ese informe de auditoría se habría convertido
en el trabajo más importante de toda su carrera como auditor profesional de
primer nivel. Desafortunadamente, el informe de auditoría de la OTAN era
“demasiado sensible”, tanto que pagó por su vida y eso nos dice algo sobre lo
que iba a revelar.
La cadena de
hechos relatada en Iris sería la siguiente: En las semanas que precedieron al
asesinato, Chandelon poseía expedientes que documentaban detalles
suplementarios respecto al agujero de 250 mil millones de euros detectado en
los libros de contabilidad de la OTAN. Se cree que los datos incluidos en los
expedientes también habrían permitido que Chandelon tuviera una base sobre la
que acusar de corrupción a altos funcionarios de la OTAN y al gobierno belga,
así como mostrar evidencias de la financiación de células terroristas por parte
de la OTAN, tanto en Oriente Medio (Siria, Irak, Libia, Egipto, Yemen,
Palestina) como en Europa, incluida Turquía.
Se podría
aventurar que lo relatado anteriormente pudiera parecer lo que el cretinismo
oficial llama “teorías de la “conspiración”… pero … pruebas en este sentido
(financiación del terrorismo por la OTAN) sobran (entre otras, el Gladio anticomunista de la “guerra fría” y el
Gladio B o Gladio islámico, en el presente), y algunas fueron expuestas por
Sibel Edmonds (ex del FBI, habilitada al más alto nivel), señalando que el
terrorismo de Siria tuvo su origen (o uno de ellos) en la base de la OTAN de
Incirlik, en Turquía. Por tanto, la credibilidad de lo dicho en el site IRIS
tendría un sólido referente argumental. En IRIS señalan que la financiación e
instrucción de células terroristas en el Oriente Medio por parte de la OTAN es
similar a la cooperación que mantiene el gobierno estadounidense con los
llamados rebeldes moderados en Libia, Siria e Irak, mientras que la reciente
financiación de células terroristas en Europa por la OTAN recuerda
aterradoramente a las campañas terroristas de Gladio.
Como se ha
dicho antes, los medios de tergiversación masiva han circunscrito este hecho a
un caso de “suicidio”, evitando dar más propaganda de la debida no sea que la
basura aflore por donde menos lo esperan. Y es que como dicen en IRIS todos los
indicios apuntan al asesinato de Chandelon e incluso su familia lo sabe y está
dispuesta a contarlo en público (obviamente, poco o nada de caso les harán),
incluyendo algunos de sus amigos más cercanos. La OTAN tiene un pasado (y
presente) verdaderamente siniestro. Así que lo reseñado por IRIS sería, más que
un conjunto de sospechas, una combinación de probables certezas.
El
“suicidado” Yves Chandelon
Dice Thierry
Meyssan, respecto de la OTAN, y los intentos del crimen atlantista por socavar
la credibilidad de sus críticos, que esa organización trató primero de
silenciar a los ciudadanos que querían saber la verdad sobre los atentados del
11 de septiembre de 2001. Luego arremetió contra los que cuestionan la versión
oficial de las «primaveras árabes» y de la guerra contra Siria. Como una cosa
lleva a la otra, después atacó a quienes denunciaban el golpe de Estado en
Ucrania. Ahora, la OTAN se inventa una seudo ONG para que acuse como agentes
rusos a todo el que haya hecho campaña por Donald Trump, presentando el triunfo
electoral de éste como resultado de la intromisión de Rusia en la política
norteamericana (cuando una de las bazas electorales más rentables para Trump,
la difusión de los correos privados de Hillary Clinton, fue promovida desde
dentro del propio partido demócrata -tal como reveló el ex-embajador británico
en Uzbekistán Craig Murray- “en repulsa a la corrupción de la Fundación
Clinton” y “el juego injusto” contra Bernie Sanders durante las primarias. Nota
del “blogger”).
Conviene,
finalmente, recordar el pasado de sangre y crimen masivo de esta organización
de asesinos natos a la cual pertenecen las “democracias europeas”, un poco para
comprender que todo lo anteriormente expuesto está muy lejos de ser una fabulación
“conspirativa”, como tanto gusta decir a los palmeros del oficialismo otánico.
Una vez
finalizada la Segunda Guerra Mundial y bajo la máscara de una retaguardia
(“stay-behind”) contra los potenciales (e inexistentes) “invasores soviéticos”,
las fuerzas encubiertas de la OTAN (de nombre clave Gladio) se transformaron en
terrorismo psicológico y físico fundamentalmente en los llamados años de plomo
(finales de los sesenta a últimos de los ochenta del siglo XX), en los que
cientos de personas inocentes perecieron en una guerra por el terror en las
calles de Europa.
Dichos
atentados fueron atribuidos a organizaciones terroristas de extrema izquierda
(infiltradas por la CIA y Gladio) para demonizar a los partidos comunistas
occidentales e impedir que éstos accedieran al poder político.
Los
ejércitos secretos de la OTAN hicieron el trabajo sucio a los militares de la
OTAN y a los políticos de Europa forjando vínculos con el crimen organizado y
grupos terroristas neofascistas para cometer crímenes como el de Piazza
Fontana, en Milan; Peteano en Italia (con tres carabinieri muertos); en la
Oktoberfest de Munich, en Luxemburgo, en Brabant o el infausto atentado de la
estación de tren de Bolonia, por citar los más relevantes. Golpes de Estado
respaldados por la OTAN derribaron a los gobiernos de Grecia y Turquía y lo
intentaron en Italia, en 1970, El estado isleño de Chipre se dividió en medio
de un genocidio. Grupos armados como las Brigadas Rojas y la Baader-Meinhof
fueron manipulados y controlados hábilmente por Gladio. El primer ministro
sueco Olof Palme y el ex-primer ministro italiano Aldo Moro fueron asesinados,
también, por Gladio. El Papa Juan Pablo II fue tiroteado por ultraderechistas
turcos de los Lobos Grises, todos a sueldo de OTAN-Gladio. Los asesinatos
masivos en la isla de Utoya, en Noruega, en julio de 2011 fueron una falsa
bandera de Gladio. La intervención de la OTAN en Yugoslavia es bien conocida
por sus ataques deliberados contra la población civil, con el lanzamiento de
bombas anti-persona y gases tóxicos, también de la financiación del terrorismo
yihadista sectario (AlQaeda) y del apoyo a la mafia criminal terrorista del UCK
kosovar. En Afganistán, la intervención de la OTAN ha ocasionado más de 27.000
muertos desde 2001, con ataques indiscriminados a aldeas civiles.

El recital
de criminalidad de la OTAN ha tenido también como protagonistas, entre otros,
al banquero Roberto Calvi, asesinado en Londres, junto al río Támesis, en 1982
o al arquitecto de Gladio en Europa, el general norteamericano Lyman Lemnitzer,
quien estuvo implicado en la reintroducción, en 1944, de la mafia en Sicilia y
el asesinato del presidente John F. Kennedy en Dallas y su hermano Robert
Kennedy. Las operaciones secretas de la OTAN estuvieron detrás de la
financiación y actividades subversivas del sindicato polaco católico
anticomunista Solidarnosz, de la caída de la Unión Soviética, de las
revoluciones de color de Europa del Este y del Norte de África y de las
masacres de Libia, hasta llegar a día de hoy con su implicación en otros
eventos terroristas de todos conocidos como son los del 11-M, 7-J (Londres),
Charlie Hebdo, los ataques al aeropuerto de Bruselas o los de París, Munich y
Berlín…
Como
concluye el artículo de Iris.org, con el asesinato de Yves Chandelon todas las
esperanzas de una OTAN transparente, y la posibilidad de que existan “menos”
guerras a través de ella, se han esfumado. Nadie, de dentro de la institución,
se atreverá jamás a romper el silencio sobre la corrupción dentro de la OTAN y
su participación en la matanza de millones de personas inocentes en Oriente
Medio, África y Europa.
La
contribución de España a la OTAN en 2014: 236´7 millones de euros para sostener los crímenes de una organización terrorista.
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ARTICULO PUBLICADO EN:
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