Grecia
ya ha anunciado que no pagará al FMI
Martes 30 de
Junio de 2015
La reunión del Eurogrupo de ayer, 27 de junio de 2015
no pasará a la historia como un momento de orgullo para Europa.
Los ministros
rechazaron la petición del gobierno griego para garantizar al pueblo griego una
semana de deliberación, a fin de decidir una respuesta de Sí o No a las
propuestas de las instituciones, unas propuestas cruciales, huelga decirlo,
para el futuro de Grecia en la Eurozona.
La mera idea de que un gobierno
pudiera consultar a su pueblo sobre una propuesta problemática hecha por las
instituciones fue tratada con incomprensión y, a menudo, con un desdén rayano
en la indignación. Hubo incluso quien llegó a espetarme: “¿Cómo puede usted
esperar que la gente común entienda asuntos de tal complejidad?”. ¡La
democracia no tuvo un buen día en la reunión de ayer del Eurogrupo!
Pero tampoco las instituciones europeas. Luego de que
se rechazara nuestra propuesta, el Presidente del Eurogrupo rompió con la
convención de unanimidad –emitiendo un comunicado sin mi consentimiento— y
llegó incluso a tomar la dudosa decisión de acordar una continuación de la
reunión sin la presencia del ministro griego, ostensiblemente para discutir los
“próximos pasos”. ¿Pueden coexistir la democracia y una unión monetaria? ¿O
debe acaso caer una de las dos? Tal es la cuestión capital que el Eurogrupo
decidió responder guardando a la democracia en el cajón de las cosas demasiado
arduas. Por ahora. O eso, al menos, me atrevo a esperar yo.
Intervención de Yanis Varoufakis en la Reunión del
Eurogrupo del 27 de junio de 2015
Colegas:
En nuestra última reunión del pasado 25 de junio las
instituciones presentaron su oferta final a las autoridades griegas en
respuesta a nuestra propuesta de un Acuerdo a Nivel de Expertos (SLA, por sus
siglas en inglés) presentado el 22 de junio (y firmado por el Primer Ministro
Tsipras). Tras un largo y cuidadoso examen, nuestro gobierno decidió que,
desgraciadamente, la propuesta de las instituciones no podía ser aceptada. A la
vista de lo cerca que estaba ya el 30 de junio, fecha de expiración del actual
acuerdo de préstamo, el punto muerto a que hemos llegado nos suscita honda
preocupación a todos. Y sus causas deben ser examinadas a conciencia.
Nosotros rechazamos las propuestas realizadas por las
instituciones el pasado 25 de junio por varias razones de peso. La primera
razón es la combinación de austeridad e injusticia social que impondrían a una
población ya devastada por… la austeridad y la injusticia social. También
nuestra propia propuesta SLA (del 22 de junio) es austera, buscando aplacar a
las instituciones y, así, acercarnos a un acuerdo. Solo que nuestra SLA busca
desplazar la carga de esta nueva oleada de austeridad hacia las espaldas de los
más capaces de soportarla (por ejemplo: concentrándose en mayores
contribuciones de los empresarios a los fondos de pensiones, en vez de reducir
las pensiones más bajas). Sin embargo, incluso nuestra SLA contiene muchos
elementos que la sociedad griega rechaza.
Así pues, habiéndosenos empujado enérgicamente a
aceptar una nueva austeridad substancial en forma de superávits primarios absurdamente
grandes (un 3,5% del PIB a medio plazo, algo inferior a la irrecibible cifra
acordada por los anteriores gobiernos griegos: 4,5%), tuvimos que terminar
haciendo equilibrios recesivos entre, por un lado, los mayores impuestos y
gravámenes en una economía en la que a quienes pagan lo debido les sale por un
ojo de la cara, y por el otro lado, reducciones en pensiones y servicios
sociales en una sociedad ya devastada por recortes masivos en el ingreso básico
que sostiene a los cada vez más necesitados.
Déjenme decirles, colegas, lo que ya hemos comunicado
a las instituciones el 22 de junio, al ofrecer nuestras propias propuestas:
incluso esta SLA, la que nosotros proponíamos, resultaba extremadamente difícil
de pasar por el Parlamento, dado el nivel de medidas recesivas y de austeridad
que entrañaba. Desgraciadamente, la respuesta de las instituciones fue insistir
en medidas todavía más recesivas (es decir, paramétricas), como, pongamos por
caso, incrementar el IVA de los hoteles ¡del 6% al 23%!). Y lo que todavía es
peor, en desplazar masivamente las cargas desde el mundo empresarial hacia los
sectores más débiles de la sociedad: por ejemplo, reduciendo las pensiones más
modestas, privando de apoyo a los campesinos, posponiendo indefinidamente toda
legislación que ofrezca una mínima protección a trabajadores inclementemente
explotados.
Las nuevas propuestas de las instituciones, según se
expresan en su documento del 25 de junio –anterior a la SLA—, convertirían un
paquete de medidas políticamente problemáticas (desde la perspectiva del
Parlamento griego) en un paquete de medidas extremadamente difícil de aceptar
por una mayoría parlamentaria. Pero eso no es todo. La cosa es peor, mucho peor
que eso, cuando echamos un vistazo al paquete de medidas de financiación
propuestas.
Lo que hace de todo punto imposible que pase
por el Parlamento griego la propuesta de las instituciones es la falta de
respuesta a esta cuestión: ¿Nos ofrecerán al menos esas penosas medidas un
período de tranquilidad para poder llevar a cabo las reformas y medidas
acordadas? ¿Acaso una inyección de optimismo contrarrestará el efecto recesivo
de la consolidación fiscal extra que se pretende imponer a un país que lleva ya
en recesión 21 trimestres consecutivos? La respuesta es clara: No; la propuesta
de las instituciones no ofrece esa perspectiva.
He aquí por qué: la financiación propuesta para los
próximos 5 meses (véase más abajo el calendario) resulta problemática por
distintas razones:
Por lo pronto, no hace provisiones para los atrasos
del Estado causados por 5 meses de realizar pagos sin desembolsos y de ingresos
fiscales menguantes resultantes de la permanente amenaza de Grexit que estaba
en el aire, por así decirlo.
En segundo lugar, la idea de canibalizar el HFSF
(Fondo Helénico de Estabilidad Financiera, por sus siglas en inglés), a fin de
pagar los bonos del BCE de la era SMP [Securities Market Program, un programa
que fue substituido en septiembre de 2014 por el actual programa OMT (Outright
Monetary Transactions); T.] constituye un peligro claro y vivamente
presente: esos dineros fueron concebidos –fundadamente— para robustecer a la
frágil banca griega, posiblemente a través de una operación que permitiera
enfrentarse a las montañas de créditos no rentables que merman su capitalización.
La respuesta que he obtenido de funcionarios veteranos del BCE, cuyo nombre no
dejaré dicho, es que, si necesario fuera, el HFSF sería reaprovisionado para
poder lidiar con las necesidades de recapitalización de los bancos. ¿Y quién
reaprovisionaría? El Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEE), se me dijo. Pero
–un pero nada menor— eso no forma parte del acuerdo propuesto y, además, no
podría ser parte del acuerdo, en la medida en que las instituciones carecen de
mandato para comprometer de ese modo al MEE, como estoy seguro de que Wolfgang
[Schäuble] nos recordará a todos. Por lo demás, si pudiera llegar a hacerse un
arreglo así, ¿por qué no se discute nuestra sensible, moderada, propuesta de
una nueva función del MEE para Grecia que ayude a desplazar los pasivos del SMP
actualmente en manos del BCE hacia el MEE? La respuesta: “no lo
discutimos porque no nos da la gana” sería demasiado dura para que yo pudiera
trasladarla a mi Parlamento al lado de un nuevo paquete de austeridad.
En tercer lugar, el calendario de desembolsos
propuesto es un campo de minas en forma de revisiones –una al mes— que
garantizará dos cosas. La primera, que el gobierno griego se verá inmerso día
tras día, semana tras semana en el proceso de revisión durante cinco largos
meses. Y bastante antes de que esos cinco meses expiren, tendremos que entrar
en otra tediosa negociación sobre el siguiente programa. Porque no hay nada en
la propuesta de las instituciones capaz de inspirar ni siquiera la más remota
de las esperanzas en que al final de esta nueva extensión Grecia podrá caminar
por su propio pie.
En cuarto lugar, dado que resulta apabullantemente
claro que nuestra deuda seguirá siendo insostenible a final de año y que el
acceso a los mercados seguirá tan lejos como ahora, no puede contarse con que
el FMI desembolse su parte, los 3,5 mil millones con que cuentan las
instituciones como parte del paquete de financiación propuesto.
Estas son razones sólidas que justifican por qué
nuestro gobierno no considera que disponga de un mandato para aceptar la
propuesta de las instituciones ni para servirse de la mayoría de que dispone en
el Parlamento para pasarla por el legislativo.
Al mismo tiempo, y sabedores del crítico momento
histórico en que nos hallamos, no disponemos tampoco de mandato para desestimar
las propuestas de las instituciones. Nuestro partido recibió el 36% del
sufragio, y el gobierno en su conjunto recibió poco más del 40%. Plenamente
conscientes de la gravedad de nuestra decisión, nos sentimos obligados a poner
la propuesta de las instituciones en manos del pueblo de Grecia. Nos proponemos
explicarles cabalmente qué significaría un SÍ a la Propuesta de las
instituciones, y hacer lo propio con el voto del NO, para que decida el pueblo.
En lo que a nosotros hace, aceptaremos el veredicto popular y haremos todo lo
necesario para ponerlo en práctica, sea cual
sea el resultado.
Algunos se inquietan porque un Sí podría significar un
voto de falta de confianza en nuestro gobierno (puesto que nosotros
recomendaremos votar No), caso en el cual no podríamos prometer al Eurogrupo
que estaríamos en situación de firmar y llevar a la práctica el acuerdo con las
instituciones. No es así. Nosotros somos demócratas convencidos. Si el
pueblo nos da una instrucción clara para suscribir las propuestas de las
instituciones, haremos lo que sea preciso en este sentido, aun cuando ello
traiga consigo una reconfiguración del equipo de gobierno. Colegas: la solución
del referéndum es óptima para todos, dadas las restricciones en que nos
hallamos.
Si nuestro gobierno aceptara hoy la oferta de las
instituciones prometiendo pasarla mañana por el Parlamento, seríamos derrotados
en el Parlamento, lo que resultaría en la convocatoria de nuevas elecciones no
antes de un mes: un retraso y una incertidumbre que no harían sino disminuir
muy mucho las perspectivas de una solución satisfactoria.
Pero aun si consiguiéramos pasar por el Parlamento las
propuestas de las instituciones, nos enfrentaríamos a un gran problema de
titularidad y de puesta en práctica. Dicho simplemente: así como en el pasado
los gobiernos que se allanaron a poner en práctica políticas dictadas por las
instituciones no lograron hacerse acompañar por el pueblo, así también nos
pasaría a nosotros: cosecharíamos el mismo fracaso.
Respecto de la cuestión que hay que plantear al pueblo
griego, mucho se ha discutido. Muchos de ustedes nos aconsejan –y hasta nos
instruyen para— que sea una pregunta de Sí o No sobre el euro. Déjenme ser
claro al respecto. Para empezar, la cuestión fue formulada en el Gabinete y
acaba de pasar por el Parlamento, y su tenor literal es el siguiente: “¿Acepta
usted la propuesta de las instituciones tal como nos fue presentada el 25 de
junio en el Eurogrupo?”. Esta es la única cuestión pertinente. Si hubiéramos
aceptado esta propuesta hace dos días, habríamos llegado a un acuerdo. Lo que
hace el gobierno griego ahora es preguntar al electorado para que conteste la
cuestión que tú, Jeroen [Dijselbloem] me planteaste literalmente así (cito
textualmente): “considéralo, si quieres, una propuesta de tómalo o déjalo”. Muy
bien; así lo consideré. Y lo que hacemos ahora es honrar a las instituciones y
al pueblo griego pidiendo a este último una respuesta clara a la propuesta de
las instituciones.
A quienes digan que, en realidad, esto es un
referéndum sobre el euro, mi respuesta es la siguiente: podéis perfectamente
decir eso, pero yo no haré comentarios. Es vuestro juicio, vuestra opinión.
Vuestra interpretación. ¡No la nuestra! Hay una lógica en vuestro punto de
vista, si lo que amaga es una amenaza de que un No del pueblo griego a la
propuesta de las instituciones será seguido de movimientos tendentes a expulsar
a Grecia –ilegalmente— del euro. Tal amenaza resultaría incongruente con los
principios básicos de la gobernanza democrática europea y con la legislación
europea.
A quienes nos instruyen para que la cuestión sometida
a referéndum sea el dilema Euro-Dragma, mi respuesta es cristalinamente clara:
los Tratados europeos tienen cláusulas para regular la salida de la Unión
Europea; pero no hay ninguna cláusula que regule legalmente una salida
de la Eurozona. Y por buenas razones, huelga decirlo, porque la indivisibilidad
de nuestra Unión Monetaria es parte de su raison d’ être. Pedirnos que
formulemos la cuestión del referéndum como una elección que permita la salida
de la Eurozona es pedirnos que violemos los Tratados de la UE y la legislación
de la UE. A quienquiera me sugiera a mí o a otros celebrar un referéndum sobre
la pertenencia a la Unión Monetaria Europea, le recomendaré que busque primero
cambiar los Tratados.
Colegas:
Es hora de hacer balance. La razón de que nos hallemos
en el actual dilema es sólo una: la propuesta originaria de mi gobierno a
ustedes y a las instituciones, que yo articulé aquí en mi primera intervención
ante el Eurogrupo, nunca se tomó en serio. Era la sugerencia de que creáramos
un denominador común entre el Memorándum de Entendimiento (ME) prevalente y
nuestro nuevo programa de gobierno. Hubo un efímero momento, con la declaración
del Eurogrupo del 20 de febrero, en que asomó la perspectiva de ese denominador
común, al prescindir de referencias al ME y concentrarse en una nueva lista de
reformas que nuestro gobierno debería presentar a las instituciones.
Por desgracia, inmediatamente después del 20 de febrero
las instituciones y el grueso de los colegas en esta sala se afanaron en
recuperar centralmente el ME y en reducir nuestro papel al de proponer cambios
marginales al ME. Es como si se nos hubiera dicho, para parafrasear a Henry
Ford, que podríamos tener cualquier lista de reformas y lograr cualquier
acuerdo, mientras nos atuviéramos al ME. El denominador común fue, así pues,
sacrificado a favor de imponer a nuestro gobierno una retirada humillante. Así
lo veo yo. Pero eso carece ahora de importancia. Ahora le toca al pueblo griego
decidir.
Nuestra tarea hoy en el Eurogrupo es la de sentar las
bases de un tránsito tranquilo al referéndum del 5 de julio. Eso significa una
cosa: que nuestro acuerdo de préstamo habrá de ser extendido unos cuantas
semanas para que el referéndum tenga lugar en condiciones de tranquilidad.
Inmediatamente después del 5 de julio, si el pueblo ha votado Sí, la propuesta
de las instituciones será subscrita. Hasta entonces, en la próxima semana, a
medida que se acerca el referéndum, cualquier desviación de la
normalidad, especialmente en el sector bancario, será inequívocamente
interpretada como una coerción a los votantes griegos. La sociedad griega ha
pagado un considerable precio, con una gigantesca contracción fiscal, para
poder ser parte de nuestra unión monetaria. Pero una unión monetaria
democrática que amenaza a un pueblo en trance de ofrecer su veredicto con
controles de capital y cierres de bancos es una contradicción en los términos.
Me gustaría pensar que el Eurogrupo respetará este principio. En lo que atañe
al BCE, el custodio de la estabilidad monetaria y de la propia Unión, no tengo
la menor duda de que si el Eurogrupo tomara hoy una decisión responsable y
aceptara la extensión de nuestro acuerdo de préstamo que estoy solicitando
ahora, hará todo lo necesario para dar al pueblo griego unos cuantos días más
para que pueda expresar su opinión.
Colegas: vivimos momentos críticos, y las decisiones
que tomemos serán transcendentales. En los años venideros nos preguntarán:
“¿Dónde estaba usted el 27 de junio? ¿Y qué hizo para evitar lo ocurrido?”. Al
menos deberíamos ser capaces de decir: “Dimos al pueblo que vivía bajo la peor
depresión una oportunidad para considerar sus opciones. Ensayamos la democracia
como medio para salir de un punto muerto. Y nosotros hicimos lo preciso para
darle a ese pueblo unos cuantos días para poder hacerlo.”
PS.- El día en que el Presidente del Eurogrupo rompió
la tradición de unanimidad y excluyó arbitrariamente a Grecia de un encuentro
del Eurogrupo.
Tras la intervención que acabo de transcribir, el
Presidente del Eurogrupo rechazó –apoyado por el resto de miembros— nuestra
petición de una extensión y anunció que el Eurogrupo emitiría una declaración
cargando a Grecia con la culpa de este impasse. Sugirió que los 18 ministros
(es decir los 19 ministros de finanzas de la Eurozona menos el ministro griego)
reflexionaran luego sobre la manera y los medios de protegerse a sí mismos de
las repercusiones.
Llegados a este punto, pedí asesoramiento jurídico al
secretariado sobre si el Eurogrupo podía emitir una declaración sin la
convencional unanimidad y sobre si el Presidente del Eurogrupo podía convocar
una reunión sin invitar al ministro de finanzas de un Estado miembro de la
Eurozona. Lo que recibí fue la extraordinaria respuesta que sigue: “El
Eurogrupo es un grupo informal. Así pues, no está vinculado por Tratados o
regulaciones escritas. Aunque la unanimidad es convencionalmente respetada, el
Presidente del Eurogrupo no está restringido por reglas explícitas”. Dejo al
propio comentario del lector esta extraordinaria afirmación.
Por mi parte, concluí como sigue:
Colegas: rechazar la extensión del acuerdo de préstamo
uno cuantos días, y para el propósito de ofrecer al pueblo griego la
oportunidad de deliberar en paz y tranquilamente sobre la propuesta de las
instituciones, especialmente dada la alta probabilidad de que se aceptaran esas
propuestas, dañará permanentemente la credibilidad del Eurogrupo como un cuerpo
de toma democrática de decisiones compuesto por Estados socios que comparten no
sólo una moneda común, sino también valores comunes.
Yanis Varoufakis, ministro de finanzas del gobierno griego de Syriza, es
un reconocido economista greco-australiano de reputación científica
internacional. Es profesor de política económica en la Universidad de Atenas y
consejero del programa económico del partido griego de la izquierda, Syriza.
Fue recientemente profesor invitado en los EEUU, en la Universidad de Texas. Su
libro El Minotauro Global, para muchos críticos la mejor explicación
teórico-económica de la evolución del capitalismo en las últimas 6 décadas, fue
publicado en castellano por la editorial española Capitán Swing, a partir de la
2ª edición inglesa revisada. Una extensa y profunda reseña del Minotauro,
en SinPermiso Nº 11, Verano-Otoño 2012.
Traducción para sinpermiso.info : Antoni Domènech
Grecia no pagará 1.600 millones de euros al FMI el
martes
Grecia no pagará 1.600 millones de euro de su deuda al
Fondo Monetario Internacional este martes informa Reuters citando una fuente en
el Gobierno griego.
Este 30 de junio termina el plazo acordado por el FMI
para que Grecia pague una parte de su deuda a la institución financiera. El FMI
había asegurado que no aplazaría más el plazo de pago, así que si Grecia no
paga declarará un 'default'.
Atenas había reiterado en varias ocasiones que no
tiene dinero suficiente para saldar esta deuda. En este sentido, este lunes un
funcionario del Gobierno griego ha confirmado a Reuters que el Ejecutivo no
pagará 1.600 millones de euros al FMI el martes.
Sin embargo, ello no constituye una noticia, al menos
para los mercados europeos, que han estado preparándose todo el lunes para el
'default' griego, según Business Insider. Los
mercados y bancos griegos permanecerán cerrados hasta el referéndum sobre el
apoyo al programa de rescate previsto para el 5 de junio.
En conjunto Grecia tendrá que pagar a diferentes
acreedores internacionales más de 15.000 de euros en el transcurso de este
verano. De ellos más de 2.000 de euros corresponden a su deuda con el FMI y más
de 6.500 con el Banco Central Europeo (BCE).
Claves del 'Grexit': hundimiento de la confianza en el
euro y "contagio financiero" global
Ante la inminente salida de Grecia de la zona euro y
la UE la principal urgencia de las élites europeas es evitar "el contagio
fianciero" que causará el llamado 'Grexit': inestabilidad política,
económica y financiera en todo el continente y una severa crisis de
desconfianza en la divisa comunitaria, opinan los expertos.
El impago de la deuda por parte de Grecia y su salida
de la zona euro es inminente.
Según análisis de la alianza de expertos ATCA
5000, los efectos adversos y contagiosos del 'Grexit' que socavarán
la confianza en la divisa europea y en Europa en general están
"ampliamente subestimados", advierte el análisis.
Los bancos griegos "infectarán" a los
"países débiles" de la zona euro, sobre todo a Portugal, Italia e
Irlanda.
Portugal, Italia e Irlanda, ¿los siguientes?
Según el análisis de ATCA 5000, este "contagio
financiero" provocará que los bancos griegos "infecten" a los
"países débiles" de la zona euro, es decir los países donde la
deuda gubernamental supera el PIB en más de 100%; fundamentalmente Portugal,
Italia e Irlanda.
Ello causará la desconfianza en los sistemas bancarios
de estos países y, en consecuencia, la transmisión de bonos de unos países a
otros.
En estos momentos los bonos de estos tres países se
venden con descuentos en los mercados internacionales, mientras los bonos
de los países europeos más ricos se cotizan con premios, aunque todos sean en
euros, explica el citado análisis. Y esto cuando Grecia aún no ha
declarado el 'default'.
Tan pronto como estos los bancos de estos países
acudan a sus depósitos o a los mercados interbancarios para suavizar los
daños en los mercados de bonos, el "contagio financiero" dejará de ser
un riesgo y se convertirá una realidad. Y en este caso el país que supondrá
una mayor amenaza para Europa es Italia, que, a diferencia de Grecia, Portugal
o Irlanda, es la tercera mayor economía europea y clave para la UE.
¿Adiós a la confianza en el euro?
El principal riesgo financiero es que la salida de
Grecia de la zona euro cause a sus inversores pérdidas como consecuencia del
regreso a la moneda nacional y su devaluación. De esta manera Grecia hará a los
inversores y acreedores internacionales "prender fuego" a toda una
serie de "suposiciones incorrectas" sobre los países europeos sobre
las que se basaba su confianza. Además, Grecia generará riesgos políticos
poco predecibles basados en la psicología, según el análisis.
Problemas en cascada
La mayor amenaza la correrá el propio euro, moneda
artificial que "mezcla economías fuertes y débiles sin una unión
política". Al perderse la confianza en el euro, se verá afectada la propia
moneda, los bonos de los gobiernos débiles y los activos de riesgo denominados
en euros más vulnerables en toda Europa.
Pero la salida de Grecia de la zona euro y de la UE
representa aún riesgos políticos mayores: el 'Grexit' puede generar una
serie de problemas en cascada, causando la volatilidad masiva en mercados
de divisas y en mercados de bonos y acciones no solo europeos sino mundiales a
medio plazo, advierten los expertos.
El BCE, ¿a cargo de "comprar todo"
y salvar Europa?
Ahora todas las conversaciones secretas entre las
élites europeas se centran en cómo prevenir el contagio financiero
Ante la perspectiva del 'Grexit' está cada vez más
claro que el Banco Central Europeo (BCE) no podrá salvar a los países
vulnerables de los riesgos políticos, opinan los expertos. Pero es
precisamente el BCE encargado de estabilización y prevención del "contagio
financiero", ya que el BCE se ve obligado a "comprar todo" para
prevenir el "contagio de bonos", algo que no necesariamente tendrá
éxito. Además, el BCE puede contener el riesgo a corto plazo, pero solo
hasta el momento en que se manifiesten "fracturas estructurales"
dentro de la arquitectura y defectuoso sistema de gestión de la moneda europea.
Pese a que los líderes europeos no lo dicen
abiertamente, todas las conversaciones secretas entre las élites europeas se centran
en cómo prevenir el contagio financiero en los países europeos, destaca el
análisis. El riesgo es tan grande que podría llevar al "final
repentino y amargo" de la "búsqueda interminable del crecimiento
territorial, político, económico y financiero de Europa", concluye.
El politólogo Rubén Corral analiza en declaraciones a
RT las posibles consecuencias de la bancarrota griega. Según él, se ve que
EE.UU. teme el acercamiento de Grecia a Rusia y China tras su posible salida de
la zona euro. No en vano, Grecia podría bloquear en las organizaciones
internacionales muchas leyes dirigidas contra Rusia.
Efecto dominó: el 'corralito' de Grecia hunde las
Bolsas europeas
La situación de Grecia, la posición de sus acreedores
y los intentos del Banco Central Europeo (BCE ) de amortiguar los efectos de la
inestabilidad griega han formado una amalgama difícil de digerir para los
mercados europeos, que en la apertura caían cerca de un 5%. El Ibex 35 comenzó
la sesión con una pronunciada caída de casi un 4,7%.
Mientras que el Índice General de la Bolsa de Madrid
retrocedía casi un 5%, otros mercados europeos sufrían también fuertes
descensos: 2,10% en Milán, y 4,49% en París, informó Efe.
Grecia ha impuesto a partir de este lunes el control
de capitales tras la decisión del BCE de no renovar los préstamos de emergencia
a los bancos, hecho que llevó al primer ministro, Alexis Tsipras, a urgir
nuevamente a sus socios una prórroga el rescate.
En un mensaje televisado, Tsipras ha acusado al
Eurogrupo de ser los causantes de esta situación al haber negado a Grecia una
prórroga del rescate para que "un pueblo soberano ejerza su derecho soberano
de votar democráticamente", una decisión que calificó de
"chantaje".
Tsipras había pedido prolongar la vigencia del
rescate, que expira este martes, tras anunciar la convocatoria de un referéndum
en el que la ciudadanía deberá decidir sobre la propuesta de acuerdo de las
instituciones (Banco Central Europeo, Comisión Europea, Fondo Monetario
Internacional), rechazada por el Gobierno.
Esta situación, sin precedentes en la Unión Europea,
ha provocado un enorme nerviosismo entre los inversores, tanto en el mercado de
renta variable como en el de deuda soberana. Según los analistas, la salida
de Grecia de la eurozona sería una decisión sin precedentes para la comunidad
monetaria que socavaría la confianza de los inversores: afectaría en primer
lugar a la banca de los países periféricos y dispararía los costes de
financiación de los países miembros más endeudados. Los escenarios más
pesimistas dibujan una crisis económica profunda en el conjunto de la Unión
Europea.
Análisis: Quebrar a Grecia
Por Paul Krugman*
Me he mantenido prudentemente callado en relación con
Grecia: no quería gritar“¡Grexit”! en un teatro lleno a rebosar.
Pero dadas las
informaciones sobre las negociaciones en Bruselas, algo hay que decir: ¿qué se
creen los acreedores, y en particular el FMI, que están haciendo?
Esta tendría que ser una negociación sobre objetivos
de superávit primario y, luego, sobre una reducción de la deuda que eliminara
la perspectiva de interminables crisis futuras. Y el gobierno griego ha
aceptado lo que en realidad son objetivos de superávit bastante altos, habida
cuenta especialmente de que el presupuesto se hallaría ya en una situación de enorme superávit primario si la economía no
estuviera deprimida. Pero los acreedores mantienen su rechazo a las propuestas
de Grecia aduciendo que se basan demasiado en impuestos y demasiado poco en
recortes de gastos. De modo que estamos todavía por la labor de dictarles la
política interior.
La pretendida razón para rechazar una propuesta basada
en los impuestos es que dañaría el crecimiento. La obvia respuesta es: ¿están
de cachondeo? Los tipos que manifiestamente han fracasado a la hora de ver el
daño que podría hacer la austeridad –vean la imagen que compara las
proyecciones hechas en el acuerdo de 2010 con la realidad—, esos mismos tipos
¿pretenden impartir ahora lecciones de crecimiento? Además, las preocupaciones por
el crecimiento son todas del lado de la oferta ¡en una economía que funciona
con toda seguridad al menos un 20% por debajo de su capacidad!
Si hablas con la gente del FMI te dirán que es
imposible tratar con Syriza, el hartazgo que les produce su grandilocuencia,
etc., etc. Pero no estamos en un instituto de enseñanza secundaria aquí. Y
precisamente ahora son los acreedores, harto más que los griegos, quienes están
alterando las reglas del juego. ¿Qué está pasando? ¿El objetivo es quebrar
Syriza?
¿Forzar a Grecia a una bancarrota presumiblemente desastrosa para
desanimar a otros?
Llegó la hora de dejar de hablar de “Grecaccidente”;
si ocurre un “Grexit”, será porque los acreedores, o al menos el FMI, lo
quisieron.
* Premio Nobel de economía 2008. (Traducción para
sinpermiso.info: Mínima Estrella)
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FUENTE:
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