El médico danés Peter C. Gøtzsche lleva 30 años
trabajando codo con codo con la industria farmacéutica y asegura que el sistema
está corrompido hasta la médula
Peter C. Gøtzsche (Libros del Lince)
03.11.2014
Cuando un
científico se atreve a criticar a la industria farmacéutica, enseguida se le
critica porque no la conoce bien. Pero al médico danés Peter C. Gøtzsche es
difícil pillarle por este flanco. Durante 30 años, Gøtzsche ha trabajado en
ensayos clínicos y regulación de medicamentos para varias farmacéuticas y ha
publicado más de setenta artículos científicos en las Big Five, las
cinco principales revistas científicas. Y es por esto por lo que afirma con
rotundidad que la industria farmacéutica está corrompida hasta la médula,
extorsiona a médicos y políticos, y mantiene enormes beneficios a fuerza de
medicar innecesariamente a la población.
Su nuevo
libro, Medicamentos que matan y crimen organizado (Los libros del
lince), ha causado una enorme polémica y ha desatado la ira de la industria,
a la que Gøtzsche acusa de propagar mentiras sobre su investigación. El
doctor ha atendido a El Confidencial en una extensa entrevista en la que
no deja títere con cabeza.
PREGUNTA.
Hace unas semanas entrevistamos al psiquiatra Allen Frances. Nos dijo,
literalmente, que la
industria farmacéutica está causando más muertes que los cárteles de la droga. Usted opina lo mismo. Cuando se
publicó la entrevista muchos lectores se quejaron porque les parecía una
aseveración exagerada. ¿Por qué cree que no lo es?
RESPUESTA.
Decir la verdad no puede ser una exageración. En mi libro documento que el
consumo de medicamentos con receta es la tercera causa de muerte tras las
enfermedades cardiovasculares y el cáncer. En Estados Unidos, por ejemplo, la
prescripción de medicamentos causa cerca de 200.000 defunciones todos los años.
Así que está claro que la industria farmacéutica está causando bastante más
muertes que los cárteles de la droga.
P.: Richard
Smith, médico y exdirector del British Medical Journal, asegura en el
prólogo de su libro que los médicos acabarán cayendo en desgracia ante la
opinión pública, como ya ha ocurrido con periodistas, diputados y
banqueros, por no haber sido capaces de ver hasta qué punto han aceptado la
corrupción.
R.: La
industria farmacéutica es inmensamente rica y poderosa, y ha corrompido los
sistemas de salud de una forma extraordinaria. Es una corrupción de largo
alcance. Todo el proceso por el que nuestros medicamentos son investigados,
aprobados y recetados ha sido corrompido. Esto implica manipular los datos
científicos, pero también comprar a casi cualquier persona que pueda tener
influencia en el sistema, incluidos los ministros de salud. En mi país, por
ejemplo, sólo hay en torno a 20.000 médicos, pero miles de ellos cobran nóminas
de la industria por cumplir funciones discutibles como sentarse en consejos
asesores o ser consultores, en muchos casos sin aportar ningún servicio
tangible a cambio del dinero. Esta es una forma aceptada y generalizada de
corrupción sutil pues, como sabe cualquier médico, el dinero dejaría de fluir
si no actuaran en interés de sus benefactores.
P.: Para la
mayoría de la población, es difícil creer que muchos de los fármacos que
tomamos causan más problemas que beneficios. ¿Es algo que podemos afirmar de
muchos medicamentos?
R.: Es
verdad que muchos de los medicamentos que la gente toma causan más daños que
beneficios. Sabemos muy poco sobre la utilidad real de los medicamentos, ya que
la práctica totalidad de los ensayos controlados con placebo son desarrollados por
la industria farmacéutica, que tiene un tremendo conflicto de intereses. La
industria exagera los beneficios y oculta los daños de los medicamentos en la
publicación de los ensayos clínicos. Muchos de los fármacos que tomamos ni
siquiera tienen efectos; simplemente parece que han tenido un efecto en los
ensayos avalados por la industria, pero esto sucede normalmente porque los
ensayos no se han 'cegado' de forma efectiva, y en ese caso tanto los
pacientes como los médicos tienden a exagerar los efectos subjetivos de los
medicamentos de forma substancial.
No hay duda
de que las personas con trastornos psiquiátricos están siendo sobremedicadas de
forma masiva
P.: ¿Hay
fármacos que se utilizan en la práctica médica que no cuentan con ninguna
justificación científica válida?
R.: Creo que
los fármacos anticolinérgicos para la incontinencia urinaria y los medicamentos
antidemencia no tienen un efecto real, y lo que se midió en los ensayos
clínicos está sesgado porque el cegamiento fue insuficiente. Un área particularmente
problemática es la de las drogas psiquiátricas. La falta de un cegamiento
efectivo en los ensayos conlleva, por ejemplo, que sea dudosa la efectividad
real de los antidepresivos para tratar la depresión; probablemente ni siquiera
funcionan para tratar la depresión clínica. En cualquier caso, no hay duda de
que las personas con trastornos psiquiátricos están siendo sobremedicadas de
forma masiva. Sabemos que los antipsicóticos causan daños cerebrales, pero
probablemente también los antidepresivos y los medicamentos para tratar el
Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.
P.: Lo que
ha ocurrido en España con el Sofosbuvir, el medicamento de última generación
que cura la mayoría de casos de hepatitis C es, según el farmacólogo Joan-Ramón
Laporte (que prologa la edición española de su libro), un claro ejemplo del
comportamiento en ocasiones indignante de la industria farmacéutica. El pasado
1 de octubre la ministra da Salud española anunció que el Gobierno había
llegado a un acuerdo con la farmacéutica Gilead para incluir el fármaco en la
financiación pública. Nadie sabe exactamente cuánto va a costar, pero quizás
sean más de 125 millones de euros durante el primer año de comercialización.
¿Están las farmacéuticas chantajeando a los Gobiernos?
R.: El caso
del Sofosbuvir es sólo uno de los más recientes ejemplos de la forma en que las
compañías farmacéuticas extorsionan a la sociedad. Gran parte de la
investigación que permite el desarrollo de nuevos fármacos ha sido financiada
por el dinero de los ciudadanos, que pagan las nóminas de los investigadores
públicos. Si un medicamento es considerado un gran avance, la norma es que la
compañía farmacéutica que se hace cargo del desarrollo de ésta cobre un precio
obsceno, abusando de ese modo el monopolio que la sociedad le ha otorgado. El
precio de un nuevo fármaco no tiene nada que ver con sus costes de desarrollo,
pero depende por completo de cuánto estemos dispuestos a pagar por él. Es un
tipo de extorsión que no es muy distinta del tipo de chantaje que ejercen los
piratas en Somalia cuando abordan barcos y toman rehenes. En ambos casos, puede
ser una cuestión de vida o muerte, y es puede ser muy difícil para los
políticos negarse a pagar los medicamentos cuando los periodistas ponen a
pacientes a llorar en la televisión nacional.
Gregg H.
Alton, vicepresidente ejecutivo de Gilead, ganó en 2010 un salario de 4
millones de dólares. (Reuters)
P.: Uno de
los argumentos más utilizados por la industria farmacéutica para defenderse de
las críticas es que sin su inversión en investigación no tendríamos los
medicamentos que tenemos. ¿Es cierto?
R.: En mi
libro desacredito este argumento, que, lamentablemente, es ampliamente aceptado
entre médicos y políticos. ¿Aquellos que se creen esto estarían dispuestos a
pagar veinte veces más por su nuevo coche sólo porque el vendedor les dice
que por hacerlo tendrán mejores coches en el futuro? La situación es del todo
absurda. Normalmente, las empresas dicen: “Si no gastáramos nuestro dinero en
investigación, moriríamos”. Pero las compañías farmacéuticas lo que dicen es:
“Si no tenemos vuestro dinero para gastarlo en investigación, vosotros
moriréis”. Sólo los líderes religiosos son más listos que ellos, pues prometen
que seremos recompensados tras la muerte, lo que hace que sea completamente
imposible quejarse.
Los
beneficios de las farmacéuticas se han disparado en la última década; y al
mismo tiempo la innovación se ha estancado.
Empíricamente
se ha demostrado que este argumento no se sostiene. Los beneficios de las farmacéuticas
se han disparado en la última década, y al mismo tiempo la innovación se
ha estancado. En definitiva, el capitalismo y el cuidado de la salud son malos
compañeros de cama. Nuestras sociedades deben tomar el control sobre el
desarrollo y la venta de medicamentos, lo que garantizaría que tuviéramos los
medicamentos a precios que incluso los países en desarrollo podrían permitirse.
P.: Muchos
médicos e investigadores conocen a la perfección lo que está haciendo la
industria farmacéutica, pero se niegan a hablar porque, después de todo, su
trabajo depende de ellas. ¿Hay miedo entre los profesionales a criticar a las
farmacéuticas?
R.: La
situación en la que estamos ahora es similar a la que vive un pueblo cuando ha
permitido a la mafia ser tan poderosa que ha logrado comprar a todo el mundo,
incluidos los políticos, el alcalde y la policía. En una situación así es
increíblemente difícil dar marcha atrás. Esto es lo que está pasando ahora con
la industria farmacéutica, que ha comprado a muchos doctores clave, que son
líderes de opinión. Hay casos de médicos que han perdido su trabajo por
criticar a la industria, porque la farmacéutica en cuestión había comprado ya a
sus superiores. Esto es lo mismo que hace la mafia cuando se carga a un oficial
de policía que hace demasiado bien su trabajo.
P.: La
manipulación que ha realizado la industria farmacéutica de muchos estudios
científicos ha hecho que mucha gente niegue la veracidad de los estudios
científicos en general. Esto es muy peligroso. ¿Crees que podemos poner en duda
la mayoría de la investigación en medicina?
R.: No creo
que sea peligroso que la gente no se crea los estudios científicos sobre
medicamentos. Es muy saludable que sean escépticos teniendo en cuenta que
nuestros fármacos son la tercera causa de muerte. La gente debería tomar
muchísimos menos medicamentos de los que toma. He estado trabajando en estos 30
años y he visto serias manipulaciones y trampas en todas las áreas de la
medicina por razones comerciales. Esto es por lo que los científicos que
colaboran con la industria en los ensayos clínicos casi nunca tienen acceso a
todos los datos en bruto para que pueden analizaros por ellos mismos. Si esto
fuera posible, tendríamos la oportunidad de revelar gran parte del fraude.
P.: Muy a
menudo, las personas que critican a la industria farmacéutica mezclan sus
argumentos con teorías pseudocientíficas. Es el caso, por ejemplo, de los
movimientos antivacunación. ¿Tendemos a mezclar churras con merinas?
R.: Algunos
practicantes de medicina alternativa o defensores de las campañas
antivacunación asumen que soy uno de ellos porque critico a la industria
farmacéutica. Desde luego no es el caso. La mayoría de nuestras vacunas salvan
vidas y el principal efecto de la medicina alternativa es vaciar los bolsillos
de la gente, muy pocas de ellas tienen siquiera algún efecto.
P.:
Normalmente hablamos de la industria farmacéutica como un todo. ¿Hay alguna
compañía que sea mejor que otra? ¿No hay un solo CEO de las farmacéuticas que
tenga ética?
R.: Cuando
el crimen renta se genera más crimen. Esto es exactamente lo que estamos
viendo. Los crímenes de la industria farmacéutica, que están entre los peores
de todas las industrias, se han incrementado en los últimos años. He sido
incapaz de encontrar una sola compañía cuyo CEO tenga sentido de la moral. Lo
único que importa es el dinero y los CEO saben perfectamente que su falta de
ética conduce a muchas muertes innecesarias. El criminólogo John
Braithwaite, que ha entrevistado a muchos CEO para elaborar su libro sobre
el crimen organizado en la industria farmacéutica, los llama "bastardos
despiadados".
Los
pacientes deben darse cuenta de que prácticamente todo lo que un médico sabe
sobre los medicamentos ha sido cuidadosamente preparado por la industria
farmacéutica.
P.: En los
últimos años se han publicado varios libros en los que se critica ferozmente
las prácticas de la industria farmacéutica (como Mala
Farma
de Ben Goldacre o ¿Somos todos enfermos mentales? de Allen Frances). ¿Algo
está cambiando? ¿Vamos a ver un cambio en la regulación de la práctica de las
farmacéuticas?
R.:
Desafortunadamente, la industria farmacéutica es tan poderosa que es tarde para
esperar ningún cambio importante en los reguladores y en la forma en que
nuestros políticos entienden su funcionamiento. Hay esperanza, sin embargo,
porque nuestros ciudadanos no son tan tontos, ingenios y oportunistas como
nuestros políticos. He escrito este libro porque estoy enfadado y quiero que se
enfade más gente para decir que ya hemos tenido bastante, así que a lo mejor
podemos introducir cambios radicales en la forma en que desarrollamos,
investigamos, comercializamos y tomamos medicamentos.
P.: ¿Qué
pueden hacer los ciudadanos para ayudar a revertir esta situación?
R.: Lo
primero, y más importante, es que los pacientes tomen el mando de sus propias
vidas, por ejemplo, descargando en internet el prospecto cuando un médico le ha
recetado un medicamento. Si lo leen atentamente, probablemente sabrán mucho más
sobre el fármaco que su propio médico. Entonces, quizás, todos los peligros,
precauciones y advertencias harán que se planteen que quizás es mejor no tomar
ese fármaco en particular. Los pacientes deben darse cuenta de que
prácticamente todo lo que un médico sabe sobre los medicamentos ha sido
cuidadosamente preparado por la industria farmacéutica. Y es más, el médico
quizás tiene un interés lucrativo personal en recetarte un fármaco que es
mucho más caro que otro que es igual de bueno, porque el soborno a los
médicos es común.
Las
organizaciones de pacientes y las de médicos no deberían aceptar dinero de la
industria farmacéutica. Deberían preguntarse si les parece éticamente aceptable
recibir dinero que ha sido ganado en parte por crímenes que han dañado e
incluso matado a muchos pacientes. Y los médicos tienen que negarse a recibir
visitantes médicos, porque esto conduce al a prescripción irracional y un gran
daño, incluyendo muertes innecesarias.
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