2 abril 2015
| Ángel Guerra Blog
En el
discurso inaugural de su segundo mandato el presidente Barack Obama afirmó:
“una década de guerra se está terminando ahora”. Sin embargo, el Nobel de la
Paz ha realizado operaciones militares contra Libia, de nuevo en Irak (donde
supuestamente había culminado la guerra) y en Siria, además de ampliar la
invasión en Afganistán. Paquistán, Somalia y Yemen han sido escenario de
incesantes ataques con drones ordenados personalmente por el inquilino de la
Casa Blanca, que han ocasionado miles de muertos y heridos, la mayoría civiles,
incluyendo muchos niños, según la Oficina de Periodismo de Investigación con
sede en Londres.
Hace unos días, sin pedir permiso al Congreso
ni apenas informar a la opinión pública, Obama decidió apoyar “con logística e
inteligencia” la agresión al empobrecido Yemen de diez países árabes y
musulmanes encabezados por su adinerado vecino Arabia Saudita. Entre ellos,
Egipto y Paquistán, que cuentan con poderosas fuerzas armadas. La coalición
actúa bajo bandera de la Liga Árabe, que en cambio se ha desentendido de la
liberación de Palestina. Los drones de Estados Unidos proveen de videos para
que los sauditas seleccionen los blancos de su aviación. Al parecer, es
guiándose por esos videos que se han producido las masacres de civiles desde
que la coalición inició los ataques aéreos. El jefe saudita de la operación ha
dicho que una invasión terrestre seguirá a los bombardeos. La agresión a Yemen
se ha querido presentar como una acción para proteger de la supuesta
intervención de Irán al pueblo yemenita, un pretexto como las armas de
destrucción masiva en Irak. Es ilegal atacar a cualquier país salvo que lo
decida el Consejo de Seguridad de la ONU, de modo que jurídicamente no cabe esa
justificación. El hecho de que los yemenitas zaidíes pertenezcan a una rama
chiíta del islam, por cierto heterodoxa y la más cercana al sunismo, no
significa, ni mucho menos, que sean marionetas de Teherán, aunque este condene
la agresión de su enemigo saudita y mantenga buenas relaciones con ellos. Los
zaidíes, ahora llamados también hutíes, deben este nombre al apellido de
Hussein Badr al-Din al-Houthi, líder religioso muerto en combate cuando
encabezó la rebelión armada de su pueblo contra el gobierno de Saná en 2004.
También al hecho de que los tres hermanos de aquel forman parte del liderazgo
actual de la insurgencia. Los zaidíes, que constituyen la tercera parte de la
población de Yemen pedían autonomía política para la gobernación de Sa'dah,
donde residen mayoritariamente, así como respeto a sus creencias religiosas y
cultura ancestrales. Este pueblo gobernó Yemen del Norte durante casi mil años
hasta 1962.
En febrero
de 2010, durante la llamada primavera árabe, el Gobierno y los rebeldes hutíes
acordaron un cese el fuego. En 2011, los hutíes se unieron a las protestas
contra el posteriormente depuesto presidente Saleh y expandieron su control
territorial en Sa'dah y la provincia vecina de Amran. Posteriormente,
participaron en la Conferencia para el Diálogo Nacional, celebrada desde marzo
de 2013 hasta enero de 2014. El presidente Hadi, sucesor de Saleh, anunció un
plan para febrero de 2014, de convertir a Yemen en una federación de seis
regiones, que los hutíes rechazaron categóricamente, por lo que retomaron la
lucha armada contra el gobierno apoyado por Arabia Saudita. Guerrilleros
fogueados, los montañeses hutíes llevaron a cabo una campaña relámpago apoyados
por unidades de las fuerzas armadas leales al ex presidente Saleh que les llevó
a tomar Saná, la capital; Taíz, tercera ciudad del país y luego la segunda y
estratégica Adén que domina el Golfo de igual nombre, de donde pusieron en fuga
a Hadi, que intentaba hacerse fuerte allí.
Más que una
disputa religiosa de la fanática versión del islam predominante en Riad contra
los zaidíes, la enorme coalición creada por el ultrarreaccionario reino saudita
contra la insurgencia hutí expresa su enorme temor por un movimiento popular
armado que ha sido capaz de imponerse militarmente en un extenso territorio que
la Casa de Saud siempre ha intentado dominar. También teme la presencia en el
sur de Yemen de Al Qaeda y el Estado Islámico, ahora enemigo, pero de cuyo
surgimiento son Washington y Riad los máximos responsables.
Quién
controle Yemen, controla el estrecho de Bab el-Mandeb que comunica el Canal de
Suez y el mar Rojo con el Golfo de Adén, por donde pasan más de 3 millones de
barriles de petróleo al día. Twitter: @aguerraguerra
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FUENTE:
Este contenido ha sido publicado originalmente por teleSUR bajo la
siguiente dirección:
www.teleSURtv.net
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