La historia
de la OTAN y sus actividades de hoy permiten entender cómo construye Occidente
sus mentiras y por qué es actualmente prisionero de ellas. Ciertos
elementos mencionados en este artículo pueden resultar chocantes, pero
nadie puede negar los hechos. Ante la realidad, lo más que
pueden hacer los atlantistas es aferrarse a las mentiras y seguir cerrando
los ojos.
Red Voltaire | Damasco (Siria) | 11 de julio de 2016

Estambul, 13
de mayo de 2015. Al final de un festín, al parecer bien regado con
alcohol, los dirigentes de la OTAN, en una especie de burla a los
cretinos que todavía toman al pie de la letra sus discursos sobre
la paz, no encuentran nada mejor que entonar a coro
“We are the World”. En este indecente video aparecen el general
estadounidense y entonces jefe supremo de las fuerzas de la OTAN
en Europa Philip Breedlove, el secretario general de la alianza Jens
Stoltenberg, la responsable de Relaciones Exteriores de la Unión Europea
Federica Mogherini y numerosos ministros de Defensa.
La cumbre de
jefes de Estado y de gobierno de la OTAN acaba de desarrollarse
en Varsovia, los días 7 y 8 de julio de 2016. Esta cumbre, que
debería ser una especie de triunfo de Estados Unidos sobre el resto del
mundo, en realidad ha marcado el inicio de la debacle.
Recordemos,
primero que todo, qué es la OTAN.
Lo que fue la OTAN
Después de
la Segunda Guerra Mundial, las élites europeas, llenas de pánico ante la
idea de que los partidos comunistas lograsen alcanzar el poder,
se apresuran a guarecerse, en 1949, bajo el “paraguas”
estadounidense. Se trataba, ante todo, de ponerse
en condiciones de amenazar a los soviéticos para que no apoyaran a
los comunistas occidentales.
Los países
del oeste de Europa extendieron paulatinamente su alianza. Incorporaron a ella
a los alemanes del oeste de Alemania (RFA), que habían sido autorizados,
en 1955, a restaurar su propio ejército. Preocupada por las capacidades de
la OTAN, la URSS respondió creando el Pacto de Varsovia,
6 años después de la fundación de la OTAN.
Pero, con la
guerra fría, las dos alianzas evolucionan de manera imperial: por un lado,
la OTAN se ve dominada por Estados Unidos y, en menor
medida, por el Reino Unido; del otro, el Pacto de Varsovia
se encuentra bajo el dominio de la Unión Soviética. De hecho, incluso
se había hecho imposible salir de ambas estructuras: la OTAN
no vacila en utilizar el Gladio [1]
para organizar golpes de Estado y perpetrar asesinatos políticos
preventivos mientras que el Pacto de Varsovia invade abiertamente
Hungría y Checoslovaquia, países que habían mostrado tendencias a
independizarse.
La Unión
Soviética puso fin a ce sistema, incluso antes de la caída del muro
de Berlín. Mijaíl Gorbatchev permitió que cada miembro del Pacto
de Varsovia recuperara su independencia, en lo que llamó ironicamente
su «Doctrina Sinatra», en referencia a la célebre canción My Way.
Cuando se produjo el derrumbe final de la Unión Soviética, sus aliados
simplemente se dispersaron y fueron necesarios varios años de
estabilización antes de que apareciera la actual Organización del Tratado
de Seguridad Colectiva (OTCS), basada esta última –en respuesta a los
errores del pasado– en una estricta igualdad entre los países que la componen.
Es necesario
precisar aquí que, como organizaciones, tanto la OTAN como el disuelto Pacto
de Varsovia contradicen la Carta de las Naciones Unidas ya que los
países miembros perdían su independencia al aceptar poner sus tropas
bajo los mandos de Estados Unidos o de la URSS.
Contrariamente
al caso de Rusia, Estados Unidos siguió siendo un imperio y sigue
utilizando la OTAN para obligar a sus aliados a actuar según los intereses
estadounidenses. El objetivo inicial de la OTAN –presionar a los
soviéticos para que no ayudaran a los comunistas occidentales a llegar
al poder– ya no tiene razón de ser. Sólo subsiste la sumisión a la
tutela estadounidense.
En 1998, la
OTAN libró su primera guerra, contra un Estado minúsculo –la actual
Serbia– que no representaba ningún tipo de amenaza para ningún miembro de
la OTAN. Estados Unidos fue creando poco a poco las condiciones
para el conflicto, entrenando –en la base turca de Incirlik– a
la mafia kosovar en la realización de actos de terrorismo, organizando una
campaña de terror en Serbia y, posteriormente, acusando al gobierno
serbio de haber desatado una represión desproporcionada contra los autores de los
actos terroristas. Cuando el yunque aplastó la mosca, en las cancillerías
de los países miembros de la alianza atlántica se dieron cuenta
de que la OTAN en realidad era un organismo demasiado pesado y
muy poco eficaz. Comenzaron entonces toda una serie de profundas reformas.
La OTAN posterior al 11 de septiembre de 2001
Al
desaparecer la URSS ya no quedaba en el mundo ningún Estado capaz de
rivalizar con Estados Unidos en el plano militar y, por ende, aún
menos con la OTAN. Esta última tenía que haber desaparecido en aquel
momento. Pero, no fue eso lo que sucedió.
Primero,
surgió un nuevo enemigo: el terrorismo. Y el terrorismo enlutó varias
capitales de países miembros de la OTAN, obligando a los Estados de la
alianza atlántica a respaldarse entre sí.
Por
supuesto, no hay ningún tipo de comparación posible entre lo que fue el
Pacto de Varsovia y lo que realmente podían hacer una banda de
barbudos desde una cueva en Afganistán. Pero los Estados miembros de
la OTAN actúan como si creyeran –en verdad el amo de la
alianza atlántica no les deja otra opción– que la única manera de
garantizar la protección de sus poblaciones es firmar los comunicados de
la OTAN, repetir a coro el discurso único.
A pesar de
que existe una abundante literatura histórica, los occidentales siguen
sin entender que la OTAN fue creada por sus clases acomodadas para
utilizarla contra sus propios pueblos y que hoy Estados Unidos la utiliza
contra las élites occidentales. La situación es muy poco diferente para
los países bálticos y Polonia, que entraron recientemente en la alianza
atlántica y aún se encuentran en la primera etapa del proceso: la
del temor de las élites antes los comunistas.
La zona geográfica casi ilimitada que abarca la
OTAN
Si la OTAN
fuese realmente una alianza defensiva se limitaría a garantizar la defensa de
sus Estados miembros. Pero, en vez de ello, sigue ampliando su zona
geográfica de intervención. La lectura del comunicado final emitido
en Varsovia permite comprobar que la OTAN se inmiscuye en todas
las regiones del mundo, incluyendo la península de Corea –donde
Estados Unidos nunca firmó la paz con la República Democrática–
y África –donde el Pentágono sigue empeñado en instalar
su AfriCom. La única región del mundo donde no se mete
la OTAN es Latinoamérica, considerada como la zona reservada
de Washington, en virtud de la «Doctrina Monroe».
En lo tocante a todas las demás regiones del mundo, los vasallos del
Pentágono reciben órdenes de enviar tropas para defender los intereses
del amo.
La OTAN está
implicada hoy en todos los campos de batalla. La OTAN coordinó
la destrucción de Libia, con diferentes niveles de participación de sus
diferentes miembros, cuando el comandante estadounidense del AfriCom,
el general Carter Ham, se negó a entregar armas a al-Qaeda para derrocar
a Muammar el-Kadhafi. Y es también la OTAN la que coordina la guerra
contra Siria desde la instalación del Allied Land Command, en 2012,
en la ciudad turca de Esmirna (Izmir).
Poco a poco,
varios Estados no europeos han sido integrados a la OTAN, con diferentes
niveles de participación. Los más recientes son Bahréin, Israel, Jordania,
Qatar y Kuwait, que incluso ya tienen cada uno su propia oficina en
la sede de la OTAN, desde el 4 de mayo de 2016.
La nueva
sede, recientemente inaugurada, de la OTAN en Bruselas. ¿Su módico
costo? Un millón de millones de dólares.
¿Qué es la OTAN hoy en día ?
Cada Estado
miembro de la OTAN está siendo exhortado a armarse para participar en las
próximas guerras y dedicar a ello un 2% de su PIB, aunque esto es todavía sólo
una parte de lo que se les pide. Como el armamento debe corresponder a las
normas de la OTAN, también se les exhorta a que lo compren en
Estados Unidos.
Por
supuesto, todavía quedan producciones nacionales de armamento en varios países
de la OTAN. Pero no será por mucho tiempo. Durante los últimos
20 años, la OTAN ha estimulado sistemáticamente los Estados
miembros de la alianza a desmantelar sus propias industrias aeronáuticas
militares, exceptuando las de Estados Unidos. El Pentágono anunció la
creación de un avión de guerra multipropósito –el F-35 Joint Strike
Fighter– a un precio súper ventajoso. Todos los países miembros de
la OTAN hicieron pedidos para adquirir esa maravilla y cerraron sus
propias fábricas.
Veinte años
más tarde, el Pentágono todavía no está en condiciones de
fabricar ni un solo ejemplar de ese avión maravilloso capaz de hacer
cualquier cosa y sigue presentando en las ferias de armamento los mismos F-22
más o menos modificados. Ahora Estados Unidos pide constantemente a los
“clientes” que ayuden a financiar el desarrollo del dichoso F-35
mientras que, en Washington, el Congreso estadounidense
se plantea reiniciar la producción de aviones viejos porque
lo más probable es que el F-35 nunca llegue a fabricarse.
Conclusión:
la OTAN funciona como una vulgar sucursal de la mafia, el que no paga
se expone a ser víctima de atentados terroristas.
Estados
Unidos ha hecho todo lo posible para que sus aliados dependan de la industria
militar estadounidense… y dejó de perfeccionarla. Mientras tanto, Rusia
reconstruyó su propia industria militar y China está a punto de
disponer de su propia estructura industrial militar. Ya en este momento, las
fuerzas armadas de la Federación Rusa han dejado atrás al Pentágono
en materia de guerra convencional. Rusia ha desplegado en el oeste
de Siria, en el Mar Negro y en Kaliningrado, un conjunto de medios
técnicos que le permiten desactivar los sistemas de observación y mando de
la OTAN, al extremo que la alianza atlántica ha tenido que
renunciar a vigilar la actividad de las fuerzas armadas rusas en
esas regiones. Y en el campo de la aeronáutica, Rusia ya está produciendo
aviones multipropósito capaces de hacer palidecer de envidia a los pilotos de
la OTAN. Y de aquí a 2 años, China también pudiera dejar
atrás a la OTAN en materia de guerra convencional.
Así que los
miembros de la OTAN están siendo testigos de la decadencia de la alianza
atlántica, que constituye de hecho su propia decadencia. Pero
no reaccionan ante esa nueva situación, con excepción del Reino
Unido.
El caso de Daesh
Después de
la histeria sobre al-Qaeda que caracterizó los años 2000, ahora nos encontramos
bajo la amenaza de un nuevo enemigo: el Emirato Islámico en Irak y
el Levante, también conocido como Daesh [2].
Todos los Estados miembros de la OTAN fueron exhortados a unirse a la
«Coalición Mundial» (sic) para vencerlo. Los participantes en la
cumbre de Varsovia se felicitaron por las victorias obtenidas
en Irak y hasta en Siria, incluso a pesar de «la intervención
militar de Rusia, de su importante presencia militar, de su respaldo al
régimen» que constituyen una «fuente de riesgos y [de] desafíos
adicionales para la seguridad de los Aliados» (sic) [3].
Ya todo el
mundo entendió que el Emirato Islámico fue creado en Irak por
Estados Unidos en 2006. Pero ahora nos dicen que esa
organización terrorista se volvió en contra de su creador
–obsérvese que eso fue lo mismo que ya nos dijeron sobre al-Qaeda.
Sin embargo, el 8 de julio de 2016, mientras el Ejército Árabe Sirio
luchaba contra varios grupos terroristas –entre los que se hallaba el
Emirato Islámico– al este de Homs, aviones de la
US Air Force aportaron apoyo aéreo a esos terroristas durante
4 horas, lo cual permitió a los yihadistas de Daesh preparar y
efectuar la voladura de un importante tramo del gasoducto que conecta Siria
con Irak e Irán.
Otro hecho
revelador es que en los atentados registrados el 4 de julio en Arabia Saudita
(incluso frente al consulado de Estados Unidos en Yeddah, del otro lado de
la calle), el Emirato Islámico utilizó explosivos militares de alta tecnología,
disponibles únicamente en los arsenales del Pentágono. Así que
no resulta difícil entender que, con una mano, el Pentágono combate
el Emirato Islámico en ciertas zonas mientras que, con la otra mano, sigue
entregándole armas y garantizándole apoyo logístico en otras zonas.
El ejemplo ucraniano
El otro
espantajo que la OTAN sigue agitando es Rusia. Sus «acciones agresivas
(…) incluyendo sus actividades militares provocativas en la periferia del
territorio de la OTAN y su demostrada voluntad de alcanzar objetivos
políticos mediante la amenaza o el uso de la fuerza, constituyen una fuente de
inestabilidad regional, representan un desafío fundamental para la Alianza»
(sic).
La OTAN
reprocha a Rusia la anexión de Crimea, lo cual es cierto, negando
el contexto en que se produjo: el golpe de Estado
orquestado por la CIA en Kiev y la entronización de un gobierno
ucraniano plagado de nazis. Dicho de otra manera, los miembros de
la OTAN tienen derecho a hacer cualquier cosa… pero Rusia… Rusia viola los
acuerdos que había concluido con la alianza atlántica.
La cumbre de Varsovia
La cumbre de
la OTAN en Varsovia no permitió a Washington reparar las grietas que aparecen
en la alianza. El Reino Unido, que al decidir su salida de la
Unión Europea acaba de poner fin a su «relación especial» con
Estados Unidos, se negó a incrementar su participación en
la OTAN para compensar el esfuerzo que está cancelando en el seno de
la Unión Europea. Londres se escudó tras su próximo cambio de
gobierno para evadir las preguntas sobre el tema.
La cumbre
atlántica sólo pudo tomar dos decisiones: instalar bases permanentes en la
frontera rusa y desarrollar el escudo antimisiles. Como la primera
decisión contradice los compromisos de la OTAN, se implementará
desplegando tropas según un sistema rotativo, de manera que no habrá un
contingente permanente, aunque siempre habrá soldados presentes.
La segunda decisión consiste en utilizar el territorio de los aliados
europeos para desplegar allí soldados estadounidenses y un sistema de
armamentos. Para no incomodar a las poblaciones europeas cuyos territorios
se verán así sometidos a una nueva ocupación militar, Estados Unidos
aceptó no conservar el mando directo del escudo antimisiles sino ponerlo
bajo el mando de la OTAN.
Pero se
trata de un cambio puramente cosmético ya que el Comandante Supremo
de la alianza atlántica, actualmente el general Curtis Scaparrotti, es
obligatoriamente un oficial estadounidense designado directamente por el
presidente de Estados Unidos.
[1]
Sobre las redes secretas designadas como Gladio creadas por la OTAN en los
Estados de Europa occidental ver los importantes
trabajos investigativos del profesor Daniele Ganser.
[2]
También se le designa indistintamente como Estado Islámico (EI) o por siglas
como EIIL, ISIS o ISIL.
[3]
«Communiqué du Sommet
de l’Otan à Varsovie», Réseau Voltaire, 9 de julio de 2016.
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