Al-Dabi Olvera
Los diferentes gobiernos de EE.UU. han edificado 1.050
kilómetros de barreras desde hace más de 30 años. Desde 1986, Estados
Unidos ha levantado diversas barreras para detener la inmigración en su
frontera sur. Ese año, la Administración de Ronald Reagan aprobó la Ley de
Reforma y Control de Migración y comenzó a construir algunas cercas, que
alcanzaron los 106 kilómetros a partir de 1990, durante el mandato de George
H.W. Bush.
Sin embargo, EE.UU. no erigió un muro como tal hasta
que ocupó la Casa Blanca el demócrata Bill Clinton. De manera paradójica, su
esposa y candidata del mismo partido en las elecciones presidenciales de 2016,
Hillary Clinton, se puso del lado de los migrantes latinos.
La infraestructura que con Clinton medía apenas 16
kilómetros hoy alcanza 1.050 kilómetros, alrededor del 33 % de la frontera
entre México y EE.UU. Con ese dirigente también comenzó la Operación Guardián
—que incluía medidas policiales y patrullaje militar— y se aprobaron leyes
propuestas por el Partido Republicano que, hoy en día, todavía provocan
deportaciones y separaciones familiares.
Influencia del 11-S
Después de los ataques contra las Torres Gemelas del
11 de septiembre del 2001, la política de EE.UU. se radicalizó. Durante el
mandato de George W. Bush, el enfoque de la seguridad en la frontera se amplió
a la lucha antiterrorista. Sin embargo, tanto el entonces gobernador de Texas,
Rick Perry, como México y otros países de América Latina se opusieron de manera
frontal.
El muro se extendió por California, Arizona y Nuevo
México en 1995, en donde se amplió en 2003, 2004 y 2010. En 1997, la Operación
Río Grande provocó nuevas edificaciones en los límites de Texas con
Coahuila —hasta Piedras Negras, 105 kilómetros— y Tamaulipas, con 345
kilómetros desde Laredo hasta el golfo de México.
Hoy en día, esa serie incontinua de separaciones
físicas se rige bajo tres operaciones: 'Gatekeeper' en California,
'Hold-the-Line' en Texas y 'Safeguard' en Arizona.
De hecho, en Tijuana ya hay tres muros: una reja
eléctrica, una de cemento y una de barrotes. Además, funcionan detectores de
calor y movimiento y varios helicópteros sobrevuelan sus playas hasta la costa
de San Diego, mientras que drones vigilantes sobrevuelan otras partes del muro.
A su vez, la Patrulla Fronteriza ha incrementado su
personal en un 500 %: los 25.000 agentes de estos momentos contra los 135 de
1992.
Consecuencias
Esta política no ha disminuido el ritmo migratorio,
tan solo ha provocado que las personas crucen por zonas más peligrosas, como la
reserva de los indígenas tohono o'odham, un pueblo que vive en un territorio
ancestral que ocupa zonas desérticas que forman parte de los estados de Arizona
(EE.UU.) y Sonora (México).
La politóloga Alexandra Novosseloff, autora del libro
'Muros entre hombres', explica a RT que la iniciativa de Trump "no es
realmente un nuevo muro". Al respecto, esta especialista asegura que
la construcción de una separación física en toda la frontera entre México y
EE.UU. deja dudas tanto sobre su financiamiento como sobre su viabilidad
por motivo de los accidentes geográficos —desierto, montañas y cañadas— y
genera incertidumbre sobre los efectos que ocasionará en las poblaciones
fronterizas.
Una compañía israelí se postula para construir el muro
de Trump: "debe ser una obra inteligente"
Una empresa de seguridad israelí que participó en la
construcción del muro fronterizo entre Israel y Egipto presentará su tecnología
en una conferencia en Virginia la semana que viene.
La compañía de seguridad israelí Magal Security
Systems Ltd. busca obtener un contrato para ayudar a construir a Washington el
muro fronterizo entre Estados Unidos y México.
Ejecutivos de la empresa, que participó en la
construcción del muro fronterizo entre Israel y Egipto, presentarán su
tecnología de seguridad en una conferencia en la ciudad norteamericana de
Alexandria (Virginia) que se celebrará la próxima semana. Según el
director ejecutivo de Magal, Saar Koursh, el país norteamericano
necesita un muro "inteligente".
"Lo que se necesita es tener una barrera que
pueda dar indicaciones, información en tiempo real, inteligencia en tiempo real
sobre quién trata de cruzarla", ya que poner "una barrera no impedirá
que alguien sobrepase el muro", afirmó Koursh al periódico israelí 'The
Jerusalem Post'.
Las acciones de Magal han subido un 5,7 % después de
que el mandatario estadounidense diera luz verde a la construcción del muro
fronterizo. En total, las acciones de la empresa de seguridad ha experimentado
un aumento de un 50% desde la victoria de Donald Trump en las elecciones
presidenciales el pasado 8 de noviembre.
Por su parte, el primer ministro de
Israel, Benjamín Netanyahu, calificó de "gran idea" la
decisión del presidente estadounidense de construir el muro en la frontera de
EE.UU. con México. "El presidente Trump está en lo cierto. Yo
construí un muro a lo largo de la frontera meridional de Israel que logró
detener la inmigración ilegal", afirmó.
Días atrás, el mandatario norteamericano firmó un
decreto que autoriza la construcción del muro, además de una orden que
prohíbe la entrada a su país de ciudadanos de siete países musulmanes.
Análisis: Tras el Muro de los dos partidos
Manlio Dinucci
Ante la prensa occidental que hoy condena la extensión
de un muro que ya existe entre Estados Unidos de México,
el analista italiano Manlio Dinucci recuerda que esa barrera
divisoria no es resultado de una voluntad proteccionista sino, por
el contrario, de la política de globalización. El famoso muro entre
Estados Unidos y México es un proyecto bipartidista iniciado por Bill
Clinton y continuado por el presidente republicano George Bush hijo y por
su sucesor demócrata Barack Obama. Dinucci observa que lo que ha tenido
efectos sociales devastadores para México no es el muro sino
el tratado TLCAN, o NAFTA, que supuestamente debía ser un puente
entre los países firmantes, pero cuya finalidad real era ampliar el
proceso de deslocalización, a pesar del peligro de empobrecer a México y,
después, a Estados Unidos.
Es 29 de septiembre de 2006 y el Senado de
Estados Unidos vota la «Secure Fence Act», ley propuesta por
la administración republicana de George W. Bush, que estipula la construcción
de 1 100 kilómetros de «barreras físicas» fuertemente
vigiladas en la frontera con México para impedir las «entradas ilegales»
de trabajadores mexicanos. Richer Durbin, uno de los dos senadores
demócratas del Estado Illinois, vota «No», pero el otro vota «Sí».
Su nombre es Barack Obama y 2 años después será electo presidente de
Estados Unidos. Entre los 26 demócratas que votan «Sí»,
haciendo posible la aprobación de la ley, aparece también el nombre de
Hillary Clinton, senadora por el Estado de Nueva York, que 2 años
más tarde se convertirá en secretaria de Estado de la administración
Obama.
En 2006, Hillary Clinton ya era toda una experta en el
tema de la barrera anti-inmigrantes, que ya había promovido cuando era «First Lady».
Y es que fue su esposo, el presidente demócrata Bill Clinton quien
comenzó la construcción de esa barrera en 1994, en el momento en que entra
en vigor el TLCAN, el Acuerdo de «libre» comercio entre
Estados Unidos, Canadá y México [1], un acuerdo que abre
las puertas a la libre circulación de capitales y de capitalistas, pero
que cierra la entrada de los trabajadores mexicanos a Estados Unidos y
Canadá.
El TLCAN ha tenido efectos devastadores en México.
El mercado de ese país está inundado de productos agrícolas
estadounidenses y canadienses de bajo precio –gracias a las subvenciones
estatales–, lo cual ha provocado el derrumbe de la producción agrícola
mexicana, con efectos sociales demoledores para la población rural.
Se crea así un vivero de mano de obra barata que será reclutada por
las maquiladoras, que son miles de establecimientos industriales
creados a lo largo de la frontera –del lado mexicano– y que en su mayoría son
propiedad o se hallan bajo el control de empresas estadounidenses. Gracias
al régimen de exoneración de impuestos, esas empresas exportan hacia México
productos semi-terminados o componentes de productos que serán ensamblados
en suelo mexicano y reimportan hacia Estados Unidos los productos
terminados, obteniendo así ganancias mucho más elevadas debido a los costos más
bajos de la fuerza de trabajo mexicana, entre otras ventajas.
En las maquiladoras trabajan
fundamentalmente mujeres jóvenes e incluso adolescentes. Los horarios son
desastrosos, los efectos tóxicos tremendamente elevados, los salarios son muy
bajos y los derechos sindicales prácticamente inexistentes. La pobreza, el
tráfico de droga, la prostitución y la criminalidad galopante determinan la
existencia de condiciones de vida extremadamente malas en esas zonas. Basta con
recordar el nombre de Ciudad Juárez, en la frontera con el Estado
de Texas, localidad mexicana tristemente célebre debido a los innumerables
homicidios de mujeres jóvenes, en su mayor parte obreras de las maquiladoras.
Esa es la realidad del otro lado del muro cuya
construcción inició el presidente demócrata Bill Clinton, prosiguió el
republicano George Bush hijo y que fue reforzado por el también
demócrata Barack Obama. Ese es el muro que el republicano Donald Trump quiere
ahora completar cubriendo totalmente los 3 000 kilómetros de
frontera. Esa realidad explica por qué numerosos mexicanos arriesgan
sus vidas –miles de ellos mueren en el intento– para entrar en Estados Unidos,
donde pueden ganar mejores salarios, aunque sea trabajando ilegalmente
en beneficio de otros explotadores.
Cruzar esa frontera es como irse a la guerra. Hay que
burlar la vigilancia de helicópteros y drones, atravesar barreras de alambre de
púas, evitar las patrullas armadas –cuyos miembros son a menudo
ex soldados estadounidenses que participaron en las guerras de Afganistán
e Irak y tienen entrenamiento militar en el uso de las técnicas que
se practican en escenarios de guerra.
Es todo un símbolo el hecho que, en la
construcción de varios tramos de esa barrera que separa a Estados Unidos
de México, la administración del demócrata Bill Clinton utilizó en
los años 1990 las plataformas metálicas de las pistas desde las que habían
despegado los aviones que bombardearon Irak en la primera guerra del Golfo
–agresión desatada por el presidente republicano George Bush padre. Recurriendo
al material utilizado en las guerras posteriores, seguramente
es posible completar esa barrera bipartidista.
NOTAS
Traducido al español por la Red Voltaire
a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio
[1] El TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del
Norte) también se designa a menudo bajo las siglas en inglés NAFTA (North
American Free Trade Agreement o, en francés, bajo las siglas ALENA (Accord
de Libre-échange nord-américain). Nota de la Red Voltaire.)
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NOTA DEL AUTOR DEL BLOG: En este artículo, desde mi punto de vista,
se ve una vez más la manipulación mediática con la insistencia por remarcar lo
mala que es la extrema derecha que representa Donald Trump. Cuando el sionismo
mundial está con su plan de globalización en horas bajas, necesita de estos
movimientos “populistas” de Trump y otros para que sirvan de revulsivo a una
población exhausta de sus perrerías como la crisis económica sin precedentes,
los recortes de libertades, la pérdida de calidad de vida que esos mismos
sionistas han provocado.
Es entonces cuando ellos en un proceso
muy calculado ceden el paso a elementos de caricatura como Trump. Si verdaderamente
surgiera un líder capaz de mover a la población a luchar contra esa perniciosa
élite mundial ya le habrían cortado las alas antes de que naciera como tal.
Es muy curioso que aquellos pocos
líderes mundiales que se enfrentan actualmente o se enfrentaron en el pasado a
estas élites pareciera como si les
faltara un hervor y con sus formas ante el mundo, se antojan o se antojaron incapaces
de llevar a cabo su tarea de favorecer a los pueblos.
Pienso en Saddham Hussein, Muhammar El
Gaddafi, Hugo Chávez o su sucesor Nicolás Maduro, y algunos más.
Al final siempre queda la duda, si es
la mala propaganda que hacen de ellos sus enemigos los sionistas, la que hace
zozobrar sus aparentes buenas intenciones o realmente les dejan subir al poder
para dejarles en ridículo ante la opinión pública por sus verdaderas
ineptitudes. El caso es que ellos siempre tengan el control de los dos bandos,
opuestos sólo aparentemente ante la opinión pública.
Soy consciente de la terrorífica
interrogante que planteo. ¿Acaso los revolucionarios de la historia estuvieron
todos controlados por las élites?
No es baladí la cuestión cuando uno
pone la lupa sobre esos supuestos revolucionarios desde hace al menos dos siglos.
Cuando se analizan los personajes
históricos involucrados en las últimas revoluciones: francesa, mejicana,
bolivariana, rusa y otras vemos personajes todos ellos pertenecientes a las
logias masónicas más potentes de su época.
Todo el mundo sabe que detrás dela
masonería están los judíos sionistas y los illumnatti de la élite mundial.
De todo lo dicho se deduce que al
multimillonario Trump le toca hacer el papel de malo ante el mundo para que a
través de los grandes medios de desinformación masiva de la élite se consiga
recalcar ante el pueblo desinformado que manda un loco, que ha sido elegido
democráticamente con lo que se le demuestra que “hay democracia” pero nos hacen
incubar los votos de repulsa ante tal personaje para volver a empezar con el
engaño de siempre. Todo esto, y aprovechando que el Pisuerga pasa por
Valladolid, implican a Putin su enemigo del momento en el “hackeo” de las elecciones americanas para, de esta
forma, liberar la culpabilidad del pueblo americano harto de los manejos
sionistas por haber votado a semejante personaje como su presidente.
Ciertamente lo tenemos muy complicado.
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