28 de agosto
de 2015
El derrumbe
del sistema transatlántico sigue su marcha y Wall Street sigue en bancarrota, a
pesar del repunte fraudulento con la dosis de inyección hipodérmica financiera
de los bancos centrales para encubrir la apariencia del derrumbe.
El 27 de
agosto el gobierno de Estados Unidos dio a conocer una versión
"revisada" del Producto Nacional Bruto (PNB) para el segundo
trimestre, y resultó en un crecimiento de 3.7%.
Esta
supuesta noticia feliz pretende presentar un cuadro ficticio de que la economía
estadounidense está creciendo, mientras que la de China se está derrumbando,
para darle un empujón a los mercados financieros.
Sin embargo, la misma agencia
del gobierno de Estados Unidos informó que el Ingreso Nacional Bruto (INB), que
teóricamente debería ser lo mismo que el PNB, solo aumentó un 0.6%, lo cual
muestra lo que todo mundo sabe: es la economía de Estados Unidos la que se está
derrumbando, y la única solución cuerda es declarar a Wall Street en bancarrota
y restablecer la ley Glass-Steagall.
Otra muestra
de lo mismo es que el derrumbe de la economía física de Estados Unidos está
llevando la deuda de la industria petrolera a niveles astronómicos.
Según la
agencia Bloomberg, las compañías petroleras de EE.UU. necesitan $550 mil millones
de dólares para cubrir sus deudas durante los próximos cinco años, siempre y
cuando el petróleo siga a $40 el barril.
Ayer el
precio del petróleo subió en los mercados financieros gracias a las cifras de
fantasía que presentó el gobierno de EE.UU., pero eso no va a durar mucho.
Es más
probable que el precio se desplome más aún y que la deuda siga creciendo hasta
que se reconozca la bancarrota de Wall Street.
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