Por Miguel Jara
22 de enero
de 2019
La
Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP) ha
difundido el Primer informe sobre fallecidos a causa de las
pseudoterapias en España una de cuyas conclusiones es
que, lo que ellos llaman pseudoterapias, matan a entre 1.210 y 1.460. Pero
estas cifras no pueden probarse y además sólo son una parte de las
cientos de miles de fallecimientos por intervenciones y tratamientos
sanitarios, lo que se obvia.
He leído
dicho informe que se inserta en la campaña de desprestigio con intenciones de
abolición de todo lo que huela a diferente en el ámbito sanitario que impulsan
las sectas pseudocientíficas o cientifistas (que anteponen su visión de
la ciencia por delante de los intereses sociales) en España.
El trabajo
se centra sólo en lo que esos grupos fundamentalistas consideran
pseudoterapias obviando por sistema los daños que provocan los sistemas
sanitarios convencionales. Éstos se han convertido en los países más avanzados en la tercera causa de muerte.
Pero ese
tipo de pseudociencia que mata la Medicina y a las personas en número de
unas 200.000 sólo en Estados Unidos cada año y otras 197.000 en Europa, no es
la que protagoniza el texto de la APETP. En España las cifras que se barajan son de 8.000 muertos al año
y es la quinta causa de muerte. Así de claro lo afirmó el presidente de la
Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria, José Luis Poveda.
El informe
también tiene serios problemas. Es evidente, pero no lo escribo yo, lo publican
desde Xataca en un post que, con escepticismo (supuesta ideología
de quienes impulsan el citado informe), hacen la siguiente crítica:
"Sobre todo
[los serios problemas], en la estimación de fallecidos. Y no es que los autores
no lo sepan. Casi al contrario, son plenamente conscientes de las limitaciones
del trabajo (y lo dejan por escrito reiteradamente). Da la sensación de que
la búsqueda de una cifra que llevar a los titulares les han llevado a
concretar unos números que podrán ser verosímiles, pero no sabemos si son
veraces“.
Si hay un mantra que repiten los pseudescépticos o
cientifistas es que todo ha de basarse en la “evidencia científica” pero
presentan un informe (que ha sugerido muchos titulares) sin pruebas, sin
evidencias. Parece una contradicción ¿verdad?
A riesgo de
repetirme, vuelvo a escribir: ¿quién no está de acuerdo en que haya pseudoterapias y en que
sean malas, un timo o un fraude?
Y estoy al
100% con la definición que ofrecen los ministerios de Sanidad y Ciencia en
su “Plan para la protección de la salud frente a las
pseudoterapias” (cortado con el mismo patrón porque en él
han influido estas sectas cientifistas):
"Se considera
pseudoterapia a la sustancia, producto, actividad o servicio con
pretendida finalidad sanitaria que no tenga soporte en el
conocimiento científico ni evidencia científica que avale su eficacia y su
seguridad”.
¿Podríamos
escribir entonces que ese informe es en realidad un pseudoinforme, no?
Sin embargo
hay cosas en las que estoy de acuerdo. Dicen sus autores:
"Toda
intervención sobre la salud puede arrojar efectos secundarios y es algo
que se tiene que valorar haciendo un análisis de riesgo y beneficio. Es decir,
las posibilidades por morir a causa de un tratamiento —sea real y basado en la
medicina, o una pseudoterapia carente de efectividad terapéutica— existen. El
problema en el segundo caso, es decir, en los tratamientos pseudocientíficos,
es que no existen posibilidades de curación real”.
Pues eso,
critiquemos TODA pseudociencia y pseudoterapia, no sólo una mínima parte.
"Los datos
recogidos por la prensa y la literatura científica, y teniendo en cuenta los
más de 2.500 reportes recibidos por la APETP y otras asociaciones similares
durante 2018, solo serían la punta del iceberg de un problema que, en realidad,
es mucho más profundo y dejaría más muertos”, argumentan.
Con todos
mis respetos por el sufrimiento de las personas y de las familias de quienes
fallecen por tratamientos sanitarios (cuya investigación de los mismos me trajo
a donde estoy hace ya 17 años), las cifras de fallecimientos presentadas de manera
interesada por la APETP además de no poder verificarse son “anecdóticas” en el
cómputo total de la verdadera epidemia de iatrogenia que vive la
humanidad.
Por lo
tanto, centrarse en ello, como se pretende con el informe, es manipular.
Esos 2.500
reportes, no se sabe bien de qué pues no se especifica, están por ejemplo, muy
lejos de los recibidos a lo largo de 2018 por presuntas negligencias
médico-sanitarias en la Asociación el Defensor del Paciente. Esta
entidad independiente dirigida por Carmen Flores, madre de un chico que
murió tras repetidas negligencias sanitarias, ha recibido el año
pasado un total de 14.335 casos (352 más que en 2017), de los cuales 810 han sido con resultado de muerte (29 más que en 2017).
Sólo en España.
Las “pseudoterapias” que no le gustan a los autores
del informe matan, según ellos y en todo el mundo, a entre 1.210 y 1.460
personas.
No dudo que
haya estafas sanitarias (de hecho he denunciado tantas…), ni que haya terapias
sospechosas, ni que pueda haber muertes por terapias no convencionales u
oficiales, pero fijaros qué manera de desviar el foco de atención.
Insisto que
tratamos de personas no de cifras y no pretendo que parezca esto una guerra de
datos pero es deshonesto argumentar que hay muchas posibles muertes provocadas
por unas terapias olvidando que los sistemas sanitarios, como están
funcionando, son un problema de salud pública (y en parte, en parte, la
gente que recurre a otro tipo de interpretaciones de la medicina lo hace por
ello).
Creo que
seguimos en una narrativa falsa y manipuladora por la que existiría
un medicina que se considera “científica” y una serie de terapias que unos
llaman complementarias, otros alternativas y hay quienes le dicen no
convencionales. Éstas son las que se consideran “pseudoterapias” sin más
cuestionamientos y ahora son las que matan…
Ha habido
varias cosas que me han llamado la atención de ese primer informe pero hay una
que me parece especialmente contradictoria. Hemos escuchado muchas veces que la
homeopatía no tiene efectividad, que es placebo, que sólo es agua y
azúcar.
Incluso hay
quienes han intentado “popularizar” los “suicidios homeopáticos” ingiriendo muchas
pastillas de homeopatía para demostrar, siempre según ellos, que esa
medicina no funciona.
Bueno, pues
resulta que en el informe de la APETP se recogen casos de personas que han
muerto tras tomar medicamentos homeopáticos.
No tengo
apenas conocimientos sobre homeopatía pero parece contradictorio decir que la
homeopatía mata al tiempo que se indica que no tiene efecto alguno, que es como
placebo. ¿En qué quedamos en que mata o en que no sirve para nada?
No sé yo, pero se me ocurre aconsejar a los redactores del informe de la
APETP y su colaboradores que hagan los experimentos con gaseosa por si acaso,
no se trata de engordar de manera artificial las cifras para el informe del
próximo año. Se supone que con todo esto queremos generar debates, no más
sufrimiento ¿verdad?
En fin, por
si alguien no se había dado cuenta aún, este informe es parte de la campaña
mediática que inició hace tiempo el escepticismo cientifista para
intentar acabar con todo lo que no tiene la evidencia científica que ellos
desean pero que ni siquiera muestran en sus críticas.
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Artículo reproducido del blog de MIGUEL
JARA. Escritor y periodista independiente especializado en investigaciones en
el campo de la salud.
Socio fundador del prestigioso Bufete
ALMODOVAR & JARA que promueve a petición de afectados acciones legales
contra los abusos en la práctica médica y farmacéutica.
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