por Manlio
Dinucci
Manlio
Dinucci denuncia la indecencia que consiste en manifestar una ruidosa
solidaridad con las víctimas del terremoto que sacudió el centro de Italia
mientras que se da la espalda –e incluso se desprecia– a las víctimas de
las guerras que la OTAN provoca, en secreto, desde la propia
Italia.
Red Voltaire | Roma (Italia) | 7 de septiembre de 2016
«Sólo
escombros, como después de un bombardeo», dijo la presidenta del
Parlamento italiano, Laura Boldrini, durante su visita a los lugares
arrasados por el terremoto [que estremeció el centro de Italia el 24
de agosto y durante los siguientes días]. Pero habría que reflexionar
profundamente sobre esas palabras, yendo más allá de la imagen.
Ante las
desgarradoras imágenes de los niños muertos bajo los escombros que dejó
el terremoto [en Italia], resulta imposible dejar de recordar a los
niños –aquellos que la televisión nunca mostró– muertos bajo los
escombros de los bombardeos aéreos perpetrados, de Yugoslavia
a Libia, con la participación de Italia. «Tenemos la impresión de hallarnos
en guerra», declara uno de los numerosos voluntarios que trabajan en
las zonas italianas devastadas por el terremoto.
Pero lo
cierto es que Italia está realmente en guerra, está implicada en una
guerra de verdad, en la que malgasta recursos vitales que deberían estar
siendo destinados a proteger a la población italiana de los terremotos,
avalanchas de lodo e inundaciones que dejan en nuestro país cada vez
más víctimas y destrucciones.
En un acceso
de generosidad, políticos de diversos orígenes han propuesto que el premio
gordo de la Lotería Nacional (130 millones de euros) se destine a las
zonas siniestradas. Pero a nadie se le ocurre destinar a esas zonas el
verdadero “premio gordo” que son los gastos militares de Italia –unos
20 000 millones de euros en 2016, según los datos oficiales de
la OTAN, o sea 2 300 millones más que en 2015,
lo cual representa 55 millones de euros al día, cifra
en realidad mucho más elevada si le agregamos los gastos
no incluidos en el presupuesto de defensa y pagados con fondos de otros
ministerios.
En todo
caso, también según los datos de la OTAN, Italia gasta en el sector
militar mucho más que los fondos de urgencia (50 millones de euros) que el
gobierno ha destinado a paliar las secuelas del terremoto y 5 veces
más de lo que se ha recogido hasta ahora con los SMS solidarios [1].
Pero los
gastos militares parecen ser intocables, a pesar de que escasean los
fondos para la reconstrucción, para la aplicación de verdaderas
medidas de prevención antisísmica en las edificaciones y para la puesta
en marcha de un plan a largo plazo de prevención de terremotos y
catástrofes naturales.
También se
sabe que los bomberos, cuyos méritos en situaciones como estas
ni siquiera se reconocen públicamente, cuentan con salarios y medios
totalmente inadecuados para el trabajo que realizan, a menudo
con peligro para sus propias vidas, no sólo al enfrentar las
situaciones de urgencia cotidianas sino también las catástrofes «naturales»,
cada vez más frecuentes y cuyas graves consecuencias están en gran
parte vinculadas a la actividad humana.
Lo que nunca
escasea es el financiamiento y los medios materiales que se destinan a las
fuerzas especiales italianas que ahora operan en la nueva guerra de Libia.
En Pisa, donde hace 2 años se constituyó el Mando de las Fuerzas
Especiales del Ejército (Comfose), se han intensificado desde entonces
los vuelos de los aviones militares de carga C-130J, que
despegan con destino desconocido repletos de armas y avituallamiento.
Esas
operaciones son autorizadas en secreto por el primer ministro Matteo Renzi,
quien ni siquiera se toma la molestia de mencionarlas al Parlamento,
a pesar de que el artículo 7 bis de la ley 198/2015 sobre la
prolongación de las misiones militares en el extranjero confiere al primer
ministro la facultad de adoptar «medidas de inteligencia de oposición,
ante situaciones de crisis (…), con la cooperación de las fuerzas
especiales del ministerio de Defensa» imponiéndole como única obligación la
de informar formalmente al «comité parlamentario para la seguridad de
la República». En otras palabras, el primer ministro
italiano puede disponer de las fuerzas especiales y de los servicios de
inteligencia para utilizarlos en operaciones secretas, con respaldo de
todo el aparato militar. Se trata de un poder que contradice
la Constitución de la República Italiana, además de ser potencialmente
peligroso, incluso en el plano interno.
Mientras
expresa sus condolencias en los funerales de las víctimas del
terremoto y hace promesas sobre la reconstrucción, el primer ministro
Renzi, plegándose a la estrategia de Estados Unidos y la OTAN, está
llevando Italia a otras guerras y a gastos militares crecientes
a expensas de las necesidades vitales del país. A ese gasto
se agregan otros gastos –secretos– provocados por las operaciones
militares secretas que ha ordenado el propio Renzi. Eso sí,
tratándose de la prometida reconstrucción en las zonas siniestradas, Renzi anuncia
«la mayor transparencia».
Fuente
Il Manifesto (Italia)
Il Manifesto (Italia)
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ARTICULO PUBLICADO POR LA RED VOLTAIRE : http://www.voltairenet.org/article193183.html
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