23 SEPTIEMBRE 2014
Del ensayista norteamericano Nicholas
Carr (ex
director de la Harvard Bussines Review):
La automatización supone, una
amenaza para el empleo y convierte a los trabajadores en accesorios de la
máquina, en ejecutores de labores cada vez más mecánicas, al externalizarse
capacidades intelectuales. “Es muy triste. No solo supone una amenaza para el
sustento de la gente, sino que nos convierte en observadores más que en
actores. Nuestra experiencia y múltiples estudios psicológicos demuestran que
implicarse es la forma de estar satisfecho en el trabajo”.
Este proceso se ve alimentado por una doble fuerza: por un lado, las empresas
potencian la automatización en pro de la eficiencia y la cuenta de resultados y
por otro, los trabajadores aceptan de buen grado estas tecnologías:
“Nos inclinamos hacia ellas porque nos ofrecen la ilusión de que tendremos más
tiempo libre”. Ahí está la trampa. “Muchos emprendedores e inversores de
Silicon Valley nos dicen: ‘Esto mejorará nuestras vidas, nos liberará’.
Esa retórica utópica esconde el hecho de que, en muchos casos, las tecnologías
no están haciendo nuestras vidas mejores, ni nos están dando mejores trabajos o
actividades, sino que están haciendo cada vez más ricos a los plutócratas de
Silicon Valley”.
Carr, rechaza que en este caso se trate del viejo miedo a la máquina de los
tiempos de la Revolución Industrial: “Hay una gran diferencia: los ordenadores
pueden hacer ahora muchos más tipos de trabajo: no solo se hacen con los de
producción, mediante robots, sino que se hacen con los analíticos. Esta vez
asistiremos a una pérdida neta de empleos”.
El ensayista norteamericano lleva su reflexión más allá. Existe, dice, una
amenaza para nuestra libertad. “La gente hace amistades automatizadas por
empresas como Facebook o Twitter, lo que supone que cada vez elabora menos sus
propios pensamientos. El ordenador se apodera incluso de áreas íntimas de
nuestra vida”.
"Nos inclinamos hacia ellas porque nos ofrecen la ilusión de que
tendremos más tiempo libre"
P. ¿Cree usted que la tecnología, de algún modo, puede hacer que seamos
menos libres?
R. Sí, así lo creo. La libertad empieza con la libertad de pensamientos,
que significa la habilidad de controlar tu propia mente, a qué prestas
atención, qué consideras importante. Y ahora que llevamos computadoras encima
todo el tiempo, en forma de teléfonos inteligentes, tabletas o lo que sea, el
ordenador determina cada vez más adónde se dirige nuestra atención. Las
empresas de software y de Internet saben muy bien qué es lo que atrapará
nuestra atención. Cuando empezamos a regalar el control de nuestra mente y de
nuestra atención, perdemos una fuente muy importante de libertad y libre
albedrío.
P. ¿Es un peligro para nuestra sociedad que nuestras búsquedas de
información, o compras, estén guiadas?
R. Hay algoritmos secretos que, en cierto modo, nos están manipulando.
P. ¿Nos están manipulando?
R. Lo estamos en muchos casos. Facebook determina con sus algoritmos lo
que ves de tus amigos.
Pero como no informa de sus algoritmos, no sabemos qué intenciones tiene, por
qué nos enseña una cosa y no la otra. Si haces una búsqueda en Google, son sus
algoritmos secretos los que determinan lo que vas a ver y no sabemos cómo
escogen lo que nos muestran. Podemos tener la esperanza de que su manipulación
es benigna, que nos están ayudando, pero no podemos estar seguros de ello.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/09/19/actualidad/1411146383_037635.html
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La
tecnología no está pensada para hacernos la vida más fácil, está pensada para concentrar
el poder y facilitar los negocios de un puñado de bancos y empresas.
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El día que
Jobs prohibió que sus hijos usaran el iPad:
Sorprendentemente, la mayoría de los
gurús tecnológicos limitan su acceso a los pequeños //
"Es porque hemos visto de
primera mano los peligros de la tecnología. Lo he visto en mí mismo"
De Benito
Kozman / El Viralero | Redacción – vie, 19 sep 2014 17:10 CEST
Hace muchos
años circuló como mito urbano la historia de un alto directivo de la marca Coca
Cola que tenía terminantemente prohibido que sus hijos consumieran en casa
el famoso refresco. En lugar de ello, mucha agua y zumos naturales…
Pues resulta que algo similar parece que ocurrió en
su momento dentro de las paredes de la residencia del visionario Steve Jobs,
el fundador de Apple, el magnate de la industria tecnológica, uno de los
hombres más importantes de finales de siglo XX e inicios del XXI, al menos en
lo que a avances tecnológicos respecta.
Steve Jobs
sujeta en 2010 lo que entonces era el nuevo iPad. (Getty Images)
De acuerdo
con un artículo escrito por Bilton para el New York Times, el periodista
rememora la ocasión, a finales de 2010, en que supuso delante de Jobs que los
hijos de este adorarían el iPad. Pero cuál sería su sorpresa cuando supo
de muy buena fuente que la familia Jobs, con cuatro hijos nacidos entre 1978 y
1998, regulaba el acceso de sus vástagos a la tecnología.
“No lo han utilizado”, fue la respuesta del también primer accionista
individual de The Walt Disney Company. “Limitamos la cantidad de tecnología que
nuestros hijos usan en casa”, recalcó.
Bilton confiesa que se había imaginado el interior de la casa familiar plagado
de pantallas táctiles, la mesa del comedor confeccionada a base de azulejos
iPads, además de iPods bajo las almohadas de las habitaciones de los invitados,
como si fueran cajas de chocolate que se regalan a los amigos…
De ahí que el columnista del Times no dude en calificar al cofundador de
Pixar como un padre low-tech. Lo curioso es que al parecer Jobs no fue
el único. De acuerdo con este artículo, no son pocos los ejecutivos de la
alta tecnología que controlan, a veces con mano dura, el acceso de sus hijos a
los artefactos y programas que ellos mismos idean, fabrican y promueven.
CHRIS ANDERSON.-
Uno de estos padres restrictivos es Chris
Anderson, ex editor de Wired y ahora mismo Director Ejecutivo de 3D
Robotics, un fabricante de aviones no tripulados, quien ha establecido
controles parentales para todos los dispositivos tecnológicos de su hogar.
"Mis hijos nos acusan, a mí y a mi esposa, de ser unos fascistas
–ha confesado Anderson-, excesivamente preocupados por la tecnología; dicen que
ninguno de sus amigos sigue en sus casas las mismas reglas".
Sus palabras se muestran más graves cuando admite: "Es porque hemos
visto de primera mano los peligros de la tecnología. Lo he visto en mí mismo,
no quiero ver que eso suceda a mis hijos", recalcó.
En casa de Alex Constantinopla, por ejemplo, Director Ejecutivo de la
Agencia OutCast, una firma tecnológica centrada en comunicación y marketing, el
hijo menor de cinco años tiene prohibido el uso de aparatos de lunes a viernes,
mientras que los otros dos mayores, de entre 10 y 13 años, disponen sólo de 30
minutos al día en los días de escuela.
EVAN WILLIAMS.-
Por su parte, Evan Williams, fundador de Blogger, Twitter y Media, y
su esposa, Sara Williams, no esconden que, en lugar de iPads, sus dos hijos
tienen cientos de libros “que se pueden tomar y leer en cualquier momento”.

Evan
Williams habla durante una conferencia en San Francisco, en 2012 (REUTERS/Stephen Lam)
Según algunos estudios, los niños
menores de 10 años parecen ser más susceptibles a convertirse en adictos a la
tecnología, por lo que los padres más atentos a este problema reducen a
cero su uso durante los días de estudio. Y luego, durante el fin de semana,
el acceso al iPad y a los teléfonos inteligentes puede ir de los treinta
minutos a las dos horas…
Para los niños entre 10 y 14 años, el uso de la computadora estaría autorizado
durante la semana, pero solo si se trata de hacer los deberes escolares.
Llama la atención de este analista y de buena parte de la sociedad que sean
los mismos implicados en el sector tecnológico quienes lancen una señal de
alarma al resto de los factores de la sociedad sobre la exposición a
contenidos nocivos como la pornografía o el mismo acoso entre menores, además
de la alarmante tendencia a la adicción infantil hacia toda una seductora
variedad de dispositivos tecnológicos y redes sociales de los que nosotros,
hace apenas veinte o treinta años, no teníamos ni la más remota idea.
Y como Steve Jobs falleció en octubre de 2011 sin que Nick Bilton le hiciera la
segunda parte de la pregunta, a este no le quedó más remedio que acercarse a
Walter Isaacson, el biógrafo del genio de Palo Alto: “¿Qué hacían los hijos
de Jobs cuando estaban en casa?”
“Todas las
noches –relató el amigo del genio-, Steve se reunía a cenar con su familia
en la larga mesa de la cocina, y allí conversaban sobre libros, sobre historia
y muchas cosas más. Nunca nadie sacó un iPad o una computadora. Y sus hijos
no parecían en absoluto adictos a esos dispositivos.”
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BUEN BLOG PARA ABRIR LOS OJOS
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